Por izquierda o por derecha, por radical o peronista, el levantamiento carapintada de Semana Santa de 1987 marcó la historia personal de los que lo vivieron y la vida política argentina de ahí en más. Desde aquellos días nadie volvió a ser el mismo. Y si la memoria llevó a tergiversar hechos, situaciones y personajes, Esto no es un golpe, el documental de Sergio Wolf, se encarga de volver a instalar las sensaciones de esos días, con el resabio de lo que dejaron: una traumática pérdida de inocencia política.
«En una presentación de El color que cayó del cielo (2014) se me ocurrió la escena del presidente Raúl Alfonsín con Aldo Rico (el oficial a cargo de los militares que se levantaron contra el orden constitucional). Se lo comenté a Pablo (Chernov, uno de los productores) y me dijo: escribí algo», explica Wolf. El director y guionista se refiere al momento anecdótico, pero su cine se caracteriza por su involucramiento con lo que cuenta: él es parte protagónica del relato, su voz y su cuerpo están siempre presentes por más que no sean estelares. «Nunca me había enfrentado con personajes que tienen tan claro todo, todo el tiempo. Siempre me prendo a personajes que casi no se dan cuenta de que hay una cámara. Acá me enfrenté a tipos que, como uno de sus rasgos profesionales, saben muy bien qué dicen, qué omiten y ante quién. Eso fue un territorio muy difícil porque siempre fui por historias más laterales que casi nadie conoce. Ahí estuvo uno de los desafíos como director, de los varios que tenía en la película».
De esos varios, se detiene en dos. «Uno era contar el medio de la historia. Se conocían el comienzo del alzamiento y la resolución. Los artistas que cantan en el Congreso, la tele, la plaza llena de gente y militancia, pero lo que pasa en el medio no estaba contado porque la televisión no tenía acceso a eso. Y por una vez, al menos, el radicalismo había logrado blindar muy bien la información a los medios», señala Wolf. El otro tiene que ver con elegir los escenarios y quiénes serían los protagonistas del relato y, una vez elegidos, convertirlos en «personajes» de su película. «Discutíamos qué pasaba de los dos lados: cómo dormían, qué comían, cuánta gente había en los lugares de decisión. Más allá de la demonización y lo que uno piensa de ellos, ahí había un mundo que no es estrictamente de la política y que tiene que ver con el otro. Porque para mí como director era muy importante que la película fuera de personajes, no me interesaba que funcionara como una caja de información».
Convertir a gente como Rico en personajes puede ser una tarea ciclópea. «Había tomado dos decisiones: no iba a filmar opinadores, quería a los personajes que estuvieron en los lugares de decisión. En ese sentido, la militancia radical tampoco sumaba. Me interesaban tipos que pudieran traer la experiencia de ese momento al presente, me parecía que era la forma de involucrar al espectador en la historia. No iba a ser un relato político, sino gente que contaba vivencias». Eso produjo otra discusión: si episodios secundarios, que acaso podrían resultar anecdóticos, merecían formar parte de un documental que director y productores consideraban extenso. «Creo que la riqueza de la película son esos momentos que marcan mucho el clima: las armas que trae el Coti (Nosiglia), saber que en una reunión estaba Jesús Rodríguez porque ahí estaba su revólver; eso al menos a mí me sacó la idea de la condición herbívora de la (Junta) Coordinadora».
Como aquellos días, el film estuvo pendiendo de un hilo hasta el final. El día de la entrevista a Rico, el exmilitar lo llevó a una «cocina con otros cuatro carapintadas» y discutieron 40 minutos. A la salida, hubo que levantar el rodaje. Eso dio origen al libro La escena documental, y a cuatro meses de negociaciones que «terminaron en manos de los productores». Su éxito es una buena síntesis de la voluntad política del film, que también se refleja en no cerrar el documental con una respuesta concluyente. Como les dijo el excanciller Dante Caputo, al que pudieron grabar pero no filmar por sus problemas de salud. «No pasa un día en que no piense si hizo bien o hizo mal. Si salvó la democracia hacia delante, debilitando su gobierno, o si en realidad tendría que haber tomado otra decisión».
ESTO NO ES UN GOLPE
Guión y dirección: Sergio Wolf. Con: Horacio Jaunarena, Aldo Rico, Julio Hang, José Luis Vila, Leopoldo Moreau y Adela Bigatti, entre otros. Estreno: 15 de noviembre.