Había un interrogante permanente. ¿Cómo eran los festivales cuando no había sponsors ni grandes productoras que se ocuparan de: armar una estructura para cobijar la mayor cantidad de bandas de rock? Para que salga todo bien, para que todos escuchen, participen y sean parte de una fiesta rockera.
El secreto quedó revelado el último fin de semana durante el cual se concretó un proyecto que si hace un año se lo nombraba, parecía imposible: el regreso de BA Rock aquel encuentro que tuvo tres ediciones durante la década del 70, una durante los 80 y de donde quedaron grandes registros musicales de aquel entonces.
El espacio elegido fue aquella isla apostada en el centro del La Paternal, en el estadio Malvinas del club Argentino Juniors donde hubo tres días seguidos de una cartelera distribuida en tres escenarios: el principal con el nombre La Balsa, Signos y el escenario cubierto Artaud, que en general y en especial el último día, se turnaron con una precisión de reloj.
La despedida final del BA Rock fue con Las Pastillas del Abuelos quienes subieron al escenario La Balsa alrededor de la medianoche, cuando los escenarios secundarios apagaban de a poco sus luces.
Efectivos, como siempre la banda que creció al calor de las multitudes festivaleras desplegó banderas y un pogo gigante que ya se palpitaba desde temprano en los alrededores del estadio de donde los seguidores de Las Pastillas tuvieron como punto de convocatoria para ingresar al Malvinas. Fueron alrededor de veinte temas con los que el BA Rock se despidió para una próxima edición.
Minutos antes de que arrancaran los primeros acordes de Las Pastillas. El escenario Signos estaba caldeado: La Bersuit hizo valer sobre el escenario sus años de historia musical dentro del rock argentino.
Arrancó con Por si pasa, del último disco La Nube Rosa y en el tema siguiente aquella musicalidad y ganas de salgar que latía en el público salió con Perro amor explota y estalló en El tiempo no para.
La agitación se detiene ante la voz de Juan Subira que nombra a Santiago Maldonado para pedir su aparición con vida y dedicar la hermosa, la dolorosa Vuelos. Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta es militar, es el canto que se multiplicó en el público hacia el final de la canción.
Lo que siguió fue con baile: Porteño de ley, El viejo de arriba, Se viene, La bolsa y Negra murguera, a pesar de que el campo pedía por Sr. Cobranza, la banda optó por irse y dejarle lugar a Las Pastillas del Abuelo que en minutos arrancaba en el escenario principal.
Antes de la Bersuit, Militantes del Clímax hicieron un paso triunfal por el Signos, con un muy buen recital. Durante la tarde, estuvieron Carca, Zona Ganjah, Turf, Utopians y Claudio Kleiman.
Grande, musical, impecable como siempre Fito Páez fue lo mejor de la última jornada. No hace falta decir que Fito brilla en cualquier escenario que pise. Pero en este, donde simbólicamente se funda gran parte de la historia del rock nacional, Páez se mueve como el mejor, despliega un estupendo listado de canciones: todos hits.
Abrió con El Diablo de tu corazón pasó por Naturaleza Sangre, presentó su resistido (por ahora) creación, Aleluya, Tumbas de la gloria, Circo beat entre otros temas. Más palabras que música, Fito hizo el especial llamado de cuidar la democracia.
Ese escenario, una hora antes había recibido a David Lebon. El repaso por más de cuarenta años de rock fue ajustadísimo musicalmente. Fue un set completo y gratamente rockero, donde Lebón celebró insistentemente el regreso de BA Rock, en el día de su cumpleaños. ¡Qué bueno que vinieron! Nunca tuve tantos amiguitos en mi cumpleaños, dijo.
Los clásicos de su carrera solista y de su etapa Serú fueron los más celebrados por un público que oscilaba entre los 17 y los 60 años.
Mientras, en el escenario Artaud sonaba Carajo. Intenso y potente la banda excedió las posibilidades sonoras del espacio pero no perdió en calidad ni efectividad. Antes había pasado Eruca Sativa también dejando todo el power de este trío que desde hace años no deja de ascender. En ese espacio cerrado antes estuvieron La Mississippi, La Gran Martell y Love Paranoia.
