Auténtico y genuino. Esas dos cualidades fueron las más repetidas cuando músicos, amigos y artistas en general recordaron a un cantante y frontman de Hurlingham que hizo de su paso por los escenarios algo todavía mentalmente atesorado.
El sábado se cumplirán diez años de la muerte de Alejandro «Bocha» Sokol, miembro original de Sumo y Las Pelotas. El peso de la efeméride para muchos resulta increíble, sobre todo porque su muerte a los 48 años sorprendió a casi todo el rock local, el 12 de enero del 2009, cuando sufrió un paro cardiorrespiratorio mientras esperaba un colectivo de larga distancia que lo traería desde Río Cuarto a Buenos Aires.
Su paso por el mundo de la música en nuestro país no fue nada menor. Sin dudas, fue un elemento esencial dentro del contexto de la «familia Sumo», el clan formado por Luca Prodan que lo tuvo primero como bajista y luego como baterista, pero su relación con las sustancias lo capturó de tal forma que buscó una salida en la religión mormona, justo antes de que la banda se transformase en el fenómeno que poco tiempo más tarde sería para el rock local.
Procesada la muerte de Prodan en diciembre de 1987, Sokol se reunió con Germán Daffunchio para armar Las Pelotas, con quien registró 11 discos. Ahí despegaría su labor como cantante recordado de la banda, período que terminó con “Basta” (2007), un disco de título casi premonitorio con respecto a su relación con el grupo.
Lejos de quedarse quieto, casi de inmediato armó un nuevo grupo al que llamó El Vuelto S.A. Fue entonces con ese nuevo proyecto que despuntaría su amor por los covers de artistas como David Bowie (del que se declaraba fan), The Beatles y Pink Floyd. Con ese combo con el que pisó los escenarios por última vez, reafirmó un estilo donde lo único que importaba era ser libre, más allá de lo que significaba su impronta como figura pública.
Para Andrea Prodan (hermano menor de Luca), recordar al «Bocha» es retrotraerse a 1982, más concretamente a los comienzos de la banda de su hermano, en pleno barrio de Hurlingham: «Mi primer recuerdo viene de esa época. Yo venía con Luca desde Europa a la Argentina porque quería ver qué estaba haciendo él con su banda, pero también quería saber cómo era este país. Yo quería ver a Sumo en vivo, ya que había escuchado cosas que Luca me había mandado. Era interesante para mí saber cómo él había conectado con gente de Buenos Aires para hacer música. No recuerdo muy bien pero debe haber sido en la casa de los McKern, en la provincia de Buenos Aires, donde lo conocí a Ale. Se trataba de alguien joven todavía y creo que de todos ellos era el más joven, curioso y nervioso. Se lo veía un poco incómodo en su misma piel y al mismo tiempo estaba superando eso, como si hubiese venido a ese encuentro desde una cueva para luego retirarse. Tenía como esa dualidad».
Edgardo Kevorkian es fotógrafo y realizador audiovisual. En 2018, al cumplirse nueve años de la muerte de Sokol, lanzó Solo, un documental que ideó y realizó junto al periodista Bruno Larocca, donde excompañeros de aventuras recordaron la impronta del cantante arriba y debajo de los escenarios. «La primera vez que lo vi fue en un show de Las Pelotas en la provincia de Buenos Aires. Enseguida me llamó la atención por su presencia en el escenario, sobre todo porque era un tipo que bailaba y se expresaba de una manera libre, destacándose de esa forma por encima de otros cantantes. Cuando más tarde pude conocerlo personalmente en un backstage le pedí sacarme una foto junto a él porque me parecía un tipo distinto. Su arte siempre me gustó y más allá de querer tener un recuerdo fotográfico, era alguien que me generaba cosas. El tiempo se encargaría más tarde de ponerme al mando del documental que hicimos con Larocca. Fue como una especie de homenaje que quisimos hacerle para recordarlo».
Damián Bustos fue baterista de El Vuelto S.A. Pero antes de eso tuvo como ilustre vecino al «Bocha» en el barrio de Hurlingham. «Yo lo veía por el barrio siempre. Pero no lo molestaba ni nada, aunque como músico sabía bien quién era. Ya como baterista de su banda lo recuerdo llegando a mi casa y tomando mates con mi vieja. En un principio no podía creer estar al lado de un artista tremendo, pero también natural, antidivo y sobre todo muy humano.»
