Ya sin tiempo para lágrimas, las actrices que construyeron su prestigio y fama (sí, en ese orden) en el Siglo XX abandonan las últimas resistencias y pasan a la televisión. Claro, en el formato de series de plataformas streaming o de señales de cable siempre notorias, como puede ser el caso de HBO a nivel internacional, o más locales de Estados Unidos como Showtime. Al reciente estreno de Homecoming (Amazon Prime Video) protagonizada por Julia Roberts y el anuncio del ingreso de Meryl Streep en la próxima temporada de Big Little Lies, se confirmó que otra grande del siglo pasado (más hacia el final) como Charlize Theron se está preparando para ingresar a partir de su propia productora de series televisivas.
Aquí una lista de cinco series a modo de ejemplo de cómo el formato ha pasado a ser en más de un caso la mejor opción no sólo para continuar trabajando a buen ritmo y con buen dinero, sino también una forma de expresar aquellas cosas que la industria cinematográfica por sí sola no se anima o deshecha.
Big Little Lies (2017). Nicole Kidman y Reese Witherspoon. Sin duda la mejor de este puñado de obras. La considerada “muñequita de torta” y la “graciosa” se unieron para producir. Tomaron una novela de clara tendencia feminista y la convirtieron en un ejercicio visual que amplía el lenguaje propio del soporte para dar cuenta de cómo la violencia de género y la sororidad que provoca en las mujeres atraviesa las clases sociales, al tiempo que pone en evidencia que los problemas estructurales que la generan no se arreglan con educación, como suelen sostener quienes se esconden tras las buenas intenciones. (Una temporada, se encuentra en HBO GO)
Feud (2017). Susan Sarandon y Jessica Lange hacen de Bette Davis y Joan Crawford (respectivamente) y reviven la rivalidad de las dos divas en pleno siglo XX. Un derroche de actuación para una historia que pone más énfasis en aspectos de las personalidades de cada una, dejando bastante fuera el tiempo histórico y los modos de producción de la época, llamado sistema de los estudios: cada Major (grandes sellos cinematográficos) tenían en relación de dependencia a todo el personal que trabajaba en una película; desde el director hasta el último ordenanza todos tenían su recibo de sueldo y, en mayor o menor medida, estaban sindicalizados. De todas maneras, ellas dos muestran cómo es eso de las hoguera de las vanidades. Y todo en una temporada única. (De la señal FX).
Santa Clarita Diet (2017). Drew Barrymore hace de las suyas en esta comedia de terror en la que ella, una amable y convencional ama de casa, descubre sin querer las delicias del crimen, en las que de a poco se incorpora el resto de su tradicional familia de un marido y dos hijos: niña adolescente y niño púber. Algo escatológica para algunos, desde acá hay que decir que si alguien puede hacer humor escatológico (y causar gracia) es la gran Drew. En ese sentido, hay que decir que su partenaire no llega a estar a la altura, aunque no desentona. Con otra pareja tal vez la serie habría hecho estallar la crítica y las redes. Acaso haya que esperar a que el cambio de época profundice sus sentidos y haga posible que todo gire sin más alrededor de la figura femenina, como en el siglo pasado grandes películas lo hicieron sobre las masculinas. (Habrá segunda temporada, la primera puede ver en Netflix).
Mildred Pierce (2011). Pocas actrices (y actores) pueden hacer un drama como el de esta miniserie. Kate Winslet es madre primeriza y divorciada durante la Gran Depresión. Basada en la novela homónima de James M. Cain -que tuvo una versión cinematográfica en 1945 protagonizada por Joan Crawford-, toda el peso del relato recae sobre Winslet, que lo lleva adelante con la facilidad que uno se rasca la cabeza. Con ese talento que la caracteriza convierte una obra de por sí lacrimógena en la posibilidad de una reflexión sobre la pobreza y el género. Un adelanto a los tiempos, si se tiene en cuenta que data de 2011. (Se la puede encontrar en HBO GO).
Stranger Things (2016). La más popular de este grupo que significó el regreso de Winona Ryder a las grandes lides de la industria. Cierto que no es la protagonista, pero tiene una papel fundamental: es la madre de uno de los chicos de la banda pre púber que lleva adelante la historia). Sin embargo, su ausencia -en especial para los que crecieron en los 80/90- fue tan estruendosa, que su regreso no podía más que generar alegría y muchos pero muchos comentarios. En varios sentidos fue el desafío más difícil para este grupo de actrices: sería comparada con películas que hizo en su esplendor juvenil, y encima en una serie de alto impacto para un público que ni sabía de su existencia. Da la talla. (Dos temporadas, ambas en Netflix)