Este martes comienza una nueva edición de Asterisco, Festival Internacional de Cine LGBTIQ, que se abre paso en la agenda anual cinematográfica con una dinámica propia que excede el marco artístico. Como nosotros lo pensamos, este encuentro no tiene techo, se va haciendo año a año, define Albertina Carri, directora de la muestra. En ese sentido el festival modifica su estructura según los movimientos sociales que lo van acompañando, y lo que sucede en el mundo, y ejemplifica: En la primera edición tuvimos una sección de denuncia, que trataba políticas estatales criminales contra población LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero), y no la pudimos volver a tener porque no había tanta producción: ya las pasamos todas. Son películas que se hacen en condiciones extremas, casi imposibles.
El festival se extenderá durante seis días en cinco sedes. Tuvimos que modificar cierta estructura comenta Carri sobre el programa, este año no tenemos Competencia Internacional de largos, porque no podemos pagarla, pero sí tenemos una Nacional, lo que habla de la muy buena salud del cine argentino: cuando empezamos hace tres años la única competencia nacional que teníamos era work in progress, o sea material en proceso.
Carri, directora de Los Rubios y La Rabia, entre otros films, ve más bien una vitalidad en esos cambios. El objetivo siempre fue visibilizar un cambio que se viene dando a partir de las leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género, incluida la ley de fertilización asistida, porque más que la problemática, interesa la mirada; no es lo mismo la problemática de las lesbianas que la de los gays, y tampoco la problemática no suele ser la misma en Namibia, Alemania, Argentina o Brasil. Siempre es empezar con cada material. En ese sentido el Festival es infinito, todos los años se empieza de nuevo.
Aunque Carri no lo dice, la intención no es la de un comienzo cíclico, la de empezar de cero. Se trata de, cada año, intentar visibilizar nuevas formas posibles de ser, amar y estar en el mundo.