Mientras la fresca noche del viernes se cerraba sobre el Estadio Obras Sanitarias, aún más frías cervezas eran compartidas por una cosmopolita comunidad de fanáticos que se dieron cita para formar parte de una de las celebraciones colectivas más tradicionales en la escena del punk global: el abrazo fraterno entre Die Toten Hosen y la Argentina. Se trataba nada más y nada menos que el primer concierto de la gira Aprendiendo argentino lección 30, somos locales otra vez, con la que celebran los treinta años de su primer arribo a nuestras tierras. El tour incluyó un segundo concierto en la misma sede al día siguiente, y continuará el martes en La Trastienda y el viernes en el Club Unión y Progreso de Tandil.
Con el recinto ya colmado por argentinos y alemanes (parece ser que ningún teutón habitué de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se quería quedar afuera), a las 21:35 las luces se apagaron y comenzó a sonar “Blitzkrieg Bop” de The Ramones en cada parlante y alma presente, mientras saltaban al escenario el cantante Andreas Frege (Campino), los guitarristas Michael Breitkopf (Breiti) y Andreas von Holst (Kuddel), el bajista Andreas Meurer (Andi) y el baterista inglés Stephen George Ritchie (Vom). Cuando Joey Ramone hizo silencio, Campino se aferró al micrófono e inauguró la velada a la altura de las expectativas: bramando “Hola, ¡somos Coldplay!”, riendo a carcajadas y dando comienzo a una memorable catarata de hits. Los que inauguraron la lista de temas fueron “Alle Sagen Das”, “Auswärtsspiel”, “Altes Fieber”, “Paradies”, “Bonnie & Clyde” y “Liebeslied”.
El show de Die Toten Hosen
Con dicho puntapié inicial quedó demostrado el oficio del quinteto y, al mismo tiempo, el amor genuino y recíproco entre ellos y el público. Con una puesta en escena modesta –tan solo una bandera con el logo de la gira a modo de fondo de escenario– desataron a los fans que nunca dejaron de concatenar pogos, mosh, headbanging, aplausos y cánticos, conformando una auténtica liturgia punk. Ante el primer momento de calma compartieron, emocionados, uno de los ejes conceptuales del show: “Esta visita es distinta a las anteriores porque es la primera vez que Pil no está. Siempre nos ayudaba, inspiraba… y lo sigue haciendo hasta hoy”, tradujo Breiti a Campino, como antesala de la emotiva ejecución del clásico de Los Violadores “Más allá del bien y del mal”. “Mi castellano es muy malo, ustedes lo saben, así que necesito que canten”, pidió el vocalista, y vaya que el aura del inolvidable Enrique Héctor Chalar, Pil Trafa, amigo y colaborador de los alemanes, se sintió en cada garganta presente.
Cuando sonaron las 22 campanadas, se sucedieron “Cocaine”, “Niemals Einer Meinung”, “Helden & Diebe”, “Das Ist Der Moment”, “Lune Der Natur”, “Weil Du Nur Einmal Lebst”, “Allest Was War”, “Halbstark” y “Pushed Again”. Y, tras esa media hora, más intercambios de Campino con el público: “Los años de la pandemia fueron una mierda, aprendimos más que nunca a aprovechar los buenos momentos como este… ¡cuando nos sentimos en casa!”. Gritos de aprobación y aplausos, pero que al parecer no fueron suficientes para el adorado frontman: “Eso está bien para Alemania, pero estamos en Buenos Aires, ¡carajo!”. Y ahora sí: Obras se convirtió en una ovación ensordecedora.
“También vamos a tocar una canción de Pilsen, que nunca tocamos en vivo. Queremos saludar a todos los miembros de Los Violadores y Pilsen que están acá con nosotros”, continuó el cantante, y acto seguido la banda ejecutó “Iván fue un comunista”, y “Uno, dos, ultraviolento”, seguidos de “Wünsch Dir Was” y “Alex”. A las 22:48 abandonaron el escenario (pronto nos íbamos a enterar que era, solamente, la primera de varias idas y venidas), mientras en el campo y plateas se coreaba “Oh, soy de Hosen, es un sentimiento, no puedo parar” mientras se agitaban camisetas y bufandas de diversos clubes alemanes y argentinos. El ambiente futbolero es intrínseco a sus presentaciones en vivo, fiel reflejo de la pasión de la banda por el Fortuna Düsseldorf, equipo de la ciudad de la que son oriundos que actualmente milita en la 2. Bundesliga, la segunda categoría del fútbol bávaro.
Fuimos tan exactos al describir el horario anterior porque regresaron a las tablas a los dos minutos exactos, y esto no fue una coincidencia: “Hace poco nos invitó una banda legendaria a grabar uno de sus clásicos. Estamos muy contentos que el cantante esté aquí con nosotros” dijo Campino e introdujo a Walter Velázquez, el querido Mosca de Valentín Alsina quien lo primero que aclaró fue, refiriéndose a los alemanes, “Yo les digo que coman asado, que tomen vino” y juntos se repartieron la letra de “Ya no sos igual” de los locales 2 Minutos. Tras el cambio de bandera en el escenario, esta vez con el logo original del grupo en blanco sobre un fondo negro, la tanda de bises prosiguió con “Komm Mit Uns”, “Opel-Gang” y “Freunde”.
Mientras afuera continuaba bajando la temperatura, a esa altura de la noche, puertas adentro, hasta los iluminadores del recinto estaban en cuero. Como no podía ser de otra manera, dos minutos después volvieron al escenario y Campino, que se desembarazó de su camisa negra y se vistió con la camiseta de la Selección Argentina, se sinceró otra vez: “Ustedes ya saben que volvemos, volvemos y volvemos, porque nos encanta escucharlos cantar”. Y mientras abajo del escenario ya había grupos de hombres y mujeres fundidos en un abrazo, en una muestra de camaradería profunda, sonó “Alles Aus Liebe” y la voz de los Hosen continuó con su alocución: “La próxima es nuestra canción preferida de Pil. La tocamos con Los Violadores en 2002, y después la grabamos con ellos”, dando inicio a la versión de Los Violadores de “Viva la Revolution”, tema de The Adicts. El ambiente emotivo fue matizado la divertida introducción a “Bis Zum Bitteren Ende” (“Las canciones sobre emborracharse son nuestra especialidad, y la próxima es una de esas”) y con su versión del clásico global y adoptado como himno en Anfield “You’ll Never Walk Alone” (Campino también es fanático del Liverpool, está claro), tras filmar a los asistentes y pedir que muestren todo lo que los representa, por lo que ondearon aún más prendas de fútbol, banderas del Orgullo y pañuelos verdes.
Otros dos minutos fuera de la vista y un regreso a la altura de su repertorio: “Tocaremos una última canción para Pil, nuestro querido amigo que está aquí con nosotros esta noche”, y fue el turno de “Represión”, que antecedió a “Vorführ Krimineller” y “Bommerlunder”, la nota final de la velada, que concluyó a las 23:35 tras un despliegue impresionante a pura distorsión, diversión y aversión a cualquier status quo que represente lo contrario al motor de Die Toten Hosen: la revolución.