Siempre en su búsqueda sonará particular, Florencia Ruiz encontró las canciones para Calandria, su nuevo disco, que cierra la trilogía comenzada por Rumiante y continuada por Aullido, sus trabajos anteriores.
Estuvo trabajando con un grupo de canciones, hasta llegar a pulir las once finales, en las que pudo compartir con amigos y gente que admira. Hugo Fattoruso, el Mono Fontana, Andrea Álvarez, Albana Barrocas y Sergio Verdinelli, Claudia Sinesi, Juan Falú y Claudio Cardone son los nombres que la ayudaron a terminar este nuevo conjunto de sentimientos, pensamientos e imágenes poéticas cantadas.
“El anterior lo hice sola, así qué quería hacer cosas con otros. Grabamos en mi casa, en mi estudio, algo que fue un proceso muy lindo: tenía ese plan en la cabeza hace tiempo. Fattoruso y Albana grabaron en Montevideo y me mandaron. Cardone en Córdoba y la canción a dúo con Falú fue grabada por Jorge «Portugués» Da Silva en Fort. Pero todo de manera espontánea, todo muy natural. Es un lujo que me da la vida”, comenta la cantante y compositora.
Recién llegada de Japón, después de una exitosa gira de 54 días recorriendo el país junto a su banda nipona, ahora lo presentará en Capital, en Rosario, la Plata y espera poder cerrar más presentaciones para mostrar este nuevo conjunto de creaciones, que tienen su sello particular. Este disco, además de en las plataformas digitales, puede disfrutarse en vinilo.
-¿Cómo fue el armado del disco?
-Estaba rumiando temas. Quería hacer temas que me identifiquen, pensar desde dónde vengo, qué es lo que me hace hacer lo que hago, los estilos. Quería ir al origen, entonces me puse a buscar los tipos de canciones que quería hacer y a quién invitar para que me ayuden a terminar algunas que tenía. Algunas, las que toco sola ya las tenía y me faltaban algunas para poder terminar la trilogía. Entonces se fue armando el menú, la composición torció el rumbo dependiendo qué canción iba hacer con quién, y estuvo bueno. Encontré una dinámica interesante apoyándome en otros. A Claudio Cardone le mande el tema y a la semana me devolvió. Después tenía algo medio blusero, con rock, se lo mande al Mono Fontana, y listo, más no había que hacer. Quedó hermoso. Y así fui haciendo de a uno con cada uno de los invitados, tomando todas las sugerencias que me daban. Yo escribí estas canciones como si fueran para que las cantara otra persona, tomé esa metodología. Eso le dio a los temas una identidad propia.
-Es un disco variado, que tiene de todo, desde lo sonoro a las letras. ¿Se dio o lo buscaste?
-Es lo que me pasa. Es lo que quería. Es una historia de todo eso que nos marca y de dónde vengo. Es como un grupo de canciones que cantaría en la vereda de mi abuela, en Villa Luzuriaga, como cuando era una nena y los vecinos que tomaban el fresco me veían. Me paseo por el pop con Claudia Sinesi y Andrea Álvarez, por ser fan de Las Viudas e Hijas desde que tengo 7 años, y siempre me pareció increíble lo que hacen. De hecho, toco con mi primera guitarra en este tema, que todavía la tengo. Después de la mano del Mono Fontana y Sergio Verdinelli vamos a la experimentación y al rock, con Hugo Fattoruso y Albana Barrocas entramos en la canción de amor despiadada con elementos del jazz y del heavy metal. Con Claudio Cardone, la dulzura total, y con Juan Falú, el folklore, algo que no haga tanto pero es parte mía también. Yo no lo conocía a Juan pero tenía este tema y se lo ofrecí: por suerte acepto, se entregó con todo. Y no es fácil. No es sencillo invitar ni que te inviten, pero por suerte salió todo bien. Fue algo que se dio, hice un tema se lo pasé a Falú y lo hizo como si fuera de él. Y así todos los temas. Pudieron adaptarse a esto que yo tenía y yo a ellos y a ellas, era la idea. Me gusta la mezcla, no me gustan los guetos, todo igual no, me gusta lo distinto, lo diferente. Por eso también puse hasta un tema a capella, con improvisación y con elementos que te hacen acordar a los otros para demostrar que son parte de una trilogía. Hay algo que me conecta con mis raíces.
