El 70ª festival internacional de Cine de Berlín, que se celebrará del 20 al 29 de febrero próximos en la capital alemana, promete ser un festival de incógnitas y sorpresas, empezando por la invitada argentina al concurso oficial, «El prófugo» de Natalia Meta, que el flamante director de la Berlinale, Carlo Chatrian, califica como «una gran sorpresa de parte de una directora que yo desconocía totalmente, un policial que nos introduce en la mente de una mujer».
En efecto, el festival berlinés, creado en lo más álgido de la guerra fría para ser la vitrina ideal de los valores del capitalismo occidental frente a las penurias del socialismo real, con el desfile de astros y estrellas de Hollywood que los berlineses orientales ni siquieran podían soñar, se transformó poco a poco en la apertura hacia los países detrás de la Cortina de Hierro y, caído el muro, en la exhibición de los posibles candidatos a los Oscars, pero desde este año parece orientado a descubrir nuevas voces del cine mundial, sobre todo si vienen de los lugares más alejados del planeta.
Este es el signo que ha impreso desde el vamos el nuevo director de la Berlinale, ese Carlo Chatrian que dirigió durante años el festival de Locarno, en la Suiza italiana, que para diferenciarse de los más prestigiosos vecinos, geográfica y temporalmente, de Cannes y Venecia, apuntó a los nuevos valores, especialmente los que venían de América Latina, Africa y Asia.
Y Natalia Meta, a su segunda película como directora, después de esa «Muerte en Buenos Aires» que vieron solo en el festival de Cine Fantástico de Pucheon (Corea del Sur) en 2015, donde Chino Darín ganó el premio al mejor actor, y que en Alemania pasó directamente a DVD hace 5 años, es realmente desconocida para el público y la crítica internacionales.
E igualmente tierra ignota son casi los demás títulos argentinos seleccionados en las diferentes secciones, cada uno con jurado propio, repletos de jóvenes talentos con dos o tres películas a sus espaldas, cuando no debutantes como Alex Piperno, cuyo primer largo de ficción, «Chico Ventana también quisiera tener un submarino», ha sido seleccionado por el Forum, donde se exhibe el material más innovativo que se produce en el cine mundial y donde se codeará con el más veterano de los cineastas argentinos, Edgardo Cozarinsky, que traza en «Medium» un retrato a todo nivel de la artista polifacética Margarita Fernández de 93 años, y con «Responsabilidad empresarial» del también debutante Jonathan Peret.
Con apenas el segundo largometraje se presentan en «Panorama» sendos cineastas como Clarisa Navas, con «Una entre mil», la historia de dos mujeres que tratan de construir una relación en un medio hostil, o Fernando Márquez, que había sorprendido a Cannes con su ópera prima «La larga noche de Francisco Sanctis», y que ahora presenta «Un crimen común» que retrata el miedo imperante en la sociedad argentina que impide hasta el más mínimo gesto de humanidad y solidaridad.
No falta un concursante argentino tampoco en «Generación», la reseña descentrada dedicada al cine para niños y adolescentes y con un público menudo, ruidoso y partícipe donde a veces hay que aguantarse proyecciones dobladas a viva voz porque los chicos alemanes no alcanzan a leer los subtítulos.
En este caso, la cineasta es mujer y debutante y se llama Sol Berruezo Pichon-Rivière, quien con «Mamá, mamá, mamá» afronta el tema de una adolescente que entre sueños y realidad debe asumir y elucubrar la muerte de una hermana.
Y para que no se diga que el cine argentino ha dejado un tablero sin ocupar, ahí está Matías Piñeiro que ha sido invitado por Carlo Chatrian a participar en la flamante reseña por él creada, «Encuentros», donde se miden debutantes y veteranos, que trae consigo su sexto largometraje de ficción, «Isabella», sobre una actriz que persigue desde hace dos años un papel, siempre en competición con la misma mujer.
Finalmente, es argentina también la actriz Bérénice Bejo que integrará el jurado oficial presidido por el actor inglés Jeremy Irons.
Pero Natalia Meta afrontará en el concurso adversarios de alcurnia como el taiwanés Tsai Ming Liang que, con «Rizi» (Días), vuelve al cine después de seis años de hacer instalaciones y experimentar con la realidad virtual o la inglesa Sally Potter, que hace tres años iluminara la Berlinale con su kammerspiel «The Party» y que ahora trae a Javier Bardem como padre que vive muchas vidas ante el desconcierto de su hija, que tiene una sola pero futura, en «The Roads not Taken».
Y que decir del alemán Christian Petzold, ganador de dos premios menores aquí en Berlin que vuelve con ganas de conquistar uno mayor con «Undine», film sobre una guia turística en Berlín que se venga del hombre que la dejó y después sumergirse en el mar como la misma Ondina de la que lleva el nombre, y del norteamericano Abel Ferrara quien, aún de capa caída en los últimos años, puede dar uno de sus viejos zarpazos con «Siberia», con su amigo y vecino de Roma, Willem Dafoe, en el papel de un hombre en busca de su verdadera naturaleza sin otra compañía de un trineo y sus perros.
Lo demás es realmente una «terra incognita» con algunas curiosidades como la de una tercera versión de la novela de Alfred Döblin «Berlin Alexanderplatz» del alemán de origen iraní Burhan Qurbani o alguna «sorpresa» como el brasileño «Todos os mortos» de Caetano Gotardo y Marco Dutra, que Chatrian apareó en interés y novedad con «El prófugo».