Juliane Henrich es una de las invitadas especiales del 16 Doc Buenos Aires. También es alemana y una directora de cine extraordinaria, según se puede en De Occidente, su última producción, que acompañada por y un puñado de cortos que acompañan la exhibición auspiciada por el Goethe-Institut. Considerada una de las ensayistas audiovisuales más interesantes de la actualidad, su cine se centra en la utilización del espacio (público y privado), la arquitectura, de cómo los lugares hacen personas, y viceversa.
Siempre me pareció fascinante esa cosa de existir lo uno o lo otro, de exclusividad, binaria, que incluso lo veo en la generación de mis padres, cuenta Henrich acerca de De Occidente, cuyo tono es de una nostalgia, antes que por un pasado, por la pérdida de la oportunidad que se tuvo para superarlo. No fue intencional, pero es cierto que se trata de una idea, un concepto que estuvo presente mucho tiempo y que de a poco empezó a tambalear; es algo que para mí está vinculado con mi infancia, mi pasado y con la seguridad, y que hoy en día ya no funciona más.
-El film transmite la sensación de que la unificación de Alemania generó una ilusión que no se concretó, como si hubiera podido resultar algo maravilloso, pero no sucedió.
-Siempre se sigue pensando que es una cosa o la otra, en términos binarios. Había muchas cosas que eran buenas de la RDA (República Democrática Alemana, la Oriental) que no fueron trasladadas a la Alemania actual. Y hay muchas personas que provienen de ahí que sienten que de alguna manera no llegan a pertenecer a la Alemania actual porque siguen teniendo el sello de ser los perdedores de la historia. También a través de la historia de mis padres me parece interesante ver cómo tanto en la RDA como en la RFA siempre existieron como islas del otro país; uno siempre miraba qué es lo que pasaba del otro lado, y siempre había algo que deseaba que estaba del otro lado.
En ese sentido Henrich también trabaja sobre el idealismo. Esa ambición por ser estar todos unidos detrás del mismo sueño, que por lo general lleva a ver donde no hay, una de las formas menos convencionales pero más habituales de la ceguera. Eso yo lo vinculo mucho con la arquitectura, con el hecho de que se construyeron esos grandes edificios y que, cuando venía otro período, inmediatamente se quería arrasar con todo lo anterior. Así fue como se construyeron esas mega estructuras en las ciudades y después se destruían. Y también se ve en la gente: incluso mis padres, que estaban totalmente distanciados de lo que podía ser la ideología nazi, sin embargo volvieron a caer en modelos políticos que terminaban excluyendo otro tipo de opiniones.
A Henrich puede considerarsela discípula de Heinz Emigholz, Thomas Arslan y Avi Mograbi, pero en su cine también está la huella de Harun Farocki y Chris Marker. Sin embargo, acaso por una cuestión de género, su cine configura otra armonía. Es importante en las películas mostrar los contrastes -dice respecto a su estilo-, porque en un mismo lugar hay un montón de cosas pero la mirada se tiene que mover para poder ir viéndolas una tras otra. En Berlín se da un caso extremo de que convivan lo viejo y lo nuevo, pero en la parte de Alemania Occidental donde yo filmé, se percibe aún mucho la destrucción, allí de alguna manera se nota que hubo estructuras que se quebraron, y que al terminar la guerra, se volvieron a tirar abajo cosas que quizás estaban bien. Me interesaba hablar sobre el movimiento en un sentido más metafórico, en el sentido de dirección, porque la traducción literal sería ‘De direcciones occidentales’, que es una expresión que viene del informe meteorológico, en particular del noticiero tradicional, y esa connotación de seguridad de lo que está regularmente presente también aparece en la película. Es una dirección que también se puede pensar como dirección política o de pensamiento.
La modernidad de Henrich sin embargo se ve en la composición de sus imágenes, más que en sus temas. Allí ella se aleja del cine pero no para reencontrarse con la pintura -como hicieron algunos directores en busca de un origen ante lo que consideraban la crisis del cine-, sino para emparentarse con la danza . Un movimiento acompasado y rítmico tanto en el plano fijo como en el móvil. Así su cine es una cabal expresión del siglo XXI: busca ligar, familiarizar su arte con otros, los hibridiza en arbitrarias dosis y lo convierte en algo novedoso. Para ver de nuevo lo visto mil veces, pero de manera distinta, casi como vuelto a descubrir. Se trata, como ella misma escribió, de hablar de lugares que se modifican, se reestructuran y se reescriben.
Qué y cuándo se puede ver: jueves 27/10, 9 hs, De Occidente (Aus westlichen Richtungen) 2016, 61 min; Cortometrajes:jueves 27/10, 21 hs. Ambas funciones en la Sala Lugones del San Martín. Más: http://docbsas.com.ar.