Como parte de un constante hacer que lleva décadas de construcción, a los integrantes de Los Carabajal –rebautizados simplemente Carabajales– siempre se los encuentra en pleno movimiento. Durante su extensa carrera que comenzó en 1967, el grupo cambió de integrantes, tuvo idas y venidas, pero siempre fue fiel cuando se trató de abordar a la canción de linaje folklórico.

A más de 50 años de su formación, el grupo acaba de editar Carabajales cantan el Martín Fierro, un nuevo disco basado en el libro más celebrado de José Hernández. Este nuevo pack de canciones fue producido artísticamente por Peteco Carabajal y musicalizado por Cuti Carabajal, este último único miembro de la formación original del grupo nacida en los ’60.

Esta nueva producción compuesta por 18 canciones se nutre de los versos de Hernández para ofrecer un amplio conjunto de estilos donde no faltan chacareras, malambos, chamamés, pero tampoco zambas y milongas. En su encuentro con Tiempo, Cuti, Musha y Peteco –el grupo lo completan Roberto y Cali– desmembraron todo el proceso que terminó en la materialización de este nuevo disco, al mismo tiempo que ofrecieron su mirada sobre la compleja situación social que azota al interior del país, entre otros factores que giran alrededor de las preocupaciones del quinteto. «Este disco nuevo es fruto de un horneado extenso que nos llevó unos cuatro años de trabajo. Fue un proceso largo y hasta en un momento nos quedamos sin plata para hacerlo, pero finalmente salió a la luz. A veces digo en broma que nosotros siempre tuvimos que pelear contra la adversidad, y en estos días tampoco hay excepciones. Digo esto porque si esta obra hubiese salido en el gobierno anterior, tal vez podríamos presentarla en el Centro Cultural Kirchner u otro marco referido a la cultura. Pero bueno, en este momento estamos vacíos de eso», dice Peteco, rompiendo el hielo inicial de la entrevista.

–¿Cuándo fue específicamente que cada uno de ustedes escuchó hablar del Martín Fierro por primera vez?

Peteco: –Creo que fue a eso de los cinco años. Recuerdo que en mi casa mi padre leía el Martín Fierro, nos compartía sus versos y a la vez nos los daba a conocer. Para mí y mis hermanos cada relato era como una película de aventuras: yo le pedía que me leyese cuando el protagonista peleaba con el indio o cosas similares relativas a la acción (risas conjuntas).

Musha: –Por suerte, creo que esta obra fue muy importante para muchas generaciones. Para nuestros padres era un libro de cabecera, y por eso tenían presentes sus frases todo el tiempo y las hacían suyas según cada necesidad. Era un libro que estaba vivo en el contexto de nuestra familia.

–Más allá de ese pasado, ¿en qué momento nacen las ganas de hacer un disco como este?

P.: –Fue una propuesta que les tiré a los cuatro porque siempre pensé que estábamos en condiciones totales de poder hacer todo lo que esta obra significa. Estamos maduros, unidos y fuertes en lo artístico, inclusive con lo que estamos haciendo cada uno por su lado, en plenitud creativa. Nos sentimos bien como grupo, y por eso creí en su momento y sigo creyéndolo ahora que somos el único grupo en la actualidad que puede llevar a cabo un proyecto de esta naturaleza.    

M.: –Creo que el concepto de no buscar el éxito sino el compromiso con una obra es lo que primó a la hora de hacer este disco. Tomamos esta historia e hicimos un disco valiente y de gran compromiso artístico. Este grupo tiene una trayectoria en la espalda que nos permitió hacer lo que hicimos. Por otra parte, es algo que generamos con muchísima entrega, sobre todo por los versos, la historia y las enseñanzas que le dejan a uno cuando se mete con un libro como en el cual se basó el disco.

–En un libro tan vasto y rico como el Martín Fierro, ¿cómo eligieron las temáticas que más tarde se transformarían en canciones?

Cuti: –Este libro tiene muchos capítulos. Este no fue el caso, pero siempre que se eligen temas de un libro corrés el riesgo serio de dejar varias cosas afuera del producto final.

P.: –Llegamos a un muy buen resultado por la maestría de Cuti. Creo que él, además de hacer las melodías, tuvo un tacto muy bueno en la selección de los versos. El Martín Fierro tiene cientos, cientos de versos, pero había que elegir los que eran justos, sobre todo para que la historia fuese bien entendida. El disco contiene todas las historias del libro en 18 temas repartidos entre rancheras, chacareras, zambas, chamamé, chayas, milongas y más. Ese es el gran mérito de Cuti.

–El disco es un abanico de géneros. ¿Cómo manejaron esa complejidad a la hora de musicalizar los versos?

