Adriana Martínez es cantante, pianista, psicoanalista, médica y militante social. Sin orden. Exiliada en 1976 luego de la desaparición de Lucía Cullen, amiga y compañera de militancia en el Peronismo de Base, volvió en 1982 pero estuvo guardada por lo menos hasta la asunción de Alfonsín. Dice que la ganó un poco la ansiedad.
Había decidido su salida del país casi de un día para el otro. «Me llamó su papá (de Cullen), que era juez, y me dijo: ‘Tenés que irte, he ido a un montón de lugares y no encuentro a Lucía, pero he visto cosas horribles'», cuenta Martínez.
«No tuve oportunidad de pensar mucho», agrega. «El padre de mi hija, Amílcar Fidanza, se había ido a Brasil cuando se llevaron a varios de El Cronista Comercial, y el cura (Rubén) Dri me había ofrecido que saliéramos por la frontera juntos, y yo le dije: ‘Te agradezco pero me voy por la mía’. Cuando fui a buscar el pasaporte de mi hija me hicieron pasar por la ventanilla de especiales. ‘Mercedes Fidanza’, le digo al policía, y mientras me está dando el pasaporte alguien me toca el hombro, entonces manoteo el pasaporte, salgo corriendo y me tomo un taxi. Dentro del auto me di cuenta de que me había hecho pis encima.»
Brasil y México fueron sus lugares en el mundo durante muchos años. Allí ejerció como médica, psicoanalista y dio sus primeros pasos en el canto popular, porque hasta ese momento lo suyo era la ópera. Lo hacía como terapia en un hospital en México, recuerda.
De regreso al país y el país a la democracia, volvió a sus orígenes en la ópera: Hicimos diez conciertos en el (Centro Cultural) Recoleta que me cedió (Alberto) Ure, y, sin embargo, no grabamos pero no sé por qué. Voy a ver qué se puede retomar. Me acuerdo haber hecho dos canciones iconoclastas para León (Ferrari), que están grabadas en un documental que le hicieron.
Pero recién hace cinco años Martínez empezó a saldar la deuda que tenía con el canto popular. Tres discos de bellos temas en tres años (Exilios, Exilios II y Desexilios y Amores), y un cuarto que promete pronto con canciones más necesarias para este momento.
Mientras, además, trabaja muchísimo en psicoanálisis, haciendo asistencia en Barrio Mitre (el que está al lado del Dot, el de la inundación, el gatillo fácil) y hasta con un programa de radio que dice llevarle mucho tiempo por falta de experiencia (se emite los jueves de 16 a 17 hs. en
El domingo, su fino canto en compañía de la guitarra de José Cataldi (su fiel acompañante y arreglador de todos los temas ya que Armando de la Vega, está de viaje), una vez más dará cuenta de todos esos años, y proyectará una luz sobre el porvenir. «