-¿Tenés un método para mantenerte alerta desde lo creativo?
-Trabajo mucho con la observación. Los modos de hablar de la gente, de lo que veo en la calle, lo que me da material y sobre todo la literatura. Me gusta mucho leer y eso me mantiene en puntas de pie. A veces sin querer o sin darme cuenta me tomo un tiempo para analizar obras y dejo pasar tiempo para ver qué me pasa con ellas. Dejo actuar ese combustible que me tomo. Soy así. Además, la música también: jazz, rock, pop, tango, folklore, escucho de todo. Así pude construir mi propia voz. No me agarran las influencias, no me gusta decir lo mismo de la misma manera. Cuesta. A otros no les cuesta nada o no les importa. Pero yo siempre encuentro temas: ahora por primera vez tengo un tema que se mete con el amor romántico, pero no dejo eso que me pasa de ver lo social, o situaciones que vez como docente en lugares vulnerables que te afectan al volver a tu casa o esperando el bondi, situaciones que te enciende alarmas que sabes que terminará en un tema, porque estás empapada de eso, se te queda pegada.
-¿Adaptar el disco a las presentaciones para tocar en vivo es fácil?
-Ahora estoy en ese laburo. Pude grabar en casa, entonces fui menos austera en los arreglos. Me anime a meterle bastante detalle. Toqué percusión, flautas, como cuando íbamos al cole con mi hermano. También hice arreglos de bandoneón, mi primer instrumento. Y bueno, ahora estoy viendo cómo adaptar lo que quedó para hacerlo en el escenario. Además me fui a Japón, y estuve haciendo un repertorio que nada tenía que ver, así que veremos. Mi as en la manga es que tengo al Mono Fontana de mi lado. Todo se va solucionar.
-¿Tu conexión con Japón es increíble pero firme como siempre? ¿Cómo fue esta última experiencia?
– Sí. Ya tengo nueve giras por allá. Hace tiempo no iba, por la pandemia. Fue una fiesta. Un montón de gente que me quería llevar para un lado o para el otro. Siempre digo lo mismo: el público japonés es maravilloso, abierto y receptivo, amoroso y alentador. Estoy muy agradecida con esa oportunidad que me dio la vida. Tocamos con un power trío, y con banda grande. Me hace muy bien ir, en todo sentido. Puedo tener una continuidad de tocar que acá no puedo lograr. Te encontrás en una instancia de corregir detalles de show a show, te da un training espectacular estar a full, todos los días tocando en un lugar diferente. Es una vida paralela que se dio allá. Trato de mantener ese fuego prendido para volver. Es toda una experiencia. Y siempre es distinto.
-¿Cómo ves el futuro acá en nuestro país?
-Me niego al derrotismo. No aporta nada pensar que todo está mal y va a estar peor. Hay gente que la está pasando muy mal, y los que hacemos lo que nos gusta, tenemos que aprovechar ese privilegio para siempre poner la mejor en todo. Me preocupa la infancia, la juventud, entonces el legado de lo que ahora tenemos que hacer cosas, tiene que ser lo mejor posible. Hablar menos y hacer más. Creo en la humanidad. Ahora hay una oleada fuerte de la derecha pero que no nos va tirar al barro. Creo en la micro militancia de hablar con los vecinos, el kioskero, el taxista para ver qué onda. Creo que en las próximas generaciones tienen que haber líderes mejores, para ir hacia un lugar más sano: cuidando los recursos naturales, el medio ambiente, tratando de distribuir la riqueza para que nadie se te caiga del bondi. Es duro, pero hay ponerse en marcha y arrancar.
Calandria, de Florencia Ruiz
La cantante y compositora presentará su nuevo disco el 3 de noviembre a las 21 en Hasta Trilce, Maza 177.