La salva cantar, leer cartas, cocinar, recordar las recetas de su abuela. Frente a la agresión permanente de un hombre que maltrata a su mujer, recordar algo del amor de la infancia y de la belleza que todavía queda en algunas cosas tiene el suficiente poder para que una víctima de violencia de género pueda salir del ambiente de desamor y odio que la mantiene cautiva. Este es el espíritu de El sabor, un nuevo espectáculo que tematiza el maltrato hacia las mujeres en una instancia anterior a los golpes o asesinatos.
La obra que escribieron Brenda Steizelboim, Adriana Ferrer y Juliana Corbelli surgió de la necesidad de que el teatro también se sume a la prevención y difusión de los femicidios que movilizaron a miles de mujeres en el último tiempo. Hay muchos espectáculos que reflexionan sobre este tema y siempre muestran golpes en vivo o escenas muy feroces. A nosotras nos interesó ir a los pasos anteriores, que son tan graves como los más explícitos. Es un giro teatral interesante, que apunta a la prevención y a lo difícil que es reconocer cuando uno es violentado psicológicamente, dice Corbelli, quien antes escribió Daguerrotipas, un conjunto de relatos-retratos de mujeres y que llevó a escena bajo la estética del juego de sombras.
En El sabor, Mirna logra salir de un ambiente que la oprime, gracias a la función social del arte, algo tan amplio y tan profundo como detectar los detalles del mundo: una canción inspiradora, el olor de un plato de la infancia, una poesía que nos puede conectar con el amor. Ella logra una sanación interior, en la obra no hay presencia del Estado, ni una amiga o un familiar, alguien que la pueda ayudar o le haga ver lo que está viviendo. A ella la salva el arte, la poesía. Potenciamos los mínimos recursos que tiene dentro de su casa y dentro de sí misma, en su recuerdo, por eso canta y vuelve a ser la que era cuando él no está, explica la autora.
La directora de El sabor es Adriana Ferrer, quien actuó en la reconocida obra de Claudio Tolcachir, Emilia, donde protagonizaba a un personaje que también vivía situaciones de violencia. Ahora, hay una nueva mirada, un poco más feliz: Yo elijo que Mirna pueda salir, como mujer es algo que elijo. Finalmente, ella logra la suficiente fuerza interior para irse y se va, para dejar de sostener una violencia psicológica, que muchas las mujeres sostienen durante toda su vida. Al final de cada función de El sabor, hay un debate con el público que para los artistas funciona como una escena más, una forma de completar el espectáculo y con la cual aspiran a profundizar la prevención y abrir, todo lo que sea necesario, la posibilidad de diálogo y reflexión.
* Todos los domingos a las 20 en Teatro Corrientes Azul (Av. Corrientes 5965).
** Esta obra forma parte de los beneficios de soci@s de Tiempo Argentino.