Facundo Cabral fue antes que nada un «contador de historias», y con ellas delineó un ideario -capaz de combinar tanto lo anarquista como lo religioso- plasmado en libros y canciones que tiñeron la música popular iberoamericana desde la década del ’70 del siglo pasado.

Nacido en La Plata, junto a su madre y seis hermanos Cabral se trasladó a la ciudad de Ushuaia con pocos años de vida, desde donde llegó a Tandil a los 8, iniciándose como cantante a los 22 en Mar del Plata, luego de una adolescencia tumultuosa que incluyó su internación en un reformatorio.

Con el nombre artístico de Indio Gasparino, Cabral logró cierta repercusión hasta que su carrera quedó definitivamente consagrada en 1970 con su canción «No soy de aquí, no soy de allá», que fue éxito en la Argentina y que fue cantada y grabada en infinidad de lenguas y países.

Trovador y trotamundos, visitó y actuó en 165 países, con conciertos en lugares como el Lincoln Center de Nueva York, la Catedral de Toledo y el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México.

Exiliado en 1975 en México luego de ser amenazado por la Triple A, Cabral volvió al país en 1984 y unos años después gozó de una popularidad que tuvo su punto culminante con un concierto en el estadio de Ferrocarril Oeste ante 35 mil personas.



Facundo tocó con Julio Iglesias, Neil Diamond, Mercedes Sosa y Dino Saluzzi, entre muchos otros, y conformó una dupla particularmente exitosa con Alberto Cortez, con quien grabó tres discos y giró a lo largo de cuatro años con el espectáculo Lo Cortez no quita lo Cabral.

Mantuvo relación con personalidades de la talla de la Madre Teresa de Calcuta, Golda Meier, Fidel Castro, Jorge Luis Borges y Pablo Neruda, entre más, y fue declarado Mensajero Mundial de la Paz de la Unesco en 1996, y 12 años después recibió el título de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

Además de sus canciones («Pobrecito mi patrón», «Vuele bajo», “No quiero ser ciudadano”, “Entre pobres” y “El infinito y el cero”, por citar apenas algunas que publicó en discos como Cabralgando, Pateando tachos, Entre Dios y el diablo, El mundo estaba bastante tranquilo cuando yo nací y Recuerdos de oro), escribió los libros Conversaciones con Facundo Cabral, Mi Abuela y yo, Salmos, Borges y yo, Ayer soñé que podía y hoy puedo, Cuaderno de Facundo y la nómina sigue.

Piero cuenta que Cabral fue «un alma iluminada, transparente»: «Tuve la suerte de que seamos amigos antes de ser famosos ninguno de los dos y poco a poco empezó a destacar en él una profundidad y una manera muy particular de ver las cosas. Iba anotando todo, buscando siempre la luz y las cosas que tenemos delante de los ojos y no las podemos compartir».

Sobre el legado artístico del creador asesinado en Guatemala hace un decenio (el 9 de julio de 2011), el autor de «Para el pueblo lo que es del pueblo» y «Mi viejo», avisa que «hay Facundo para rato porque hay muchos libros no conocidos que se irán ordenando de a poco».

Facuando Cabral fue asesinado el 9 de julio de 2011 en Ciudad de Guatemala. Fue víctima de un atentado que –aparentemente– estaba dirigido al empresario Henry Fariña.