Inscripta en lo que se llama relatos autobiográficos, la directora de Trelew vuelve a buscar al padre que puede encontrar. Ya con más de 40años, cuenta la historia de la muerte de su padre, José, que también es la historia de un silencio propio que la película le ayuda a romper.

Arruti intenta mantener un misterio sobre la muerte de su padre en un supuesto accidente ferroviario. Militante obrero de filiación comunista, el cuerpo del padre de Mariana fue reconocido por un familiar político, pero no “contado” nunca por su madre y otros familiares más cercanos. Pero Arruti hija no pretende hacer una película sobre su padre, sino cómo él, en ausencia desde que ella es pequeña, fue construido, deconstruido, reconstruido una y otra vez en busca de una forma definitiva. Pero no pudo ser. Es probable que tanto Mariana como el espectador piensen que por eso le llevó tanto tiempo “hacer” a su padre.

Pero en ese hacer aparece lo mejor de este documental ficcionado. Y no sólo, ni siquiera precisamente, porque José Arruti no estuvo más de un día para otro y a Mariana no le quisieron, no pudieron, no supieron explicarle por qué. Sino porque todo padre (y madre) es la construcción de sus hijos, de cada uno de ellos: son los que quedan para contar su historia. Y El padre es la historia del José que hizo Mariana.

En ese sentido la directora entiende que la de los padres es una historia de nunca acabar. Que siempre está escribiéndose una vez más. Y por eso decide darle un corte a su búsqueda y a los interrogantes: la mejor manera de eliminar una obsesión es olvidarse de ella, dejarla andar por su cuenta para ver si algún día aparece reveladora de otro sentido, nunca definitivo, y por eso menos angustiante y aliviador.

El padre (Argentina, 2016). Dirección: Mariana Arruti. Guión: Mariana Arruti y Débora D’Antonio. Con: Emma Gil, Manuel Martínez Sobrado, Franco Jeremías, Lara Arruti, Nadia Schmiedt y Vanina Aybar. Duración 72 minutos.

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