“Es una película sobre el encierro, no sobre la pandemia”, sintetiza Franca González, la directora de Apuntes desde el encierro, con la misma habilidad con la que genera su relato sobre el llamado período de cuarentena del 2020. Es que aún hoy se asocian esas dos categorías. Y eso tal vez tenga relación con que “todavía no somos conscientes de la transformación, de lo que nos atravesó, de cómo nos impactó; creo que va a llevar más tiempo poder hacer ese análisis”, sigue González. Y entonces por eso aún se cree que la reacción al problema fue lo que produjo el problema, en vez de pensar, como bien lo señala la misma autora en el documental, la insólita diferencia que se creó entre el “arriba” de un departamento y el “abajo” del afuera: “Arriba, nosotros; abajo el miedo. Pero la comida, el dinero y los medicamentos, también están allá abajo”, reflexiona en un momento del documental.
En su nuevo trabajo que puede verse por estos días en el Cultural San Martín y el Gaumont, la directora también acopió registros ajenos sobre el mismo período que es el eje del ensayo. “Cuando junté un montón de materiales -recuerda-, que eran de contenidos muy diferentes pese a las premisas que había enviado, tomé conciencia de que había algo muy interesante más allá de lo netamente testimonial o de un registro de época. Y que estaría bueno encontrarle una estructura. A partir de ahí tomé mayor determinación de lo que podía contar desde mi propia ventana. O desde mis propias ventanas: por suerte tengo un departamento donde todo da para afuera -sonríe-. