Existen, afortunadamente, múltiples abordajes posibles a la obra de Liliana Herrero. Estéticos, conceptuales, políticos. Uno de ellos es su consecuente desafío a las convenciones. Herrero grabó su primer disco casi a los 40 años y hoy es una figura ineludible de la música popular argentina. No es compositora pero supo crear un universo inconfundible gracias a una gran capacidad para armar repertorios e intervenirlos con profundidad y una belleza doliente. También define a la entrerriana su convicción para construir una obra a pesar de las crisis, modas y tendencias. Los próximos dos viernes Herrero celebrará los 30 años desde la edición de su primer disco y repasará buena parte de su carrera.
«Serán dos shows para conmemorar los 30 años de la salida de Liliana Herrero (1987), que justamente fue en junio. Pero también es una celebración y un agradecimiento a tantos compañeros, amigos y público que me acompañaron durante todo este tiempo. Voy a estar con mi banda, que incluye a Pedro Rossi (guitarra y voz), Ariel Naón (contrabajo) y Mario Gusso (percusión), más algunos invitados que se sumarán en temas puntuales», explica Herrero. Pero no se tratará de una reproducción literal de aquel disco iniciático. La entrerriana propondrá una lista «que repasará casi todos mis trabajos. Algunos temas tendrán los arreglos originales y otros citas a esos arreglos. Será un recorrido muy movilizante para nosotros y espero que también para la gente que va a venir a los shows en Caras y Caretas 2037».
La carrera de Herrero es rica y desafiante. Incluye los discos Imposible (2016), Maldigo (2013), Este tiempo (2011), Igual ça mi corazón (2008), el doble Litoral (2005), Falú-Dávalos (con Juan Falú, 2004), Confesión del viento (2003), Leguizamón-Castilla (con Juan Falú, 2000), Recuerdos de provincia (1999), El tiempo quizás (1998), El diablo me anda buscando (1997), Isla del tesoro (1994), Esa fulanita (1989) y Liliana Herrero (1987). El volumen y audacia de esta obra no es casual. Acá no hay estrategias de marketing ni planes de negocios de grandes discográficas. «Es un acto de convicción. Trato de hacer y dejar constancia. Y cuando no sale espero y trabajo un poco más hasta encontrar lo que estoy buscando», detalla.
Quizá no todos escucharon o tiene presente el disco Liliana Herrero (1987). A oídos de hoy cuesta reconocer a Herrero tanto por los arreglos como por su voz. «Hubo muchas búsquedas en estos años, es cierto concede la cantante. Aquel primer disco y el segundo los grabamos en una sala de ensayo. En el primero usamos máquinas de ritmo. Igualmente, a la distancia, creo que a pesar de que las sonoridades cambiaron mucho la dirección final no es tan diferente. Al menos en lo filosófico». En referencia a su voz, Herrero se muestra más concluyente. «Eso es notable concede. Hubo un gran cambio. Pero no puedo explicar a qué se debe o cómo se dio. Fui buscando diferentes formas de frasear, incluso usando la palabra hablada. Pero después es un misterio».
En toda buena historia aparece la influencia de lo fortuito. Aquel primer disco de 1987 nació casi de casualidad. Se podría debatir la influencia del destino, el deseo profundo todavía no revelado y hasta el posicionamiento de los astros. Lo cierto es que Herrero amaba la música, pero no se planteaba construir una carrera en ese rubro. Por entonces ejercía y disfrutaba como docente en la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario. Pero Fito Páez la escuchó, metió la cola y la convenció: había que grabar y ya. «Fue un momento clave de mi vida y se lo debo a él», confiesa Herrero.
Esta parábola de 30 años exige festejos y así será. Pero Herrero retoma el concepto y lo lleva más allá. «Siento que serán dos celebraciones de resistencia. Porque yo trabajo en base a la memoria. Una cultura que tomamos del pasado para pensar el presente y el futuro. Ahora vivimos bajo un gobierno que no es argentino. Un gobierno neoliberal y feroz que gobierna para los que más tienen y que nos endeuda a niveles escandalosos. Es un proyecto de país que castiga a los desprotegidos. Por eso, más que nunca, celebramos nuestra cultura y resistimos a un gobierno sin patria», concluye. «
Liliana Herrero celebrará los 30 años de su primer disco los viernes 16 y 23 de junio a las 21 en Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037).
Todos estos años, en gente
La respuesta es difícil. Casi imposible. ¿Cómo resumir 30 años de música en unos pocos momentos, en unas pocas palabras? Pero Herrero asume el desafío y decide retratarlos en gente. «Aunque seguro voy a pasar por alto a alguien», se disculpa.
Primero destaco a Fito. Él me dio la fuerza para grabar cuando yo no quería o no sabía que quería. Me guió, me dio confianza y me acompañó. Es un ser muy creativo y sensible. El Cuchi Leguizamón es otro indispensable. Creó un estilo único sin nunca perder el pañuelo, como él mismo decía. Cada encuentro que tuvimos fue enriquecedor. Juan Falú me permitió disfrutar toda su elegancia como músico y todo su conocimiento de nuestro folklore. Hicimos dos discos juntos que amo y me resultan indispensables. A Guillermo Klein lo conocí hace poco y es una inspiración muy potente. Tiene muchas influencias, pero también una gran sensibilidad para nuestra música. Me abrió a un mundo de composiciones, resonancias y posibilidades que no conocía. Y no me quiero olvidar de Gerardo Gandini, con quien compartí unos pocos momentos, pero tuvieron una carga artística y emotiva determinante.