A los 8 años Eleonora Wexler ganó un concurso para ser parte de un musical. Se había enterado por un aviso en el diario de su papá. Y como todos los días hacía que sus amigas, vecinos y primos se quedaran a ver sus creaciones (puestas teatrales en el living de su casa), su mamá no dudó y la llevó. A partir de allí fue haciendo su camino y la continuidad de trabajo en televisión, cine y teatro la convirtieron en una de las actrices más convocadas y convocantes de la escena. Eso mismo hoy le permite, con 40 años de carrera, poder elegir sus trabajos.
Wexler protagoniza Último primer día, una historia sobre el mundo adolescente, con todos sus amplios matices, que tiene como disparador una fiesta estudiantil a orillas del mar que termina con el asesinato de un profesor y uno de los alumnos desaparecidos. “Tengo la suerte y la alegría de poder decidir lo que hago. En ese sentido soy una privilegiada. Haciendo lo que me gusta, teniendo la posibilidad de pensar qué hacer: si es fuerte y es interesante, me meto de lleno”, dice la actriz sobre la serie que ya está disponible en Flow.
A Wexler le gustó como avanza el relato por medio de flashbacks para dar cuenta de la historia de cada uno de los personajes: “Me da orgullo poder ser parte de trabajos que generen debate y este más allá del festejo que da título a la serie, indaga en la adolescencia y en cómo manejan la libertad que hoy en día tienen, por suerte, para decidir y no ponerse etiquetas o encajar en estructuras antiguas. Siendo mamá de una adolescente me gustaba aportar e indagar sobre ello. Hoy los adolescentes disfrutan de más libertades, pero los acechan muchos peligros”. La actriz no se considera la protagonista de la serie: “Soy la que lleva la historia, porque soy la detective que investiga, pero en realidad es una historia tan coral, que no me siento la figura central o protagonista principal. Creo que soy el disparador o el canal por el cual cada uno de los personajes aporta lo suyo. Cada personaje tiene su espacio, su historia, y eso lo hace más entretenido. Porque hay una paleta de colores en todas las historias de los personajes”.
Con capítulos de media hora se desarrolla la historia enfocada en la investigación de un crimen perpetrado durante la fiesta de un exclusivo colegio de un pueblo turístico, pero desplegando a cuentagotas el entramado político-económico que encierra el asesinato en cuestión. La fiesta del último primer día, novedad para muchos, es una costumbre bastante difundida entre los que terminan la secundaria. Algo así como una vuelta olímpica anticipada. “Es un invento que nosotros los adultos permitimos en definitiva y terminamos un poco presos, en algún caso, de esta nueva modalidad, de celebrar el último primer día. Está bueno que una ficción lleve al extremo algo común con lo que le podría pasar a cualquier adolescente y esta moda. En este caso tiene el elemento que son jóvenes de un pueblo costero, que se descontrolan pero esconden algo más y mi personaje vuelve al pueblo donde su hija murió en un accidente que sufrió justo con el profesor que aparece muerto. Todos elementos que agregan intriga a esta estructura clásica de una investigadora que tiene que ir sacando la hojarasca para llegar al fondo de la cuestión”, puntualiza la actriz.
La nueva generación parece sedienta por experimentar, “pero hay que ver hasta dónde y cómo, porque las cosas pueden irse de las manos”, reflexiona Wexler. Y agrega “este tipo de ficción, para que funcione, tiene que tener siempre algo que te enganche. En un buen policial debería pasar aquello que atrapa al espectador y, a la vez, lo deje con ganas de ver el próximo capítulo. Tiene que enganchar con situaciones que parecen de una manera pero luego no son así. Eso es fantástico, es lo que me gusta a mí como espectadora. Y Último primer día lo tiene.”
La agente Victoria Duval (el personaje que encarna Eleonora Wexler) es implacable, pero «esconde un gran dolor en definitiva por lo de su hija. Se fue de ese pueblo por lo que le pasó, pero se hace cargo de un desafío profesional y emocional a pesar que había vuelto al pueblo por un tema de sanación interna. Es de esos personajes intensos. En más de una escena tuve que esperar un par de horas para recuperarme. A veces cuesta salir, si te toca una fibra y quedas conmovida, algo conmocionada, estás un par de horas afectada. No sos un robot. Depende de la fibra que te toque. A veces no es tan matemático armar un personaje o hacer una escena dura”, dice la actriz, quien también reconoce la ayuda del director y de compañeros como Rafael Spregelburd (que por momentos hace de antagonista), entre otros. “Esta bueno cuando un rol te permite ponerle sutilezas y quizás así buscar que todos los que la vean se identifiquen con algo”, agrega.
En cuanto al presente y futuro de la actuación en la Argentina, Wexler reflexiona: “El arte, en cualquiera de sus expresiones, siempre salva. Tenemos un teatro increíble, por lo variado, por lo comprometido. Hay una cartelera enorme con una infinidad de Somos uno de los pocos países que logra tener tantas historias y miradas distintas para ver. Las plataformas también son lugares donde se muestra la capacidad de trabajo, pero la situación del cine es preocupante. Hay que tratar de regular la actividad de manera de que se hagan más películas. ¿De otra manera nos quedaríamos sin cine. La cultura es básica para mirarnos, y la identidad se afirma con películas locales no tenemos que descuidar lo nuestro. La tele no tiene suficiente espacio para contar historias, la ficción no es algo que predomina. La gente quiere, lo consume, por lo que es importante poder reforzar nuestra propia industria. Tengo esperanza de que se va a ir dando.”
Último primer día
Con Eleonora Wexler, Rafael Spregelburd, Ana Celentano, Juana Viale, Juan Gil Navarro, Santiago Achaga, Lautaro Rodríguez, Candela Saitta, Lion Bagnis y Minerva Casero. Dirigida por Diego Palacio. Disponible en Flow.
Técnica y formatos
Eleonora Wexler reconoce que para hacer teatro se prepara de manera diferente que si su labor es frente a cámara. La técnica en sí es similar pero cuando son escenas grabadas, el entrenamiento de los años de televisión y cine le permite “entrar y salir, salvo que te requiera un poco más porque es algo fuerte, pero la idea es pensar distinta a donde va y de donde viene el personaje. En cambio en teatro es meterse y quedarse hasta el final de la función. No son escenas sueltas. Pero es algo personal, cada actor y actriz tiene su técnica”, admite.
Ahora bien, si es una serie o cine, la diferencia es aún más sutil para ella: “No cambia mucho si es largometraje o serie. Ahí las grabaciones son muy similares y una se olvida que esta un set y se mete en la historia. El único tema tiene que ver con los tiempos: cuántas semanas tenés que estar pensando en eso que te toca hacer. En este caso, una detective. El tratamiento es parecido. El presupuesto y los tiempos son los que determinan cómo vas a trabajar y eso ya no depende de vos”.