A mediados de febrero una nueva radio llegó al aire porteño. Urbana Play FM 104.3 es la emisora que formaron los ex integrantes de Metro: Matías Martin, María O’Donnell, Andy Kusnetzoff y Sebastián Wanraich. Con la dirección de Andrés Pandiella (también ex director de Metro), la estructura productiva y económica de Martín Kweller (Kuarzo) y la licencia recién comprada por Carlos Rosales (dueño de Radio Continental y de Garbarino), esta nueva FM viene a renovar varias discusiones en el ámbito de la radiofonía.
Una de ellas es la relevancia de las figuras (conductores) para la generación o sostenimiento de las audiencias. Para esta discusión aún no hay respuesta pues no existen mediciones que corroboren cómo le fue a Metro con su nueva programación (que incluye a Ignacio Otero, Leo Montero, Gabriel Schultz, Nicolás Cajg, Julieta Cajg, Dalma Maradona, Jey Mammon, Nicolás Artusi, Sol Rosales, Luciano Banchero y Fiorella Sargenti, entre otros). Y tampoco los hay para Urbana Play. Resultará muy interesante verificar cuál de las dos emisoras retiene mayor cantidad de oyentes luego de la separación y si logran generar nuevas audiencias. Es probable que Metro consiga generar nuevos oyentes y Urbana capte la mayor cantidad de audiencia que hasta 2020 escuchaban a sus conductores. El tiempo dirá.
Otro de los debates que se encienden es la necesidad de una renovación en la radiofonía porteña. Los programas que hoy están en Urbana, que contaban con una trayectoria de entre 15 y 20 años, se rearmaron en sus equipos pero sostuvieron conductores, horarios, géneros y lógicas de funcionamiento. Lo que podría haber sido aprovechado como una oportunidad para reinventar esos espacios se transformó en una confirmación del camino recorrido hasta este punto. Aunque con algunas incorporaciones fuertes como la de Lizy Tagliani a Perros de la calle y Clemente Cancela a Todo pasa (el programa de Matías Martin).
En ese aspecto, Metro se vio obligado a renovar parte de la programación. En especial durante la mañana donde Ignacio Otero debuta en la conducción radiofónica diaria y Leo Montero (al igual que Jey Mammon en el horario de la vuelta) saltan de la televisión para reforzar una grilla que se completa con los ex Perros de la calle. La incorporación de figuras de la tele al aire de emisoras es una fórmula reiterada que tiene sus altibajos en los rendimientos. Más allá de esto, Metro sigue en su apuesta por el entretenimiento y los contenidos aspiracionales aunque no centra su juega en la reducción del promedio de edad de su audiencia. Los jóvenes (sub-30) parecen quedar de lado en ambos diseños artísticos.
El tercer gran debate que abre el lanzamiento de Urbana es la presencia de cámaras en los estudios de radio y el rol que tiene el video en la sobrevida de la radio en internet. Urbana Play transmite toda su programación en YouTube con cámaras colocadas en las esquinas de un estudio (de televisión ambientado para radio) que “ponchan” a los distintos integrantes de los programas durante el aire. Las cámaras no alcanzan los planos horizontales a los ojos de los protagonistas y estos muy pocas veces miran a cámara. Los contenidos también se transmiten, en muchos tramos, por la señal de cable KZO (del mismo Kweller). Además, la radio cuenta con un canal de Twitch que también transmite sus contenidos en vivo.
Si bien no tiene ningún sentido ni brinda ningún extra o complemento la imagen, esta decisión le permite a Urbana estar en el principal canal audiovisual de internet, YouTube, para facilitar el acceso a oyentes en sus computadoras. Algunos programas alcanzan las 12-15 mil conexiones en vivo mientras el promedio diario está en las cinco mil personas simultáneas. Esto habla de la relevancia de un canal, YouTube, que suele ser desestimado por las radios al ser considerado “audiovisual”. Esta lectura suele perder de vista que YouTube es la principal plataforma para escuchar música y que allí los contenidos “sonoros” circulan de gran manera.
Por otro lado, lo audiovisual altera la rutina productiva (es común escuchar a Andy indicar qué o cómo ponchar o redactar los graphs) genera redundancia y muestra la “cocina” de la radio (integrantes leyendo computadoras, conductores que se paran y se sientan, nucas y espaldas en planos amplios, etcétera). Pero el video parece una herramienta fundamental para llegar a ciertas plataformas que dominan el consumo cultural de un sector de la sociedad.
Así las cosas, el caso Urbana-Metro permite abrir una serie de discusiones sobre la actualidad y el futuro de la radiofonía que lejos están de saldarse pero avanzan sobre las formas de adaptarse (o no) de un medio centenario.