Algunas películas están destinadas a ser mucho más que una película. El irlandés tenía todo para transformarse en una obra significativa desde que empezó a gestarse. Se trataba de un nuevo proyecto de Martin Scorsese (77 años), uno de los directores más emblemáticos de la historia, y el elenco multiplicaba las expectativas de la mano de Robert De Niro (76) y Al Pacino (79). Pero una serie de obstáculos terminaron dándole una épica todavía más trascendente. La película fue rechazada por las productoras tradicionales de cine y sólo se hizo realidad gracias a la intervención de Netflix, lo que determinó un recorrido inusual para un film de este porte: un paso fugaz por las salas que en la Argentina comenzó el jueves y el desembarco prematuro en la plataforma streaming, que se concretará este miércoles. Las dificultades para hacer El irlandés impulsaron a Scorsese a tejer alianzas hasta hace poco inimaginables, pero ante todo parecen haber potenciado su voracidad creativa hasta alumbrar una suerte de declaración de principios que dura tres horas y media e interpela su obra, el presente del cine y los aspectos más sórdidos de la condición humana.

El irlandés retrata las vicisitudes de un grupo de gángsters que atraviesa las décadas del ’50, ’60, ’70, hasta diluirse con la llegada del siglo XXI. El guión está basado en I Heard You Paint Houses, el libro que echa luz sobre el ascenso y asesinato del mítico gremialista camionero Jimmy Hoffa. Hoffa (Al Pacino) es un eje central de la película, al igual que el encumbrado mafioso Russell Bufalino (Joe Pesci, 76). Pero el verdadero protagonista de esta historia es Frank Sheeran (De Niro), un transportista de oscuro pasado en la Segunda Guerra Mundial que gracias a un hecho fortuito se sumará a la organización delictiva y escalará rápidamente gracias a dos virtudes: su eficiencia para «pintar paredes» y no preguntar demasiado. El relato va y viene en el tiempo, y mientras tanto retrata parte de la historia ya no tan reciente de EE UU: donde hay lugar para Kennedy, Nixon, Fidel Castro y Sinatra, con paradas en el magnicidio de JFK, Watergate, Bahía de Cochinos y bastante más.

Existe una dificultad insoslayable en que tres actores de más de 70 años representen papeles que trascurren en casi cuatro décadas diferentes. Scorsese lo resolvió con un costosísimo sistema digital de «rejuvenecimiento» que opera casi en vivo mientras se filma, más allá de los posteriores retoques de edición. Los resultados no dejan de producir momentos de extrañamiento. Los rostros y sus expresiones alcanzan cierta verosimilitud, aunque puede percibirse algún desfasaje entre la escasa tonicidad de los movimientos de un De Niro con cara de 40 años y cuerpo de 76, por ejemplo. Pero esas marcas de la edad que todavía no se pueden ajustar digitalmente no constituyen un problema mayor. Se superan conforme pasan los minutos y –acaso– le den mayor riqueza a la experiencia que propone El irlandés. La película cuenta una historia desde sus personajes, pero también desde esos actores que son significantes en sí mismos. Dicho de otra manera: Scorsese pudo convocar a actores más jóvenes y hacer mucho más sencillo y realista el paso del tiempo. Pero no habría sido lo mismo. El irlandés impulsa lecturas que van mucho más allá que la fábula que tejen Sheeran, Bufalino y Hoffa. 

Esta nueva producción de Scorsese adquiere su máxima profundidad cuando los años se acumulan y Sheeran ya no es capaz de apilar cadáveres y descartar armas. Es justo cuando se ve obligado a ser testigo en primera fila de su propio ocaso, de la vejez y de las ausencias. Eso que –sin proponérselo– les ahorró a sus víctimas ahora lo acosa minuto a minuto. Se ve obligado a soportar los achaques, la soledad y ciertos fantasmas con una lucidez que sobrepasa al promedio de su edad. Un combo que puede ser de una extrema crueldad. El irlandés, entonces, es también una película sobre la vejez, sobre la declinación del cuerpo y del alma, y sobre el peso de la culpa y la imposibilidad de la redención.

La flamante película de Scorsese parece caminar con paso firme hacia los Oscar. Pero, mucho más importante, oficia de parábola y casi de testamento artístico de un director y una forma de hacer cine que mantiene plena vigencia. Más allá de superhéroes, merchandising, precuelas, spin off y demás constelaciones de productos, algunas tradiciones siguen haciendo su propio camino.


El irlandés

Dirección: Martin Scorsese. Reparto: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel, entre otros. En cines y desde el 27 de noviembre en Netflix.