Hablar del ex Sumo y Las Pelotas en nuestros días encuentra opiniones coincidentes. En ese contexto resaltan factores vitales como su amor por la música, casi como un valor fundamental que generaciones posteriores adoptaron luego de conocer sus valores como artista. «Lo que hacía de Alejandro que hoy en día siga siendo recordado era su espontaneidad como músico y persona. Era alguien que antes que nada no se la creía, algo que es maravilloso en el mundo del entretenimiento. Luego que era un tipo inmediato que apenas lo conocías había un contacto instantáneo, algo que en su música también puede palparse. Sus canciones en Las Pelotas son todas muy buenas porque tenía una capacidad para ser honesto con la música. El tipo no tenía problemas en agarrar la guitarra y se ponía a cantar ahí nomás. Eso también era su vida porque tocaba por el placer de hacerlo y sin ninguna otra intención escondida», aclara Andrea Prodan a la hora de ver los factores de la permanencia del «Bocha» en nuestros días.
“Su aporte al acá y ahora creo que tiene que ver con la autenticidad, algo que muchos artistas buscan en la actualidad. Fue uno de esos artistas que hacían diferencias que se notaban enseguida con su presencia. Era un tipo genuino que te conmovía al escucharlo y verlo en vivo. Nosotros al hacer el documental nos topamos con testimonios que hablaban mucho de eso. Yo como espectador también sentía lo mismo. Creo que su aporte como artista es ese, sin dudas», sostiene Kevorkian.
Gustavo Bustos fue guitarrista de El Vuelto S.A. en su período iniciático. Para él, Sokol fue «un artista que desparramaba arte como uno exhala oxigeno». Pero a la hora de hablar de un legado, para Bustos dejó una manera de hacer rock: «La gente sabe que a él sólo le importaba hacer música auténtica. Se sacaba las cosas industriales del rock show business siempre de encima. Para él lo más importante era el hecho artístico en sí mismo».
Para todos los consultados, el recuerdo del Bocha en mucho se vincula con su calidez como ser humano. «Lo recuerdo como a alguien dispuesto a pasarla bien con vos. Siempre venía a tu encuentro para ese fin. Te invitaba a su casa y te pedía que traigas la guitarra para cantar, pero siempre con un fin de bienestar. Algunos podrían llamarlo ‘barrilete’, pero creo que de ser así pienso que hay barriletes necesarios, sobre todo porque a veces se necesita de un amigo que te lleve un poco al borde. Son personas importantes para los que no tienen ese coraje, o lo tienen pero menos. Brindo por él porque era de esas personas que te invitaban a vivir cierta locura.»
Para Kevorkian la tristeza y la nostalgia son parte de esta fecha. «Más allá de su ausencia, es bueno poder seguir escuchando su música todavía, sobre todo porque está presente en varios lados. Siento que no está físicamente nada más, pero suena en la radio, está en Internet, y si lo buscás, lo encontrás. No vamos a tener más obras nuevas pero por suerte nos dejó una buena cantidad de canciones.»
«Es una locura que hayan pasado diez años. Somos de Hurlingham, su lugar, y para nosotros está presente en todos lados. Me refiero a que en nuestro barrio vos vas al bar y hay fotos de él, amigos te lo recuerdan siempre o aparecen sus canciones. Para mí está muy vivo, y por todas esas cosas nadie habla de él en pasado sino en presente», concluye Gustavo Bustos. «
Una vida intensa y repleta de aventuras
Nació en 1960 en Hurlingham, provincia de Buenos Aires. Dos décadas más tarde sería miembro fundador de Sumo junto a Luca Prodan (voz y guitarra), Germán Daffunchio (guitarra) y la británica Stephanie Nuttall (batería).
Con el grupo llega sólo a grabar Corpiños en la madrugada, un demo que más tarde se transformaría en el primer álbum no oficial de la banda a principios de los ’80. Para la grabación tocó la batería casi en la totalidad de los temas luego de la partida de Nuttal con motivo de la Guerra de Malvinas.
El consumo de sustancias lo hace dejar la banda en 1984. Para escapar de los excesos no sólo abandona Sumo, sino que busca ayuda abrazando a la religión mormona. Su ausencia de la vida pública se extendió por aproximadamente cinco años.
Después de la muerte de Luca Prodan y la disolución de Sumo se reencuentra con Germán Daffunchio y juntos forman Las Pelotas. Fue la voz principal del proyecto durante casi dos décadas, grabando once discos que generaron un público fiel y seguidor del grupo.
Luego de un accidente automovilístico que lo imposibilitó cumplir con sus obligaciones como cantante de Las Pelotas, el grupo no esperó su recuperación y realizó una serie de shows. Esta sería la razón por la cual Sokol abandona a la banda en 2007.
Al año siguiente forma El Vuelto S.A. junto a su hijo, Ismael. Este nuevo proyecto es seguido por los fans de Las Pelotas y tenía pensado su grabar su primer disco en 2009.
Muere en Córdoba (Río Cuarto) a los 48 años mientras esperaba abordar un ómnibus con dirección a Buenos Aires.