Hubo varios nexos con Spinetta. Yo tocaba bastante con Pomo, también con Pedro Aznar y el Mono Fontana en mi grupo Madre Atómica, y estuve en la grabación de un disco de Oscar Moro y Beto Satragni, en la que coincidimos con Luis. Hasta que un día me invitó a formar parte de su banda.
Yo ya admiraba a Luis, pero al trabajar con él vi al verdadero genio. Una de las cosas más interesantes era su manera de liderar, no te decía cómo tocar. No era mezquino ni soberbio, todo fluía, porque él te estudiaba antes de ofrecerte ser parte de su banda y buscaba eso que le gustaba de vos. Todos aportábamos, y hasta grabamos temas instrumentales, un lugar que no cualquier cantante te da.
En ese momento tenía influencias de Mahavishnu Orchestra, con arpegios complejos, algo claro en temas como “Siguiendo los pasos del maestro”, que hablaba de cuánto admiraba a John McLaughlin. Él era un amante de los músicos y su arte. No buscaba ser el centro. En este período se notó algo que hizo hasta el último día: rodearse de los mejores músicos para poder tener una base sólida.
En Madre en años luz hubo un trabajo único en lo musical, porque se subió a la tendencia de la época de suplementar los instrumentos tradicionales por versiones electrónicas, como la batería, pero él lo hizo con sutileza. Es un disco ecléctico, distinto a los otros por los arreglos y la profundidad que le dimos. Está “Mula alma”, que es un tema folklórico o “Ludmila”, con tiempos irregulares. Luis era un faro. Tomando un mate en la cocina te mostraba un tema y te caías desmayado. Cada estrofa es una mirada del mundo, por eso tantas generaciones lo admiran. «