El pasado 25 de enero Netflix lanzó Kingdom, una serie coreana ambientada en los tiempos de la dinastía Joseon (1392-1897), la que dio la forma cultural que hoy predomina en Corea del Sur, y la del período más glorioso de la península antes de su actual presente como potencia industrial y tecnológica. La anécdota es que el príncipe heredero se embarca en una misión que la casa reinante cree suicida: investigar las causas de una misteriosa plaga que azotando al país. En un giro novedoso respecto a recientes producciones surcoreanas, la serie mezcla la épica histórica y romántica -característica de las series del país- con un tema más actual, en la que el cine de ese país ha dada muy buenas películas: la epidemia zombi. En ese sentido, algunos la consideran un paso más en la búsqueda de popularidad del país, ya que también es la segunda que produce Netflix: la conquista de nuevos públicos, especialmente uno de gustos más cosmopolitas, a los que los dramas históricos característicos de las series de Corea del Sur (llamados allí doramas porque no son dramas prototípicos de Occidente) parecen no atraerles tanto.
A continuación, cuatro títulos más para expandir el propio universo de conocimiento sobre la cultura coreana.
Boys over flowers (2009)
Geum Jan Di (Hye-sun Koo) es una chica humilde hija de padres dueños de una tintorería. Allí, ella hace las entregas de los pedidos. Un día le toca hacer la entrega a un estudiante la Escuela Superior Shin Hwa, la prestigiosa institución para ricos, y se encuentra con que el destinatario está a punto de suicidarse; ella le salva la vida.
Love Rain (2012)
Seo In Ha, un muchacho estudiante de bellas artes, dedicaba su amor a una sola mujer: Kim Yoon Hee, a quien conoció en la universidad en la década de los 70, pero algo salió mal. En la actualidad del siglo XXI, el hijo de Seo In Ha, el orgulloso y arrogante fotógrafo Seo Joon, conoce a Jung Ha Na (hija de Yoon Hee), una alegre y enérgica estudiante de jardinería. Se encuentran accidentalmente en una estación de tren, y se enamoran. Con todo el lío que eso le trae a sus respectivos padres, que se amaron en el pasado y ahora están distantes. Tiene lo que en Occidente se conoce como destino: en una ciudad de millones de habitantes, los protagonistas se cruzan y son capaces de encontrarse con un simple grito bajo una lluvia torrencial (aunque también puede suceder a la inversa: no queda otra que verse, pero justo pasa un auto o colectivo que impide que lo hagan). De las más lacrimógenas.
Hello my twenties ó Age of Youth (2016)
Cinco estudiantes universitarias con personalidades muy diferentes viven en una residencia llamada «Belle Epoque”. Tal vez la primera que tiene un enfoque más de género, trata sobre los problemas que encuentran estas mujeres de clase media y media alta para hacerse un lugar en una sociedad por demás machista. En tono de comedia aunque sin olvidar el dramatismo que corresponde a toda producción coreana, se pueden ver situaciones de género que en muchos países de Occidente son del siglo pasado. Y sí, por supuesto que hay un hombre: es difícil encontrar amor que no sea heterosexual en las series coreanas que llegan a este lado del mundo.
Mr. Sunshine (2018)
Un joven coreano que de niño ve cómo los patriotas de su país son aplastados por los invasores a los que se entregó la elite de su tierra, es ayudado a salir de la península por un oficial norteamericano, y llega a Estados Unidos en 1871. En una expedición a Corea, regresa a su país y se enamora de una aristócrata, que es ni más ni menos que una de las líderes de la resistencia contra las despiadadas tropas japonesas. Para entender algo de la historia reciente de Corea, de su clase dominante bastante cipaya y de cómo el sector más moderno de la burguesía encabezó, junto a sectores populares, la rebelión que permitió, con el tiempo, hacer de Corea un país libre. Por supuesto, todo en medio de una gran historia de amor, que carece totalmente de sexo, y que, si tiene besos, sobran los dedos de una mano para contarlos.
Algunos apuntes para entender más de la cultura coreana:
-Los primeros datos de Corea como unidad cultural se remontan al 2.333 A.C. Al principio se hablaban lenguas provenientes de la Siberia sur y central, y los reinos estaban conformados a partir de clanes unidos en ciudades estado. Los enfrentamientos se sucedieon hasta que el emperador Taejo (dinastía Goryeo) consiguió unificar el territorio en 936.
-En el siglo XIII (1200), fue invadida por los mongoles, que la convirtieron en un estado tributario. Tras la caída del Imperio mongol, la dinastía Goryeo fue reemplazado por la Joseon (que dio nombre al país antes de convertirse en Corea) en 1388. Durante este período el rey Sejong el Grande creó el hangul (alfabeto coreano) y propagó los principios del confucionismo en el país.
-El coreano es un idioma de invención propia que resultó en uno los factores determinantes de una fuerte identidad nacional, al tiempo que aisló al país: Corea llegó a recibir el nombre de Reino Ermitaño, pero resultó una barrera contra los intentos de colonización cultural.
-El Confucionismo permite entender el culto a los antepasados, a los que consideran “existiendo” en algún lugar y a los que se debe honrar. Sus almas pueden beneficiar o castigar a sus descendientes, por eso cuando a algún personaje de la ficción le están sucediendo cosas malas es porque está enojando (o ha enojado) a sus antepasado. Por el mismo motivo, también, la familia resulta una institución tan fuerte. Los niños son criados en la creencia de que no pueden pagar la deuda que tienen con sus padres por darles la vida y criarlos, así que deben rendirle culto tanto de vivos como de muertos. Hay que estar agradecido, dar la talla y contribuir al legado.
-Todo el mundo debe casarse, tener hijos y formar una familia según los criterios “correctos”: entre ellos, que el padre es la cabeza de familia y es su responsabilidad proveer lo que su descendientes y mujer necesiten; si no es capaz de hacerlo, su vergüenza, ante la condena social, será mayúscula (algunos analistas indican esta característica como motivo del alto índice de suicidios entre la población). Esto, también, explica el fuerte machismo.
-La cultura confucionista también permite entender la devoción de los coreanos por el trabajo. En ese esquema cultural el trabajo es el segundo parámetro con el que se juzga una vida en términos de éxito y fracaso (y si se lo piensa un poco, se ve la importante ligazón con el principio de hombre cabeza y proveedor de la familia). Al establecer la obediencia hacia el superior y obligar al superior a velar por la seguridad y estabilidad laboral del subalterno, el confucionismo estableció una fuerte jerarquización social. El subordinado debe lealtad y sumisión absoluta a su jefe, y el jefe tiene una responsabilidad y un deber que le impide desentenderse de la suerte de subordinados.
-Este juego de lealtades (hacia los padres tanto de vivos como de muertos, hacia los jefes en el trabajo), permite entender un poquito más el dramatismo con el que se viven las historias que se desarrollan en las películas y series coreanas. Y las dota de un sentido del que, en líneas generales, carecen las series occidentales (acaso sea ése uno de los motivos de su éxito).