Aparecen aires de tango, de folklore, algunos elementos de música clásica, otro poco de baladas románticas de los ’70, toques funk, momentos ambient, influencias de soundtracks memorables, pop, mucha electrónica y más. En las flamantes diez canciones de Shasei, el primer disco de Benito Cerati como  solista, hay de todo. El álbum también ofrece un clima misterioso, que proviene de un sonido barroco y muchas capas de sonidos. Pero sobre todo es un disco muy personal. Hay una intención de mirar el paso del tiempo enfocándose en la adolescencia, la intensidad de los primeros encuentros amorosos, los errores cometidos y más.

«Es un poco lo que vengo sintiendo desde hace un año y medio –revela Benito Cerati en diálogo con Tiempo–. Ganas de reformular un poco lo que quiero comunicar como artista. Creo que venía haciendo algo que me gustaba, pero tenía limitaciones expresivas. Así que fui a fondo y me puse a buscar y a hacer todo lo que tenía en mente. Reflexionando, ahora, quizás en formato banda no se podía».

Benito se refiere a Zero Kill, el grupo con el que editó cuatro álbumes: Trip Tour, Alien Head, Unisex y Lapsus. «Éramos más aventureros con respecto a no respetar estructuras y todo era más abstracto, más onírico, pero en este disco traté de simplificar mis mensajes. Tanto en la lírica como en  la música, aunque hay búsquedas sonoras. Sentí que era el momento. Quería hablar de cosas personales, sentí la necesidad de parar y volver a arrancar. Me parece que era tiempo», asegura el cantante y compositor.

El hijo de Gustavo nació el 26 de noviembre de 1993. Obviamente en un ambiente rodeado de instrumentos y música. Esta vez sintió que era necesario repasar su propia historia.

–¿La pandemia marcó la mirada introspectiva que incluye el disco o eso surgió por otras razones?

–Es posible que la cuarentena tenga que ver porque retiró la posibilidad de salir a tocar, viajar, tener distracciones varias a las que nos habíamos acostumbrado. Si a eso le sumamos que tuvimos que estar encerrados, eso empuja a reflexionar y buscar cosas nuevas. Pensé mucho en los dos años que nos pasaron por encima. Como experimento de encierro creé el último disco de Zero Kill, y considero que es el mejor, con el que más contento quedé, al menos. El que más me representa. Después de eso me dieron ganas de hacer otra cosa. Solo. Fue un proceso. Al sentirme más activo, menos inestable, era la hora de hacerlo. Me di cuenta al estar mucho tiempo conmigo que muchas veces yo mismo me boicoteaba. Entonces dije «basta, voy a arrancar otra cosa, tengo que cortar algo para que nazca algo nuevo». Me vino bien renovar y encontrarme conmigo, después de sentirme perdido. No sé si fue la pandemia que me ayudó o un proceso interno de maduración, pero coincidió. 

–¿Te costó tomar la decisión de ver cómo iba sonar o qué iba a decir tu primer disco solista?

–No, se fue dando y tuve cerca a gente que me ayudó a lograrlo. Nunca nadie es solista del todo. Es una experiencia que quería vivir y la reflejé en estas diez canciones. Por suerte me tiño el pelo, pero aparecieron las primeras canas, me parece que es una señal de que hay que tomar las riendas del destino (risas).

Foto: Diego Martinez @ildieco_diegomartinezph

–¿Sentís que era un paso necesario en tu carrera?

–Puede ser. Es un disco adolescente, con un aura de esa etapa, pero también que mira para el futuro, hacia dónde voy a ir. Creo que son canciones que representan lo que  soy y que quizás nacen con una intención, pero tienen otras cosas adentro. A pesar de que nació desde la nostalgia, si se quiere, creo que los temas cuentan solapadamente cómo me siento ahora y esa expectativa que tengo por ir hacia lo que vendrá. Hay energía dentro de estos temas. Creo que hay que dejarla fluir.

–¿La variedad en las influencias y en el sonido fue algo buscado?

–Siempre fui muy abierto. Escuché de todo y me fue saliendo. Noté que era muy distinto a lo que venía haciendo con la banda y me pareció que era el camino. Era justamente lo que tenía que hacer: fusionar un montón de sonidos que me marcaron. Algunos más, otros menos.

–¿Sentís que lograste libertad creativa sin necesidad de cumplir con expectativas que otros podían poner en vos por tu linaje musical?

–Mucha gente me apoya o le gusta lo que hago, pero nunca nadie me dijo o me sugirió por dónde ir o qué hacer. Fui criado de esta manera, siendo independiente para tomar decisiones. Hago lo que se me canta, no tuve maestros que me enseñaron o me guiaron para canalizar lo que sentía  y transformarlo en canción: se dio naturalmente. Por suerte pude descubrirme a mí mismo, sin importar lo que otros esperen de mí, si es que eso es así. En lo que sea que decida, yo sé que voy a encontrar a personas que me van a querer ayudar. Pero nunca fuerzo nada, hago lo que me nace. Todos en algún momento necesitamos un consejo o una ayuda, pero siempre para algo que uno ya decidió. Este es un trabajo que se hace en equipo, solo no podría. Pero me gusta no tener metas que cumplir, solo hacer lo que me gusta. No me pesa el apellido, me siento libre.