El día del medio. Dárgelos brilla siempre. Despliega luces, hermosas canciones y una musicalidad ajustadísima que tan sólo con un acorde ponen sobre el escenario la diferencia de años de carrera.
Cerca de la medianoche, la banda subió al BA Rock con un repertorio tan conocido como celebrado en estos tipos de festivales.
Natural, Diablo, Rubí, El maestro, Irresponsable, son algunas de las canciones que sonaron sobre el escenario durante la presentación en el segundo día del festival.
En El Balsa fue donde estuvieron Los Pericos que no estaba en la grilla original pero que ingresó luego de que León Gieco tuviera que bajarse por problemas de salud. Mucho baile con los hits de 30 años de historia caracterizó un hermoso concierto que acompañó la llegada de la noche en el predio del estadio.
Un rato antes pero en el escenario Artaud, Massacre pasó por el BA Rock con toda la fuerza y el carisma que posiciona a Wallas como uno de los más interesantes frontman del rock.
Sig Ragga, la banda santafesina que a fuerza de grandes performances se ha ganado un espacio enorme en la música argentina. La banda se presentó en La Balsa pero tuvieron que dar por termina su presentación por una problema técnico. A pesar de eso, sigue siendo una de las agrupaciones más interesantes que dio la música argentina.
Durante esa jornada también estuvieron Willy Quiroga, Vitico y El Kuelgue.
Dos generaciones se saludan- Litto Nebbia y Pez. Sobre el escenario Nebbia y Pez dibujan otra parte de la historia rockera. La presentación que fue lo más interesante y distintivo que tuvo el festival en sus tres días. Las canciones de Nebbia, aquellos bonitos clásicos, toman nueva vida en el brillo que le aporta Pez, un trabajo que ya tiene su registro discográfico, Rodar que salió en septiembre.
El disco es una visita cordial y simpática por canciones como Rock de la mujer perdida, El rey lloró, Mujer de carbón, la bella y terrible Palabras mágicas y cerró La Balsa. Miradas, admiración y amor en un escenario donde la música es la que agasajada.
Es casi imposible pensar un festival de rock argentino hoy sin Las Pelotas. Clave para un primer día, la banda encendió el escenario La Balsa con una actuación plenamente festivalera. Con la profundidad de siempre y una precisión que los ubica en un plano bastante alto. ¡Santiago! gritó Daffuncchio y comenzó con Desaparecido. Hacia el final y para la despedida también arengó el aguante al rock argentino.
Cuando apenas caía el sol, Artaud tuvo la energía incontenible de Fernando Ruiz Díaz quien terminó de romper el hielo y abrió el espíritu festivalero para la primera tarde.
Ya al anochecer, en ese escenario Alejandro Medina trajo un poco de ese rock fundacional y propio que lo distingue desde los primeros acordes. También allí, en Artaud estuvo Ricardo Soulé que se mostraba incómodo, a pesar del hermoso set que lució durante su actuación.
La Vela Puerca fue la cuota latinoamericana del festival. Llegó al BA Rock con toda su impronta rockera y puramente uruguaya. Para la jornada, La Vela fue la de mayor convocatoria. Oscilante en las emociones, la Vela ofrece un esquema de energía y calma constante a la hora de pensar su repertorio, uno explota y el que sigue baja. Así pasan dos décadas de vida musical en la banda uruguaya que eligió como puntapié los temas de su último disco Érase pero pasó también por sus diferentes momentos.
El encuentro tuvo muchas bajas en la grilla. Por diferentes motivos no estuvo Salta la banca, Ricardo Iorio, Horcas, León Gieco, Los Twist, Héctor Starc, Raúl Porchetto, Utopians, Los Twist.
El presente. Durante las tres jornadas la pregunta por Santiago Maldonado se repitió entre los artistas que subieron al escenario. Además, el último día, la producción optó por tener en forma constante su foto sobre el escenario.
El regreso de BA Rock dejó grandes sonrisas y mucho por aprender. De aquel último BA Rock a este, además de años, pasaron aprendizajes, sobre todo de bandas que se formaron al calor de los festivales. En un país donde las restricciones para tocar en pubs y en salones, estos encuentros son claves cuando se trata de poder mostrarse masivamente como artista y este es el valor que de aquí en más tendrá que tener en cuenta las posibles ediciones futuras de BA Rock.