Taken. Precuela de la trilogía cinematográfica protagonizada por Liam Neeson, la serie es la mayor apuesta de Luc Besson en su incursión en Hollywood (aunque ya es un hombre de la cass). Lo hace junto a Alexander Cary y Matthew Gross, y el protagonista en esa ocasión es el Rollo de Vikings (Clive Standen, que aquí es Bryan Mills. La precuela arranca en los días de soltero de Mills, o sea que no tiene hija por rescatar, y ni siquiera tiene hija. Sin embargo ya es un héroe anónimo: salva de la catástrofe a un tren de pasajeros, entonce la CIA lo recluta. Esta anomalía despertó muchas expectativas, ya que el juego sería cómo un outsider era acoplado a la estructura de una organización tan protocolar. Pero no funcionó; al menos en la primera temporada. Pero todo se ciñó a las formulas ya conocidas de series relacionadas con el FBI y la CIA a las que el espectador se acostumbró durante el siglo pasado: historias que empiezan y terminan en el mismo capítulo, repetidos triunfos de los buenos y todos los clichés de aquellos tiempos. Hay segunda temporada, y será difícil negar una segunda oportunidad.
Powerless. Un caso típico de no alcanzar las expectativas. En especial las del público, que tenía de las grandes. La primera comedia de DC Cómics, como se la dio a conocer, levantó, acaso desproporcionadamente, el entusiasmo de los fans de los súper héroes. La historia va sobre una compañía de seguros que debe cubrir los daños que producen los superhéroes. Los empleados de la empresa buscarán todas las vericuetos posibles para salvar la ciudad de los costos que conlleva el triunfo del bien. Pero las intenciones no llevan a ese puerto pretendido, ya que la serie tiene dos problemas básicos para ser la comedia pretendida. El primero, que por lo general en el cómic el humor es una especie de efecto colateral, algo producido como consecuencia de; antes que por ser buscado. Incluso en las tramas más absurdas el tono serie es el que lleva la historia. El segundo es que una compañía de seguros no suele ser un ámbito humorístico, a menos que lo tome Monty Phyton (The Crimson Permanent Assurance, 1983) y lo haga parte de un asunto mayor, como era su enfrentamiento con el dominio (de las compañías) estadounidenses. La segunda temporada, ya anunciada no tendrá un buen punto de partida.
The Son. La nueva serie de AMC protagonizada por Pierce Brosnan y basada en el best seller homónimo de Philipp Meyer, tenía al menos esas tres cosas para triunfar: un sello como AMC, un actor como Brosnan, un libro exitoso. No lo consigue. La serie que cuenta el ascenso al poder del clan McCullough en el negocio petrolero en los primeros años del siglo XX hasta que la familia se convierte en una de las más poderosas de Texas, si bien tiene los guiones supervisados por el propio Meyer, también tiene a un Brosnan exagerado en sus características, algo que parece mostrar más a un guionista preocupado en guardar fidelidad a su libro que en un actor aportando a la caracterización de su personaje. Una pena perderse así a un actor como Brosnan, quien aparece un poco perdido en el juego. A eso se le agregan una serie de lugares comunes sobre lo que es la construcción del poder que le quitan interés.
The Mist. Una nueva versión de la famosa y tenebrosa novela de Stephen King, La niebla. Pobre King, tendría que decir algún trabajo de índole académico o ensayístico sobre este intento. Claro que otras veces no tuvo más suerte. Pero acá la serie parece estar llevada por el apuro al borde de la desesperación a fin de poder sacar jugo -sobre todo económico- de una historia que King hizo maravillosa. Poco más para decir de una serie que incluso queda lejos de aquellas en las que uno cree que vio sin la atención debida y le da la oportunidad de algunos capítulos más luego del primero.
Emerald City. Una nueva del fantástico. Esta vez para contar cómo un tornado lleva a Dorothy Gale de Lucas, Kansas (esos pueblitos con nombres de personas tan típicos del Estados Unidos profundo) a la Tierra de Oz. Allí ella, una joven de 20 años (millenial total) sale a buscar al Mago sin saber que está a punto de cumplir la profecía que cambiará su vida. Las expectativas generadas por la serie vienen más por el lado de las postergaciones que tuvo el proyecto antes que por la historia y el género en sí. Parecía como que estaban preparando la gran cosa. Tampoco es que está lejos de todo lo imaginado. Hay que decir que empieza cumpliendo las expectativas para ir bajando lenta pero seguramente hacia un final que, si bien en repunte, no alcanza para recuperar las esperanzas del inicio. En este caso, habrá que esperar la segunda temporada para un veredicto libre de sospechas.