–¿Te molesta que te comparen? ¿O que midan a ver qué tenés de tu padre?

–Es algo que no se puede evitar y es una pérdida de tiempo luchar contra eso. Cada uno es único, y todas las personas por más que traten de emular a otra, siempre deberán hacer su propio camino. Siempre fui muy fan de la música de mi viejo. Nunca tuve ningún problema con eso. Hay demanda de algunas personas que para que yo les guste tengo que imitar a mi viejo o algo así: pero eso es una cosa de ellos. Jamás le pediría al hijo de alguien que admiro, que sea igual que su padre. Es algo enfermo, raro.  

–¿Hay un eje temático en este disco solista?

–Es una mirada personal sobre varios temas, que metafóricamente pueden servir  o son comparables con otras situaciones de la vida. Cuento todas las cosas que me pasaban cuando era chico y vas descubriendo situaciones. Era como que quería hacer un flashback de los sonidos de la casa en la que vivíamos en Vicente López, en la que crecí y me formé: me limité a indagar en esas raíces, que se quedan en vos siempre y el tiempo las transforma. Salió esto.

–¿Cómo te sentís cuando alguien se identifica con lo que cuentan tus canciones?

–A veces me llegan mensajes que me dicen que algo que yo hice es una especie de salvavidas que mantuvo a flote a alguien por determinada circunstancia motivo o razón. Eso siempre me pareció increíble. Porque uno hace algo y te gusta, pero no sabés cómo le va pegar al otro. Si hay efectos beneficiosos en otro, es hermoso. Sé lo que es porque me paso con otros artistas y quizás son pilares para mi vida, sin que ellos lo sepan. Nunca nadie hace un disco diciendo voy a salvar almas. Pero que alguien sienta o se identifique o pueda reflexionar y tomar decisiones a partir de una canción, es mágico. La música es impredecible, eso es hermoso. «


Shasei – Benito Cerati

  1. «Tu espada en mí».
  2. «El atardecer».
  3. «Agujero negro».
  4. «Futuro incógnito».
  5. «Cemento».
  6. «Shasei».
  7. «La luz mala».
  8. «Buenos días amor».
  9. «Virus».
  10. «La tercera es la vencida».

-Producido por Benito Cerati y Estanislao López.


Con una ayuda de los amigos

A lo largo de su carrera, múltiples artistas colaboraron con Benito: Marilina Bertoldi, Marina Fagés, Paula Maffia, Lucy Patané, Richard Coleman, Leo García, Virus, Charly García, Adicta, los excompañeros de su padre en Soda Stereo y hasta Jey Mammón son sólo algunos de ellos.

En Shasei, Cerati hijo también se apoyó en gente en la cual confía: «Invité a Alfredo García Tau y Alejandro Castellani, que fueron parte de  Zero Kill. Son amigos talentosísimos que me aportaron mucha calidad. Además, trabajé con Estanislao López, un productor espectacular de la escena más gótica y post punk que cada vez tiene más fuerza acá en la Argentina. Congeniamos muy bien y llegamos a donde queríamos».
Para algunos temas particulares también se sumaron Ramiro Flores (vientos), Alejandro Terán (cuerdas) y Gillespi (trompeta). Mavi Díaz ofició de coach vocal y Lito Vitale merece una mención aparte: «Hace tiempo que estoy haciendo cosas con él, aprendo mucho a su lado. No podía faltar».


Soda Stereo, Coldplay y tatuajes

En su extensa visita a la Argentina, Coldplay rindió reiterados tributos a Soda Stereo con versiones de «De música ligera» que incluyeron a Zeta y Charly Alberti en el escenario, entre otras. El cantante Chris Martin, incluso, se tatuó «Gracias totales» en su brazo derecho. Un detalle que a Benito lo movilizó desde diferentes aspectos. «Fue un shock. Es maravilloso que canten su música, no hay mejor representante de la música de acá, sudamericana, que Soda. Que  Zeta y Charly pudieran compartir escenario con ellos, hasta tocar temas de Coldplay, está buenísimo. Se lo merecen y estuvo zarpado», revela.
En cuanto al tatuaje, Benito transitó diferentes estadíos emocionales: «Lo primero que pensé es ‘este tipo está loco’. Me dio risa, me sentí, imagínate, como que se copó tanto que se hubiese tatuado la cara del Diego. Lo de la frase me sorprendió y me pareció cómico. Pero luego pensé un poco más y me di cuenta que me pone contento y orgulloso que una figura mundial reconozca a mi viejo de semejante forma».