La cantante inglesa Dua Lipa lanzará este viernes “Future Nostalgia”, su segundo disco de estudio, muy esperado en la escena pop luego del enorme éxito alcanzado por su debut en las bateas con “Dua Lipa” en 2017, su primer CD, que incluyó trabajos previos, singles que circulaban en el mainstream desde hacía dos años. Es interesante remarcar esto, además de su joven edad -24 años-, porque la artista realizó una transmisión en vivo en su perfil de Instagram en la que anunció el adelanto del material discográfico como consecuencia de que se había filtrado y distribuido ilegalmente en la web. Lo hizo angustiada, llorando, y dejando de esta forma un interesante escenario para analizar.
Algunos amantes del pasado podrán alegrarse con esta reacción de Dua Lipa, festejando que una artista moderna y enormemente popular defienda en primera persona al objeto disco de una manera tan cabal. Si sumamos a esto el título de la obra, que también podría interpretarse en esta línea, encontraremos un posicionamiento monolítico sobre un supuesto deber ser de la industria musical contemporánea.
Sin embargo, no deja de resultar extraño que alguien con experiencia de años en el lanzamiento de singles para posterior construcción de una obra conceptual como lo es un disco, y que tan bien se lleva con el uso de sus redes sociales virtuales y las plataformas de streaming en las que se aloja su música (sin ir más lejos, recomendamos su Spotify Session, que data de 2016), se vea tan afectada por algo tan común como la filtración de un CD. Desde los albores del milenio, con el caso Metallica versus Napster elevado a la Corte Distrital de Estados Unidos para California en julio de 2000, este tema está en discusión, pero cada vez con menos fuerza.
En cuanto al título del disco, sumado a su arte de tapa, es lo más actual que se haya estado produciendo: la nostalgia es sin duda el concepto de agenda en la industria cultural, y la sutileza de apelar a una nostalgia futura habla muy bien de la lectura de época que está haciendo Dua Lipa. Además de ser una digna heredera de estrellas pop de la talla de Madonna, Britney Spears o Lady Gaga, también desarrolla una ligazón conceptual con, por ejemplo, “Random Access Memories”, el maravilloso último disco de los franceses Daft Punk lanzado en 2013.
Los tres adelantos que presentó oficialmente también demuestran esta tendencia: “Future Nostalgia”, “Don’t start now” (ambos de 2019) y “Physical” (2020) maridan de forma muy inteligente la electrónica, la instrumentación y su particular voz, grave y profunda, que invita a la reflexión e, inexorablemente, al baile y a la celebración. Su llanto es entendible en su faceta de integrante del star system global, pero se trata de una artista joven que, seguramente, a la brevedad entenderá que sus propios seguidores, tanto o más chicos que ella, son quienes inciden en las dinámicas de consumo -y, por ende, de producción- en un mundo cada vez más virtual que, paradójicamente, está apelando a lo analógico como nunca antes.