Como todo fenómeno de la industria cultural, la escena local de los ritmos urbanos sostiene ciertas tradiciones: Duki presentó su disco en conferencia de prensa, Nicki Nicole y Ca7riel lanzaron nuevos materiales discográficos (y Paco Amoroso lo hará en breve), Bizarrap se lamentó en redes sociales por no haber ganado un Grammy… Estos jóvenes que marcan el ritmo de la música argentina de la década no dejan de innovar y, al mismo tiempo, reconocen la valía de numerosas prácticas clásicas. Wos -Valentín Oliva-, quizás el más representativo de toda esta generación, no se queda afuera y lanzó un nuevo CD: Oscuro éxtasis, que se suma a su larga duración debut (Caravana, 2019) y a un EP publicado en pleno aislamiento (Tres puntos suspensivos, 2020).
La placa cuenta con trece canciones -bastante breves, por cierto- distribuidas en casi 40 minutos. Su arte de tapa en blanco y negro -creada por Alejandro Ros- expone una lengua disfrutando del metalizado sabor del ¿titanio?, lo que resulta una concatenación de referencias que pueden rastrearse en la música electrónica (The Bloody Beetroots), el cine (Terminator), el cómic (Venom) y hasta en lo performático (el Demonio pergeñado por Gene Simmons). La producción estuvo a cargo de Doguito Records y el coequiper de Wos desde hace años, Facundo Yalve (Evlay).
El tracklist comienza con “Introducción al éxtasis”, una narración sobre capas de sonidos oníricos, y el verdadero plato fuerte comienza con “Buitres”, uno de los puntos altos de la placa: un rap rock que remite a una de las temáticas más habituales en el género, aquellas personas que rodean a los artistas motivados sólo por intereses que nada tienen que ver con el cariño o el respeto. Y, si de hallazgos se trata, el tercer tema -titulado “Culpa”- redunda en un maridaje perfecto con la participación de Ricardo Mollo (que de tan brillante deja gusto a poco, porque su voz interviene solamente durante 23 segundos). El líder de Divididos es un emblema en el campo de la mixtura de géneros y, al mismo tiempo, que participe de la placa de alguna forma representa un nuevo apoyo de la escena rockera maisntream argentina para con Wos, de tan solo 23 años (como la invitación que le hicieron Ciro y Los Persas para que suba al escenario durante el Festival Mastai en 2019).
La pieza sigue con la popera “Pared de cristal”, y “Mirá mamá”, uno de los cortes de difusión, en la que el cantante le habla a la madre y le anuncia “mirá mamá, estoy arriba, y te juro que no hay nada más que la vida”: un hermoso tango, ¿no? Luego, la superstición, la literatura de Poe y el café de la calle Corrientes se encuentran en “Gato negro”, preludio a la que sin dudas será el himno del disco adoptado como tal por los fanáticos y público en general, porque tiene todos los ingredientes necesarios para surfear las olas de la novedad y permanecer en el imaginario colectivo: “Que se mejoren” es un arrollador manifiesto de urgente y desgarradora actualidad: “Cuando el que dicen que protege es el mismo que te mata / El que te ejecuta como rata, hereje anti placa”.
La octava canción cuenta con Ca7riel como invitado y es una relectura de Fatboy Slim en dos niveles: el literal, ya que se llama “Niño gordo flaco”, y el resignificado, debido a que la base es un sample de “Praise You”, uno de los mayores hits globales del DJ británico. Las colaboraciones siguen de inmediato, en este caso, con Nicki Nicole en “Cambiando de piel”, un moderno funk en el que ambos demuestran su notable ductilidad. La placa termina con una sucesión de raps ya característicos: “Contando ovejas”, “Convoy jarana”, “Lleno de zafiros” y “Mugre”, con los que nos deja en claro que le sobra capacidad para experimentar por diversos géneros, pero que sigue con los pies firmes en sus bases estéticas.
Oscuro éxtasis es la reafirmación de que Wos es la referencia ineludible del arte joven argentino contemporáneo, más allá de lo estrictamente musical: colaboraciones, lectura de época y experiencia. Esto, asimismo, representa un nuevo desafío para Valentín Oliva: ya no es ninguna novedad. A partir de ahora su carrera estará acompañada por las expectativas de la crítica (algo de lo cual no tiene por qué hacerse cargo, bajo ningún concepto), y de sus seguidores, que crecerán junto con él. Ese proceso de madurez colectiva seguramente nos seguirá regalando una carrera que ya no es ninguna promesa, y ojalá sea una realidad de largo aliento.