«Una película siempre es un viaje largo, pero este fue larguísimo», cuenta el director, guionista y productor Ulises de la Orden sobre El juicio, su último documental que tendrá estreno mundial en la próxima Berlinale, durante febrero de 2023. Se trata de un trabajo sobre el Juicio a las Juntas que empezó a gestarse diez años atrás, basado en el registro audiovisual de las audiencias públicas que en 1985 llevó adelante la Cámara Federal, un archivo compuesto por 530 horas de material filmado por la televisión pública (por entonces, ATC) en el que consta el enjuiciamiento a los máximos responsables de la dictadura cívico-militar que tomó el poder en marzo de 1976.
«Siempre creí que la importancia del Juicio a las Juntas estaba soslayada», explica el realizador. «Por otro lado, tenía también muchas ganas de experimentar cómo sería trabajar en una película exclusivamente con material de archivo». Acceder a esos documentos no fue nada fácil; hasta que Memoria Abierta, la alianza de organizaciones argentinas de derechos humanos que integran, entre otras, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora pusieron a disposición las filmaciones y ayudaron al cineasta a gestionar la autorización para su uso ante la Cámara Federal.
En su momento, las imágenes tuvieron una difusión muy acotada. «Sólo se emitían tres minutos por día en la televisión, sin audio, excepto la lectura de la condena que se transmitió en vivo y en directo. No hay que olvidarse que el Juicio a las Juntas Militares fue el primer juicio oral de la Argentina y que, además, fue la primera vez que se filmó un juicio». En el documental, la cronología del proceso legal y su tremenda extensión se transforman en un relato dividido en 18 capítulos capaz de atrapar en más de un nivel: los discursos, las maneras de adjetivar, el tono declamatorio de los militares acusados y sus abogados defensores; los gestos, las sonrisas sardónicas de genocidas como Videla, Massera, Viola o Galtieri, entre otros; o los primeros planos de los familiares que rompen en llanto ante la descripción de las torturas, vejaciones y las circunstancias denigrantes que recuerdan los exdetenidos, configuran distintas capas de sentido que resignfican la historia conocida. «Se trata de un gran ejercicio de montaje que intenta respetar lo que pasó durante el juicio, pero con una temporalidad alterada. Queríamos reflotar, narrar qué pasó en ese salón: cuál era el espíritu que se vivía ahí adentro, cómo se llevó adelante el proceso, cuáles fueron los temas que se trataron, qué decían los testigos, la fiscalía, cómo preguntaban los jueces, los defensores, los ardides que usaban para interrumpir el juicio. Sin corrernos de ese archivo, hubo que encontrarle un ritmo, una dinámica».
La tarea fue, según De la Orden, «faraónica». De un primer corte de nueve horas, la película llegó a las casi tres que finalmente tiene. «Pensamos: ¿a quién queremos mostrar El juicio? ¿A los que ya están convencidos de lo que sucedió, los que saben qué lado de la vida es el correcto? Ellos no necesitan esta película: podrán refrescar ideas o la valorarán como un documento. Nuestro público son los chicos y chicas de entre 16 y 20 años, los que hoy están terminando el secundario y para los cuales, en su mayoría, este hecho es algo muy lejano. Pero no tenemos que olvidarnos que aún se sigue condenando a represores, genocidas, torturadores y violadores de la última dictadura, por lo que el Juicio a las Juntas nos involucra a todos como sociedad».
Sobre el diálogo entre este proyecto con el boom de Argentina, 1985, la película de Santiago Mitre, De la Orden cuenta: «En un primer momento yo sentía que esto era mío. Y la realidad es que ni el tema es mío, ni la película es mía: creo que cuantas más historias surjan sobre la dictadura y especialmente sobre el Juicio a las Juntas, mucho mejor. Incluso, te diría que Argentina, 1985 ayuda a este documental –cuyo estreno en nuestro país está previsto para abril–. Además de ser una gran película, hizo que se hable de algo de lo que no se hablaba».
La enorme repercusión que generó la revisión de este hecho histórico implica, para el cineasta, una puesta en valor. «El Juicio a las Juntas en sí mismo tiene algunos rasgos fallidos: uno hubiese querido que fuera perpetua para todos, y sin embargo hubo cuatro absoluciones, algunas penas muy chicas, etcétera. Pero el gran valor de este juicio es que haya sucedido: eso marcó un antes y un después. Los testimonios y el coraje de los sobrevivientes son un capital invaluable. Todo fue dicho en sede judicial. Esas pruebas, esos testimonios, se siguen usando hasta la actualidad y continuarán utilizándose en el futuro. Que se hayan producido condenas es importantísimo, más allá de su contundencia, que está dentro de lo discutible. Pero lo que es indiscutible es que el Juicio a las Juntas fue el cimiento desde donde luego se construyó todo el proceso de justicia argentino, con unos avances impresionantes y unos retrocesos terroríficos. Aunque desde luego hubo prolegómenos y por supuesto fue imprescindible el involucramiento de los organismos de Derechos Humanos, las Madres y las organizaciones de la sociedad civil. Por eso hablo de un proceso de justicia, que no lo hace sólo el Poder Judicial, lo hace toda una sociedad y, por suerte, continúa hasta nuestros días más allá de los retrocesos que significaron las leyes de Punto Final, la Obediencia Debida y los indultos».
El realizador, que en su larga trayectoria como documentalista también filmó –entre otras– Río arriba (2006) y Tierra adentro (2011), amplía su mirada sobre el tema: «A veces se critica a los fiscales y a los jueces diciendo que eran funcionarios de la dictadura, pero no eran funcionarios de la dictadura: eran funcionarios judiciales antes, durante y después de la dictadura. Lo interesante es que este juicio se llevó a cabo con la justicia ordinaria, con la justicia que había. Eso le da una característica de civilidad y de democracia más significativa. No necesitamos nada especial, ni que nadie nos diga cómo hacerlo: el Juicio a las Juntas lo hicimos nosotros». «
El juicio
Una película de Ulises de la Orden. Montaje: Alberto Ponce. Dirección de producción: Gisela Peláez. Estreno mundial en 73ª edición de Berlinale.