Hace rato Eduardo Blanco es uno de esos intérpretes que lograron tener una personalidad distintiva en escena. Comenzó como actor de teatro, pero conquistó la popularidad en el cine. Específicamente en una trilogía de películas que tuvo a Ricardo Darín como protagonista y a Blanco como su amigo: El mismo amor, la misma lluvia (1999), El hijo de la novia (2001) y Luna de Avellaneda (2004).
Desde entonces su presencia para el gran público se multiplicó, extendiéndose a la televisión y las plataformas de streaming. Actualmente protagoniza junto a Luis Brandoni la obra Parque Lezama, de Herb Garner.
-¿Buscaste hacer una carrera como actor o se fueron dando las oportunidades?
-Creo que los caminos son caminos y hay que recorrerlos con serenidad y teniendo un criterio. Uno se va construyendo con las decisiones que va tomando.
-¿Es difícil tomar esas decisiones?
-Depende. Como todo hay que mirar muchos factores para ver cuál es el determinante. Pero nunca autoengañarse: hay que hacer todo con convicción. Si vas a trabar con el pie flojo, te podes lastimar el tobillo. ¿Se entiende?
-¿Cuándo sentís que comenzó tu hambre por la actuación?
-No lo sé con exactitud. Quizás las primeras veces que fui al cine. A los 11 o 12 años me acuerdo que íbamos con mis amigos, a ver lo que sea. Nos juntábamos todos los sábados a la tarde. Con una entrada podías ver tres o cuatro películas. En el cine de barrio, en mi época había muchos más.
-¿Al teatro no ibas?
-Arranqué con la pantalla grande. Pero me acuerdo cuando una novia mía me llevó por primera vez al teatro. Quede fascinado con esa liturgia.
-¿Qué fueron a ver?
-Fuimos a ver Esperando la carroza. Que muchos años después se hizo para cine. De hecho es una película mítica y emblemática. Pero era una obra de teatro. Estaba tan buena o mejor, te diría. Y bueno, sin darme cuenta un día me encontré en un grupo de teatro independiente y como me gustaba que me cuenten historias, las empecé a contar yo.
-¿Qué edad tenías?
-Era un pasatiempo de adolescente, tenía unos 17 años. Pero nunca pensé que iba a ser actor profesional, nunca tuve ambición de poder vivir de esto. Soy de la época que las actividades de índole artísticas estaban asociadas con morirse de hambre. Quizás tenían razón los que decían eso, pero bueno, tuve suerte y perseverancia.
-¿Tenías algún mandato familiar?
-Claro, yo tenía que hacer la universidad, pero fui eligiendo en el camino y aquí estoy. Hace tantos años que vivo de esto que no estoy seguro cuando fue que se dio.
-¿Estudiaste algo antes de actuar?
-No. Mi viejo siempre quiso que yo fuera ingeniero mecánico. Él era mecánico, por eso me mandaron a una escuela técnica. Por rebeldía natural aborrecía todo lo relacionado con eso, la verdad que odiaba el colegio. No me gustaba, no entendía nada ni le ponía ganas por aprender. Entonces un día tomé coraje y les dije a mis padres: no voy a ser ingeniero.
-¿Trabajaste en otras cosas?
-Por supuesto. Muchos años. Vendí de todo, manejé un taxi, lo que aparecía. Pero la venta me iba bien. Después de la colimba me puse a vender bebidas blancas y café. Más tarde me puse con las baterías de cocina, casa por casa, en reuniones que se arreglaban, como una cita previa, para hacer ahí una puesta en escena y contar todos los usos que tenían esas ollas y sartenes.
-¿Era un personaje más para tu formación?
-Claro que sí. Tenía un speech y unas mañas que eran totalmente una actuación, me creía lo que decía. También vendía planes para comprar televisores color y videocaseteras. Vendí discos también. Todo me nutría, en ese tiempo no lo notaba, pero luego me di cuenta que me servía, ya que era muy observador e iba probando cositas. Nunca era igual, usé ese período de laboratorio, digamos.
-¿Lo que nutre como persona, lo hace como actor?
-Yo trato de aprender y crecer en cosas que me hagan bien como persona, eso luego lo paso a mi faceta profesional. Eso es importante. Hace poco tuve que hacer de un enólogo. Leí bastante, y bueno, aproveche a tomar un buen vino. Pero bueno me gusta ir adquiriendo conocimientos varios. La vida vivida es lo que más te nutre para interpretar un personaje
-¿Es más importante la imaginación o la observación en un actor?
-Es un cóctel de ambas. Salvo que sea algo muy específico.
-¿Tenés algún gusto secreto o prohibido?
-La verdad que no. Lamento decepcionarte, pero soy un tipo común y corriente, casi aburrido se podría decir. Pero bueno, depende como lo mire. Me gusta disfrutar del arte en todas sus formas, me gusta el fútbol, ir de viaje. Salir a pasear o jugar al truco con mis amigos mientras se hace el asado. Esas cosas, lo que le gusta a mucha gente.
-¿Jugás al fútbol?
-Ya no juego. Se juntan mis amigos, veteranos todos, a jugar. Les gusta. Pero por mi profesión, me cuido. A los 40 y pico me pasó algo y decidí colgar los botines. Disputando una dividida, me esguince el tobillo y la verdad se me trastornó la vida. Significó mi retiro. Prefiero el recuerdo del nueve que fui, a lo que me pasaría hoy si me lastimo.