Las mejores comedias no son otra cosa que una reflexión sobre el sinsentido de la vida. El humor, se sabe, esconde verdades que de otra forma se harían mucho más difíciles de sobrellevar. Acaso con ese espíritu el humorista, guionista y actor español Berto Romero construyó una carrera que se desarrolla en cine, televisión, radio, plataformas de streaming y más.
Su creación más exitosa y de llegada internacional es la serie Mira lo que has hecho, una suerte de sitcom que observa y caricaturiza mecánicas familiares, mandatos sociales e hipocresías varias. Su uso de la parodia, el permanente juego con alusiones autobiográficas y hasta ciertos rasgos físicos emparentan a Romero con el primer Woody Allen.
Romero interpreta a un humorista desprejuiciado, casi siempre dispuesto a dar un paso más allá del qué dirán. Si en las dos primeras temporadas la tensión se desarrollaba a partir de su vida como padre y esposo, en los nuevos capítulos el conflicto central se alimenta de una serie de malos entendidos que lo hacen caer en desgracia hasta con su propio público. ¿Cómo resolverá Berto el designio de los malos astros? ¿Logrará redimirse luego del escarnio público?
–¿Cómo se encuentra el equilibrio en una tercera temporada para respetar la historia y al mismo tiempo no repetirse?
–Es el reto que nos planteamos. Diría que es casi una marca de fábrica o nuestra filosofía vital. Hay una historia que respetar, eso es muy claro, y al mismo tiempo buscamos correrla de lugar para que encuentre otros estímulos. El espectador tiene que encontrar una continuación, pero no una copia. A su vez, necesitábamos darle un cierre concreto porque, tal cual lo habíamos pensado desde un primer momento, la tercera iba a ser la última temporada. Creo que después de mucho trabajo lo hemos logrado.
–¿Jugar con lo políticamente incorrecto es una herramienta vital de «Mira lo que has hecho»?
–Sí. Y esta temporada hemos trabajado mucho más en ese aspecto. Mi personaje sufre cierta crisis que favorece echar mano a un humor menos cómodo, por decirlo de alguna manera. Vivimos tiempos de gran hípersensibilidad social que se basan en lo políticamente correcto. Creo que ahora incluso eso está más fuerte que cuando grabamos los capítulos. Así que ese contexto supone un horizonte atractivo para hacer comedia porque el humor siempre tiene que explorar nuevos límites.
–La comedia televisiva del siglo XX se basaba mucho en reírse del otro y discriminar al diferente. ¿Cuál es la clave para respetar valores positivos sin caer en la solemnidad?
–Es una buena pregunta. Afortunadamente nuestras sociedades han evolucionado mucho. Antes se hacía un humor pernicioso, especialmente con las mujeres, minorías, etcétera. Creo que el salto entre cómo veía el mundo mi padre y cómo lo veo yo es abismal. Pero, al mismo tiempo, creo que hoy tendemos a normativizar todo, a querer ser demasiado políticamente correctos. El humor necesita poner un poco en tensión eso. Está en la capacidad del comediante y el gusto del público si alcanza buenos resultados. Pero es notorio que ha cambiado nuestra forma de ejecutar la comedia.
–»Mira lo que has hecho» propone una suerte de juego de espejos entre el personaje y vos. Eso remite mucho a Woody Allen.
–Sí. Me reconozco deudor de Woody Allen, Larry David y tantos otros que juegan la comedia autorreferencial. La cotidianeidad y la supuesta imagen que los demás tienen de uno siempre son elementos atractivos para hacer humor.
–¿Existe algún tema sobre el que no te animarías a hacer un chiste?
–Es una pregunta muy compleja. Creo que encierra en sí misma la imposibilidad de contestarla porque los valores y el humor son algo en movimiento. Por eso hacer humor es un desafío permanente.
–¿Cómo estás transitando la pandemia?
–Con avances y retrocesos, creo que como la mayoría de las personas de este mundo. Vivo en Barcelona, luego de la primera oleada logramos cierta apertura, pero padecimos algunos retrocesos. Son momentos difíciles para todos, para vivirlos y para entenderlos. Es como tratar de entender cómo te sientes mientras estás cayendo por una escalera. Desde lo personal estoy alineando con el gran porcentaje de la sociedad mundial que siente un gran estupor. Todo es nuevo e incierto. Pero lo vamos sobrellevando. Algunos tenemos más suerte. Algunos trabajos para televisión y radio se pueden hacer a distancia, desde nuestras casas. Pero actividades como el teatro siguen totalmente vedadas y eso es muy duro. Eso genera enormes dificultades económicas y angustias. Por eso, dadas las circunstancias, me considero un afortunado.