Son pocas las propuestas teatrales que persisten en el tiempo y muchas menos las que alcanzan los diez años en la consideración popular. En ese espacio reservado para pocos, El Bululú, antología endiablada, la obra pergeñada por Osqui Guzmán y Leticia González de Lellis en 2010, celebra una década de vida en la que nunca dejó de ser representada y mucho menos de ser muy bien recibida por el público.
Los nuevos protocolos autorizan a que las salas de Buenos Aires vendan tickets para el 30 por ciento de su capacidad. En ese marco, El Bululú volverá a ser representado durante cuatro funciones a partir de hoy (repitiendo los tres sábados siguientes a las 20:30) en el escenario del Centro Cultural 25 de Mayo. A Osqui Guzmán le cuesta un poco expresarse. Hace pocas horas Diego Armando Maradona dejó este lado de las cosas y como casi todos los argentinos (y buena parte de los futboleros del mundo) al actor se lo escucha triste y conmovido antes de comenzar a hablar de su trabajo.
“Tengo que ser sincero, ahora estoy conmocionado por la muerte de Diego, y estoy que no puedo parar de llorar, así que te pido disculpas si me escuchás mal. No pude conocerlo, pero tuve a Dalma de alumna de teatro y también conocí a Claudia en su rol de productora, y el año pasado trabajé en la serie que produjo Amazon sobre su figura”, dice antes de reponerse y hablar de su vuelta a los escenarios.
Para Guzmán regresar al mundo del teatro resulta conmovedor. Aunque los protocolos impongan una cantidad de público reducida: “Es definitivamente movilizador volver porque creo que los actores nos liberamos de la situación de no existir. Los actores vivimos mientras estamos en el escenario. Dependemos de la mirada del espectador para tener esa existencia. Desde ese punto, toda la cuarentena que tuvimos que guardar fue muy grave para nuestro espíritu laboral, sobre todo porque había una sensación muy fuerte y parecida al estar acorralados. Sin embargo teníamos la esperanza de que en algún momento íbamos a poder salir”.
Para Guzmán, el renacimiento post pandémico de El Bululú en mucho se vincula con tener la posibilidad de realización en un teatro como el del Centro Cultural 25 de Mayo. “Cuando se habló de la posibilidad de apertura de espacios al 30 por ciento, comencé a recibir propuestas para reponer El Bululú, pero lo del 25 de Mayo, que es un teatro de barrio, me pareció muy importante porque es una sala que está en la periferia, sobre todo para que la gente no tenga que trasladarse obligatoriamente hasta la zona de la avenida Corrientes para ver teatro y pueda ver cosas en su barrio. Incluso, esta sala fue defendida por los vecinos cuando quisieron tirarla abajo.”
Guzmán acepta que jamás pensó en que esta obra llegaría a semejante periodo de vida. Y todo indica que seguirá existiendo en el tiempo de la mano de un público que no quiere dejar de verla. “Nunca me imaginé que podría durar tanto, esa es la verdad. Recuerdo que el estreno fue hace diez años en el Teatro Nacional Cervantes y fue un éxito que perdura hasta ahora porque la gente quiere seguir viendo esta historia. El público no suelta la obra y siempre que hice temporada la sala se llenó. Lo mismo sucedió en el exterior, donde también pudimos hacerla, así que los que hacemos esta obra es más o menos lo que les pasa a los músicos que tienen sus hits y no pueden parar de cantarlos. En definitiva, el público es el que quiere seguir viendo a El Bululú.”
Entre las muchas actividades que Osqui Guzmán realiza se encuentran los talleres y clases teatrales que ofrecía en barrios carenciados, algo que también la llegada de la pandemia postergó: “Fue muy duro parar de hacer esa función social. Gracias a gente que todo el año está en esas funciones, sabía que había chicos de barrios de la Villa 24 o de otras villas que necesitaban expresarse. Es algo que voy a seguir haciendo. Me interesa ayudar, porque hasta di clases en institutos de menores y por eso es tan importante la acción del Estado para ayudar a esos niños. No se trata de meter presos a los chicos, se trata en definitiva de educarlos”. «
