Siempre explorando territorios desconocidos, buscando nuevas aventuras y lanzándose con convicción. Cuando era chico Dante Spinetta jugaba entre los instrumentos de su padre y soñaba –aparentemente– con otro destino: «Flasheaba con ser arqueólogo y buscar tesoros perdidos, tipo Indiana Jones. O ser un astrónomo e investigador como Carl Sagan y encontrar en el cielo una estrella que brille más que las otras. Después enfoqué esas mismas sensaciones y necesidades a la música. Sigo buscando canciones que sobresalgan, melodías que me sorprendan y me inspiren», destaca el cantante, rapero, guitarrista y compositor.
Dante es una de las figuras fundacionales del rap y el hip hop en la Argentina. Ese camino comenzó con Illya Kuryaki and the Valderramas cuando editaron el disco Fabrico cuero, hace casi 30 años. Desde entonces se transformó en una referencia ineludible y su vigencia trasciende las décadas. Hoy continúa poniéndole toda la energía a su carrera solista y hace pocos días editó el simple y el video del tema «Aves». Se trata de un lanzamiento que forma parte de Por tus ojos, la campaña del Incucai que busca promover la donación de córneas. «Es muy importante buscar maneras innovadoras para difundir temáticas solidarias y hacerlo con profesionalismo y arte. Fue una experiencia muy buena. Conectamos en lo creativo y eso me sumó mil puntos. Todo interactivo, todo supermegapro y sin la intención de que sea un comercial de bien común, sino que un tema te haga pensar en la importancia de dar para hacer el bien», destaca el músico.
–¿Lo viviste como una experiencia muy movilizante?
–Totalmente. Aprendí muchas cosas que no sabía. Hay mucha gente esperando una operación muy simple para recuperar la vista. Ellos merecen una oportunidad. «Aves» me pareció la canción justa para acompañar este proyecto. Era un tema que yo tenía ganas de ir sacando y esta invitación hizo que todo encajara perfecto. Hubo una sumatoria de energías, todos trabajando para un mismo propósito, para crear una obra artística e interactiva. Todo fue hecho con mucho amor. Te das cuenta de que vale la pena poner de vos y sumar un grano de arena para que otro que no conozco y seguramente nunca conoceré pueda volver a ver. Eso es re groso.
–¿Este año vas a editar un disco nuevo?
–Sí, estoy planeando un nuevo álbum. Tengo un grupo de canciones con un concepto detrás: va a estar power. Espero que en septiembre lo podamos tener listo. Hay un par de letras copadas ya terminadas y composiciones interesantes, algunas lentas y otras con más ritmo. Disfruto mucho a mi banda porque son unas bestias: me armé alto equipo. Matías Rada (guitarra), Matías Méndez (bajo), Axel Introini (teclados), Pablo González (batería) y Carlos Salas (percusión) son unos animales, sería un gil si no los pongo a funkear. Estoy contento artísticamente con lo que se fue dando en mi carrera, pero sigo teniendo ese fuego interno, el hambre que te hace ir por más. Me siento parte de ese ecosistema llamado humanidad que hoy es un oxímoron: una humanidad deshumanizada.
–¿Qué sentís que tenés para aportar en ese contexto?
–Trato de manejar el balance de las energías, aunque es difícil. En todo proyecto uno se pregunta qué voy a poner de mí, porque una canción la podés cargar con bronca o resentimiento. Pero cuando me sale algo que es agresivo o demasiado directo prefiero parar la pelota y trato de ver qué onda, si aporta o no luz a la situación general. Si no lo hace, cambio el enfoque o cambio de tema. Uno tiene que aportar desde un lado copado. Creo que cada persona ve un mundo diferente, pero a mí me gusta prestar atención a lo que veo. Busco tener un panorama general desde lo social, siempre con un pie en lo que está pasando en la calle. Me gusta estar atento a lo que se está bailando para desde ahí conectar con el mundo de la poesía.
–Las formas de consumo de música cambiaron mucho. ¿Cómo ves hoy a la música?
–La otra vez hablaba con amigos de eso: las formas artísticas parecen estar en extinción. La música no debe parecerse a la comida rápida. Hay que ir para el otro lado, no tener todos el mismo beat. Si no somos de la rebelión nos, gana el lado oscuro. Yo soy parte de la alianza, con Luke y Leia (Star Wars). El bien y lo bueno tienen que ganarle a la mezquindad. Yo estoy de ese lado, quiero estar siempre de ese lado. No hay que darle tanta bola a las modas: siempre hay que hacer lo que a uno le gusta. Mucha gente me ha juzgado por usar ritmos populares, por estar atento y en contacto con eso desde siempre. Son prejuicios: «Che, vos deberías hacer rock». También me han dicho más de una vez que la música que hago es de negros. «Sí, ¿y?», les decía yo. Hay mucho racismo en nuestra sociedad, y todos los sonidos afrolatinos fueron siempre mal vistos. Hasta el baile era mirado de costado.
–¿Cómo te sentís con la nueva generación de artistas urbanos?
–Me siento cómodo, ya sea con Neo, Duki o tantos otros. Me gusta que tienen otra cabeza. La cosa fluye porque les gusta mucho lo que hacen y creen en eso. Lo veo también en Ca7riel y en Paco. Cada uno con su style, flashean con el arte.
–Sos referente. ¿Te sentís así?
