Con la idea de seguir explorando las posibilidades del streaming, un actor y una actriz se unen para darle forma a una comedia donde abundan las sutilezas y el humor. Se trata de Dos velas, la propuesta teatral que dirige Eduardo Lamoglia y protagonizan Romina Gaetani y Roly Serrano.
Con una explosiva estética kitsch que aumenta paulatinamente, la obra tiene como temporalidad un velorio donde el llanto, el drama y la tristeza obtienen el nivel opuesto a lo que se espera de ellas. Bajo la cuidada mirada de Producciones Audiovisuales del Tinglado, la obra que ya está disponible para ser vista online todos los sábados a las 21:30 (accesos en venta por www.alternativateatral.com) en breve tendrá su correlato presencial. Hasta entonces, la posibilidad de ponerse cómodo en el mejor sillón de nuestra casa se torna la mejor opción. Para Roly Serrano, la instancia de hacer teatro en pandemia se vuelve un verdadero desafío actoral. “Esta obra toma cosas de todos nosotros. Lo importante para los que actuamos es que tenemos que darle vida a la historia, y no importa la vía de llegada ya que el desafío es el de narrar algo simple pero que diga más, haciendo que alguien se sienta identificado con lo que se ve en pantalla”, sostiene el actor.
Lo que más le atrajo de Dos velas a Serrano fue hacer una comedia que haga reír en estos días. “Esta es una historia de dos almas que se encuentran en un velorio, y desde allí se dispara una comedia romántica con un ritmo muy interesante. Es muy graciosa, ya cuando la leí tuve ganas de hacerla. Es de esas obras que son pequeñas como grandes, pero más allá de eso me encantó reencontrarme con Romina en el escenario porque habíamos trabajado juntos y la pasamos muy bien”.
En tren de ampliar en qué aspectos esta obra representa algo más grande que las apariencias, Serrano rescata que “todas las obras de teatro son distintas pero hay algunas que son más grandes de lo que aparentan. Esta es una que tiene mucho contenido superfluo, pasa de todo en un pequeño espacio, pero a la vez tiene algo que va más allá de lo que se ve a primera vista. Es de esas que no parecen pero explican aspectos desde un lugar diminuto a la humanidad entera”.
La constante búsqueda de expresarse de manera actoral es lo que siempre moviliza a un actor como Roly Serrano. En ese sentido, sostiene: “Para mí actuar, ser actor, es algo que amo. Pensándolo bien, no sé si hubiese sido otra cosa o si me hubiese dedicado a otro trabajo con tanta fuerza. Sí busco todo el tiempo qué y cómo contar. Me gusta que esta profesión te deje crecer como ser humano, algo que también hace intelectual e ideológicamente. Hacer teatro es algo que te permite abrir toda la sensibilidad y ponerla afuera. Lo simple a veces habla del ser humano, y eso es lo que busco. Esto es especial, todo el tiempo estás abriendo puertas al trabajar, te sorprendés con lo que aprendés y descubrís todo el tiempo puertas, y creo que por eso no dejas de jugar nunca. En muchas ocasiones me siento un niño jugando al bueno, al malo o lo que sea que me toque o me propongan. Un palo de escoba puede ser un caballo. Entonces, la búsqueda tiene que ver con indagar a partir de ahí y ver qué se puede contar desde ese lugar.
–¿El teatro tiene que generar más preguntas que respuestas?
–Sí, eso es fundamental. A mí me sirve para dejar el letargo que la realidad y el sistema te invitan a vivir constantemente. Estar o no de acuerdo con las decisiones de los personajes, tanto para el espectador como para el actor, cada uno de su lado, te permite abrir la cabeza, reflexionar de distintas maneras. Eso es clave para que nada te corte esa posibilidad de pensar, ni en una pandemia, ni en nada. Hay que sentir para saber que estás vivo.
–¿Son tiempos de reflexión los que nos toca vivir?
–Sí, creo que hay que ver que todo el mundo está complicado por lo que sea. Esta pandemia, por ejemplo, nos dio algo que es darnos cuenta de que tenemos que aprovechar el tiempo. A mí, por ejemplo, me hizo dar cuenta de que hay muchas cosas que no necesito y me hizo concentrar en lo esencial, en lo realmente esencial, lo que me hace bien, me da plenitud y le da sentido a mi existencia. Hay que valorar lo que tenés y no pensar en lo que te falta. «