Siempre encontrar una novedad es interesante, y más en un mercado musical tan atiborrado de propuestas reiterativas. Por eso la frescura y la búsqueda artística es siempre un hallazgo y es bienvenida. Claire Delic es una cantante de origen holandés, criada entre Costa Rica y Panamá, ahora asentada en Miami, dando sus primeros pasos en esta industria.
El pasado 28 de noviembre pasó por Buenos Aires y se presentó en el hotel Faena, como parte de su gira promocional, donde trata de ir ganando público mostrando su capacidad interpretativa. La cantante presentó 12 plagios, su primer trabajo de estudio compuesto por canciones populares como “Un vestido y un amor”, de Fito Páez; “El breve espacio”, de Pablo Milanés; “Sebastián”, de Rubén Blades; “No me importa nada”, del grupo Mecano; y “A la orilla de la chimenea”, de Joaquín Sabina, entre otras.
La cantante de 29 años confeccionó para su disco como homenaje a todos esos músicos que la marcaron. “La intención era volver a esas historias que dejaron huellas y nunca dejarán de ser relevantes. Sin tanta experimentación o búsqueda de seguir la tendencia, sino focalizando en la canción, en lo que transmite la combinación de música y letra”, admite Delic.
De pequeña tuvo influencias diferentes y fue formando un estilo propio: “La balada siempre me gustó y en estas reversiones di todo eso que me nutrió como persona. Las fui eligiendo por distintas razones. Quizás algunas no son tan conocidas y otras si han tenido mucho éxito, pero el criterio de selección fue cantar canciones que cuenten historias movilizantes. Fue toda una experiencia y estoy contenta de poder ir mostrándoles lo que hago.”
“El arte siempre se acerca a las personas. No me gusta esa postura pretenciosa de decir yo quiero hacer esto, sino que el arte está con nosotros y solo decidimos abrirle la puerta y sacarlo de la manera que nos salga. Es una manera de comunicar y creo que cada uno que se involucre con una expresión artística debe hacerlo desde la autenticidad, desde lo que cada uno es”. Claire cree que su crianza fue clave para formar una cosmovisión donde todo es natural, nada forzado: “Mi mamá es holandesa, mi papá Serbio, y nos fuimos a vivir en Costa Rica. Ahí me crié en libertad y con gran contacto con la naturaleza. Aprendí a abrir el corazón y a dejarme inspirar por lo que te rodea. Si aceptas lo que está sucediendo, y lo que sientes, te puedes animar a todo”, reflexiona esta artista que dice no interesarle más que tener la chance de actuar para compartir con la mayor cantidad de personas posibles tan solo por la oportunidad de conectar con los demás.
Delic, de una sola toma
Todas las canciones de 12 plagios fueron grabadas en una sola toma, sin ediciones ni herramientas tecnológicas, dando como resultado un conjunto de canciones de espíritu bien artesanal. “Es una decisión estética y espiritual. Que sintiera análogo, y sin esconder nada. Sin duda lo logramos, sólo con un piano y alguna otra cosita. Quedó exquisito, no queda otra que disfrutarlo. La vida es un bonito viaje, nada mejor que disfrutarlo con canciones”.
“Todo empieza por nosotros -explica-. El autoconocimiento es clave. Y darle tiempo a las cosas. Estoy escribiendo canciones propias, pero este proyecto de hacer canciones de otros fue un primer paso. Iré caminando, mostrando lo que me gusta, abriendo puertas, sin prisa pero sin pausa, como se suele decir. Donde el corazón me indique, hacia allí iré. Me gusta seguir mi instinto y contar historias”.