Se estrena oficialmente el 5 de octubre en las salas argentinas Arturo a los 30, segundo film de Martín Shanly -y a su manera continuidad de su debut, Juana a los 12-, luego de su estreno mundial en la sección Forum del 73º Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale) y por la Competencia Argentina de la 24° edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici).

“Siempre me desconcierta un poco lo que va a pasar con el público, me sorprende mucho cuando la película es bien recibida; nunca me parece algo natural”, dice como si fuera una carta de presentación Shanly, quien también es el protagonista de la película, como su hermana menor lo fue de Juana a los 12. Esa incredulidad funciona a la manera de una carta de presentación porque Arturo es un pibe que llega a los 30 sin saber muy bien qué le pasa, que se bambolea torpe entre el humor y la ternura, aún agobiado por la muerte de su hermano. Aunque el film lo toma desde que asiste al casamiento de una amiga de la que está distanciado, y pasa por el un accidente de auto en el trayecto entre la iglesia y la fiesta, los recuerdos que le vienen sin que nada los anuncie sobre algunos eventos y las personas más significativas de sus últimos tiempos, todo en el comienzo de una pandemia que todavía no se ha declarado como tal.

“La verdad es que por ahora no, sé que lo próximo que quiero hacer no sigue la misma línea”, dice respecto a la posibilidad de una próxima película que continúe con la historia de algún familiar o personaje cercano de su vida. “Creo que me gusta dejar un poco el mundo que planteo en las dos películas y pasar a otra cosa. Por lo menos por un tiempo.” En eso que puede considerarse un fin de ciclo (“al menos momentáneo”), el balance es sobre dos “personajes que de alguna manera están reticentes a crecer o a dejar una etapa atrás. En el caso de Juana era la infancia, en el de Arturo una cierta adolescencia. Y es eso, retardar un momento en el que el afuera está reclamando un crecimiento, y ver cómo esos personajes lidian con eso”. 

Sostuvo Shanly en varias entrevistas que sus películas eran terapéutica. Especialmente para él, que lograba expurgar algunas fantasías, miedos, fantasmas (llámelo cada cual como prefiera): “La primera fue bastante sanadora en un punto, tal vez porque lidia más con la infancia. Esta fue terapéutica, especialmente terminarla (ríe). Y cuando ves que hay gente que dice que se reconoció es lindo porque te hace sentir menos solo en un punto”. La broma sobre el costo financiero de esa terapia se presenta fácil: “No la pago yo”, retruca con muy buen tino. “Me encanta usar fondos para hacer terapia; para mí seguro que es más barato que ir al terapeuta”, remata entre risas.

La acción de Arturo a los 30 transcurre entre 2017 y 2020, un lapso que en principio iba a ser más acotado (más allá de los flashbacks, que llevan la narración a 2012), pero que la pandemia cerró entre esos años. “Estábamos a punto de terminar cuando llegó la pandemia. Entonces tuvimos que frenar todo y esperar un año y medio para volver a empezar. Ahí apareció la idea de que se prolongara un poco en el tiempo. Siempre cada obstáculo, cada impedimento se trató de capitalizar: tenemos que esperar mucho pero que el tiempo sea parte de la película; que la pandemia la atraviese. Y tener que esperar un año y medio para continuar también hace que aparezcan ideas que son inevitables. Tampoco es que cambie tanto el guión: se agregó un final nuevo que no había y se agregaron un par de chistes del Covid en el casamiento.”

Así, el film resulta de una vigencia infrecuente al tiempo que concita un vigor para hablar del presente del que pocos pueden gozar: enlaza de forma no buscada pero muy bien resuelta la previa y (casi) la post pandemia. Y lo hace antes que por voluntad o intención, para responder a las necesidades impuestas por la producción, que es prácticamente de donde salen todas las buenas películas que saben dar cuenta de su tiempo. En esos chistes del inicio y la compra en el supermercado al final se sella una impronta que la llevará a formar parte de un sentido generacional que, al igual que todas los films que hacen a una generación, no se proponen hablar de ella. “Última carilla -dice Arturo mientras busca los productos de su compra-. Tras la muerte social hace un mes, ahora estoy en una especie de purgatorio. Las cosas cambiaron mucho y muy rápido. Sí siento que ya no hay una forma correcta de vivir la vida, como que cada uno lleva esto como puede. En algún punto es algo liberador.” 

“Lo que sucede para el personaje es que a partir de la pandemia hubo algo de la presión social a tener cierto tipo de vida que se levanta por la novedad de la situación -complementa reflexionando en el presente-: cuando las cosas se ponen más extremas y se ponen más de supervivencia te hace poner todo más en perspectiva. Y eso lo despierta en un punto. Y hay algo de la vergüenza de existir que se alivia un poco. No tener que lidiar tanto con el resto. Hay algo de que lo peor ya pasó. Pero nunca fue mi intención hablar de una generación entera. Es un caso muy específico”, ríe.

Como lo fueron Mundo grúa, Silvia Prieto, Pizza, birra, faso, por nombrar sólo tres en las que Arturo a los 30 se puede reflejar (y con las que dialoga) y que casi por unanimidad se dio en llamar parte del nuevo cine argentino. Forme parte o no de un conjunto de piezas que hacen a la mirada de una generación, Arturo a los 30 sin dudas da cuenta de un momento bisagra sin tenerlo demasiado presente: las cosas suelen descubrirse sin demasiada conciencia de que se las está descubriendo. “Ver que había bastante gente que conectara, se identificara me sorprendió: yo la escribí para procesar una vergüenza, temiendo que pasara lo opuesto, y sentir que estamos todos más o menos en la misma fue algo tranquilizador.”

-¿Y tenés alguna hipótesis sobre esa conexión?

-Supongo que hay algo de la incertidumbre y del hacer de cuenta que uno lo tiene claro que no es tan como uno lo muestra. Pero no sé si tengo una hipótesis muy formada al respecto.

Arturo a los 30

Dirección: Martín Shanly. Guión: Martín Shanly, Ana Godoy, Federico Lastra, Victoria Marotta. Con Martín Shanly (Arturo), Julia Ezcurra (Olivia), Camila Dougall (Daphne), Ivo Colonna (Nico), Paula Grinzpan (Majo), Marta Alchurron (Verónica). Estreno: 5 de octubre en cines.