Probablemente la saga de Cincuenta sombras sea uno de los mejores ejemplos de lo difícil que es explicar el mundo de hoy. Es sabido que la mujer es la negra del mundo, al buen decir de John Lennon (que lamentablemente no dejaron de ser negros y peor, en algunas sociedades han sumado colegas como los árabes o los latinos). Pero la imagen de la mujer que Hollywood ha creado en los últimos años poco tiene que ver con aquella idea del líder Beatle.
Más allá del casi exabrupto de algunos de que se ha alcanzado la igualdad, lo cierto es que ver relaciones como las que suceden entre Christian Grey y Anastasia en la modernidad del siglo 21 corresponde más a sociedades peyorativamente llamadas primitivas o poco desarrolladas. En USA, decirle a alguien sumisa es casi una cuestión de corte penal.
Lo cierto es que en la saga así sucede. Y su éxito comercial, tanto del libro como de la película, es indiscutible. Los motivos racionales a exponer pueden ser múltiples. Pero debe haber cuestiones más sencillas. Tipo un ideario de amor que corresponde más a algunos sectores de las clases populares que están poco representados en el cine mundial en general y en el hollywoodense en particular. La fantasía de que, más que el amor puede hacer cambiar, que el amor puede hacer a un tipo más cercano a la idea que algunas chicas tienen de él, e incluso de que ese tipo quiera serlo porque le gusta esa imagen imaginada por ella, es algo difícil de explicar en el imaginario cinematográfico de este siglo. Y sin embargo funciona. En ese sentido se acerca a los culebrones de antaño, cuando la vida a esos sectores populares parecía sonreírles más que en el presente.
En esta segunda parte de la saga mientras Christian Grey pelea con sus demonios internos, Anastasia debe enfrentarse al enojo y envidia de las mujeres que estuvieron antes con él, además de perdonarlo y comprobar en los papeles si él cambió como dice.
Más allá de ser una mala película, que no llega a lo bizarro ni tampoco a lo freak que la pueda convertir en algún futuro imaginable en algo para recordar, es necesario hacer el esfuerzo por entender qué es lo que acerca a las multitudes a verla; algo que no sea del tipo que las engañan fácilmente, porque hoy salta más que a la vista que cualquier puede ser embaucado con las más inverosímiles de las ilusiones, independientemente de clase, raza, religión y género de identidad. Incluso si sólo se trata de un fenómeno de marketing, siempre resulta atractivo entender y conocer cómo funciona aquello que escapa a nuestra comprensión en el primer acercamiento.
Cincuenta sombras más oscuras. (Fifty Shades Darker. Estados Unidos. 2017). Dirección: James Foley. Guión: Niall Leonard en base a la saga Cincuentas sombras de Grey, de E.L. James. Con: Jamie Dornan, Dakota Johnson, Kim Basinger, Tyler Hoechlin, Bella Heathcote