–Y… los marcamos. Ellos me hablan de El Apagón (2007), mi segundo disco solista, y eso me pone orgulloso. Me siento parte de la cultura urbana latinoamericana y eso es re groso. Con Kuryaki lanzamos Fabrico cuero en 1991, fuimos los primeros en hacer un disco de rap en la Argentina. Hoy explota: los barrios rapean y las estrellas nacen de la calle. Casi estamos a la par de la cumbia. La Argentina es un país que siempre aporta sangre nueva, pero en su momento estábamos mal vistos por mucha gente.
–No por todos. Algunos los apoyaban.
–Cuando venían los Ramones, Marky hablaba de nosotros. Tuvimos a Marilyn Manson bailando a un costado del escenario mientras tocábamos «Abarajame». Teníamos el apoyo de Spinetta, de Fito, de Charly, de Mercedes Sosa y de Divididos, que nos invitaron a rapear. ¿Qué nos importaba lo que digan algunos? Siempre hay gilada. Pero es un ejemplo de que mucha gente no se bancaba cosas nuevas o por fuera de lo que esperaban. Yo siempre sigo mi camino y muchas veces me lleva a lugares impensados.
–¿Por ejemplo?
–Nunca esperé que mi canción más escuchada en las plataformas digitales sea «Soltar». Es re tranqui, no es lo que denominan «mi estilo». Pero hasta ya tiene un montón de versiones en las redes. Que hagan covers de ese tema me llena de emoción porque quizá soy más conocido por el agite, lo funkero, el rap. Que me reconozcan por un tema así es re importante para mí. Y se dio solo, lo eligieron los demás, no fue algo que busqué.
–¿Cómo manejás la portación de apellido?
–Nunca le presté atención a eso por cómo fui criado. Esa es la verdad, por eso estoy acá. Capaz otras personas son más sensibles a esas cosas, pero a mí nunca me generó algo negativo.
–¿Cómo te criaron?
–A lo gitano. Con la transmisión de cosas de padre a hijo de manera oral. En un hogar en el que se hablaba mucho, donde siempre me decían que vaya para adelante con la fuerza que tenga y que me chupe un huevo todo lo malo que me pudieran decir. Mi viejo fue un ejemplo de eso: había momentos en los que no teníamos un mango, nos mudábamos montones de veces y eso implicaba cambiar de colegios… Pero él laburaba en lo que creía que era su camino y en lo que es su legado. Sembró eso y nada me afecta porque estoy acostumbrado a luchar por lo que me gusta.
–Arrancaste de chico y con algo diferente. ¿Eso te ayudó?
–Sí, sin dudas. Si hubiese hecho rock puro, las comparaciones habrían sido más directas y todo más complicado. Pero la verdad es que no pensé que quería ser músico: directamente me encontré siéndolo. No tuve más opción. Era lo que más me calentaba y me mandé sin esperar nada. Mi viejo la vio antes: me contó muchas veces que de chiquito me ponía a tocar ollas y cacerolas, cantaba arriba y estaba a tempo. Hay alguna grabación de cuando tenía dos años donde se notaba la afición por lo rítmico. Siempre me llegó la música negra. «
En foco
Dante Spinetta editó el simple y el video “Aves”, realizado por la Agencia Wunderman Thompson. Ambas forman parte de Por tus ojos, la campaña del Incucai para promover la donación de corneas.
Recuerdos, felicidad y ciclos
Dante explica que para él, Illya Kuryaki and the Valderramas encierra múltiples significados. Un lugar de recuerdos de la juventud, un proyecto en el que afianzó su camino musical y un espacio que lo hizo sentir cómodo y feliz.
«Pero no creo que vuelva. No por ahora. No vamos a sacar un disco o algo así, eso lo tenemos claro Emmanuel (Horvilleur) y yo. Cada uno está con lo suyo y laburando re bien, así que no vamos a forzar nada. Algún tour o fecha se puede charlar, pero no está en los planes», admite el hijo de Luis Alberto.
Luego agrega: «En esta etapa tenemos ganas de otra cosa. Somos como familia, hicimos músicas increíbles, viajamos mucho, tenemos todo tipo de anécdotas: recuerdo cuando fuimos por primera vez juntos a Nueva York, salimos a caminar y de golpe nos pasó por al lado un auto lleno de boricuas con música al palo, escuchando ‘Abarajame’. Se nos cayó la mandíbula, quedamos congelados. En esa época no existían ni YouTube ni Spotify. Pero las cosas tienen su ciclo. Hay que saber respetar las energías».
El eterno retorno de Luis Alberto
Hace pocas semanas se editó Ya no mires atrás, el segundo disco póstumo de Luis Alberto Spinetta. El trabajo reúne siete grabaciones inéditas que fueron registradas en el estudio La Diosa Salvaje entre 2008 y 2009. El Flaco fue acompañado por Nerina Nicotra en bajo, Sergio Verdinelli en batería y Claudio Cardone, el Mono Fontana y Alejandro Franov alternándose en los teclados. Un pendrive contenía esa música maravillosa que ahora está a disposición de fans y curiosos.
–¿Cómo fue trabajar en las canciones de tu viejo para Ya no mires atrás?
–Fue algo muy especial. Encontramos temas tocados, arreglados, cantados y terminados. Totalmente listos para la mezcla final: fue un regalo póstumo. Son canciones muy lindas. Si algo se había perdido buscamos para hacerlo como a él le hubiese gustado, porque hasta la base de la parte rapeada que metimos la sacamos de unas referencias que teníamos de cosas que él probaba. Quedó espectacular y fue muy emocionante escuchar su voz. Los temas son una obra de arte. Escucho “Diadema” y es un laberinto armónico que no se puede creer. Estuvo bueno poder dedicarse a disfrutar un poco más de él, lo trajimos de vuelta.