C.: –Yo soy muy intuitivo para todo. De esa manera fui haciendo la música de cada una de las canciones, pero también me tomé el tiempo necesario para estudiar las letras. De un capítulo había que elegir sólo seis estrofas con su comienzo, desarrollo y final, sobre todo para que fuese entendible. Con esa idea encaré la obra de José Hernández, en muchos casos me invadió la emoción, como por ejemplo en «Pido perdón a mi Dios», una canción muy sensible y emotiva.

M.: –Todo lo emotivo del texto y la música nos invadió también a nosotros, especialmente cuando estábamos grabando. En varias facetas del proceso de grabación nos invadieron las lágrimas, sobre todo porque se trata de letras ricas, enriquecedoras y profundas.

–¿Cómo se maneja esa emoción en el estudio?

C.: –Y… no. Es algo que no se puede manejar (risas de los tres).

–El Martín Fierro es un libro que más allá de sus enseñanzas también expone críticas, que como las grandes obras no pierden actualidad. ¿Lo sienten de esa forma?

P.: –Sí, por supuesto. Hay una milonga que la canta Roberto, donde hay una parte que dice: «He visto negocios feos a pesar de mi ignorancia». Eso fue escrito en 1870 o por esos años, y es algo que se acomoda perfectamente a nuestros días. Al mismo tiempo, creo que esos versos representan el gran valor que tiene el libro de José Hernández, porque nos va representando al mismo tiempo que se actualiza constantemente. Por otro lado, si Martín Fierro tuviese vida estoy seguro que condenaría a gente que tiene el poder, inclusive a patrones que se apropian de sus dichos para utilizarlos a su antojo y conveniencia. Recordemos que él representa a un hombre que ni siquiera tenía ropa, andaba en patas porque fue despojado de todo. Hoy en día la tradición te propone la figura de un gaucho con botas, el cuchillo y la bombacha limpita, listo para ser la figura de un póster. Martín Fierro es todo lo contrario porque se trata de un gaucho que ni tenía para usar alpargatas.

M.: –Es lo mismo que pasa con Discépolo y las estrofas iníciales de «Cambalache», junto a otros tantos tangos que tienen muchas décadas de haber sido escritos. En el caso de Discépolo no se puede creer que sus textos tengan tanta vigencia en nuestros días, sobre todo con todas las cosas que están pasando en nuestro país y en el mundo entero. Bueno, con el Martín Fierro pasa y pasará mucho más todavía. Es inevitable. «

Sin cultura y sin educación

La crisis económica que azota al país encuentra en el deterioro del sector cultural a uno de sus puntos más sensibles. Con partidas achicadas notablemente desde diciembre de 2015 y con el ex Ministerio de Cultura reducido a una simple figura de Secretaría, los constantes embates que recibe el sector no son factores que pasan desapercibidos para los músicos de Carabajales. «Sin cultura y sin educación no se puede vivir, sólo se sobrevive. Y si le quitás el apoyo a esos sectores tan importantes para el desarrollo de un país, entonces todo se vuelve incomprensible», afirma Musha con un semblante preocupado. Por su parte, Peteco ofrece un panorama más amplio de lo que sucede en el interior: «Vivimos el triunfo momentáneo de lo no cultural, y digo momentáneo porque pueden ganar pero no para siempre. Es el triunfo de hacerle creer a la gente que todo fue una fiesta, que acá se malgastaba. Finalmente lograron que la sociedad se ponga en un papel de cuestionar las buenas obras, algo que es muy triste. Llegamos a esto que hoy tenemos, y aunque sólo sea un triunfo momentáneo es algo que afecta mucho al interior. Hay muchos festivales que ya no se hacen porque no les llega plata a las provincias. Así se corta toda la cultura de un pueblo y sus tradiciones, que en muchos casos son centenarias. Así también se las lastima, aunque no van a lograr silenciarlas».

Hay equipo y recambio

No hay dudas de que la familia Carabajal es una de las más emblemáticas en la historia de la música popular argentina. Por obras, por influencia y por la gran cantidad de músicos que aportaron y siguen aportando a la escena.
Durante la más que extensa trayectoria de Los Carabajal –hoy Carabajales– hubo múltiples cambios de formación. Pero nunca los vivieron en forma traumática.
“Este es un grupo que sabe nutrirse de la familia. Por ejemplo, Homero es hijo de Peteco. Walter es hijo de Cali y Camilo es mi hijo. Bueno, todos están en una especie de banco de suplentes y por eso están ligados al concepto actual de Carabajales. Ellos son los que más preparados están en la actualidad, son los jóvenes del recambio, pero también hay otros que están esperando su momento para tener su oportunidad en el grupo. La música siempre tuvo a nuestra familia en permanente movimiento y todo indica que lo seguirá haciendo”, concluye Cuti.