Una de las historias menos conocidas del Holocausto es la de como se vivía, o mejor dicho se sobrevivía, en el Ghetto de Varsovia desde noviembre de 1940, cuando fue instituido, hasta su completa destrucción en mayo de 1943, tras el heroico levantamiento que duró cuatro semanas.
Ahora un escalofriante documental norteamericano titulado “Who Will Write Our Story” y dirigido por Roberta Grossman, proyectado en la 13a. Fiesta del Cine de Roma, lo cuenta con material hecho por los mismos cautivos del ghetto, periodistas, historiadores, líderes comunitarios y miembros de la resistencia, reunidos clandestinamente bajo el nombre de Oyneg Shabes (La alegría del sábado en yiddish), y que permaneció por mucho tiempo ignorado y aun ahora en gran parte inédito.
Para Italia, que el pasado 16 de octubre recordó el 75o. aniversario de su propio Holocausto, el de la redada de 1023 ancianos, mujeres y niños del ghetto de Roma, de los cuales solo 16 hombres y una mujer volvieron de los campos de Auschwitz y Treblinka, esta era una fecha importante, que se une a la de los 80 años de la promulgación de las leyes raciales, cuando los judíos descubrieron que no eran más italianos (objeto de otro documental exhibido en pre-apertura de la manifestación justamente con ese título) y es por eso que la Fiesta del Cine los incluyó en su programa.
Y “Quién contará nuestras historias” asume un significado de gran actualidad cuando en Europa vuelven los fantasmas del pasado que ahora niegan el Holocausto, discriminan a las minorías y sueñan con dejar ahogar en el Mediterráneo a los miserables que escapan de la guerra y de la miseria en Africa.
A partir de noviembre de 1940, cuando la masa de judíos capturados por los nazis en Polonia afluían al ghetto y la solución final era aún un sueño en la mente de Hitler, un selecto grupo de periodistas, camarógrafos, historiadores y líderes de la resistencia, se unieron para contrarrestar la falsa versión de los nazis de la vida cotidiana en el país más poblado de judíos de Europa.
Usando cámaras de bolsillo y describiendo las atrocidades nazis con relatos y entrevistas, los miembros del grupo secreto, liderado por el historiador y filósofo Emanuel Ringelblum, dieron su propia y verdadera versión de los hechos, mostrando los cadáveres por la calle, los niños muertos de hambre y la actitud de los católicos polacos, ora simpatizantes o encubridores pero más frecuentemente aprovechadores que se enriquecían vendiéndoles alimentos a precios muy superiores a los practicados a la población local u ofreciéndoles ínfimo dinero por los pocos tesoros que los judíos habían logrado llevarse consigo.
Todo ese material fue escondido bajo las tablas del piso de la casa de Ringelblum pero los pocos sobrevivientes que sabían del escondite no lograron dar por mucho tiempo con los restos del edificio después de la completa destrucción del ghetto.
Finalmente encontrados, eso es ahora parte del archivo Ringelblum de donde salen las escalofriantes imágenes de este film, que desmiente el dicho de que las tragedias de la historia se transforman en farsas cuando se repiten y confirma la de que los pueblos que olvidan su historia están condenados a revivirla.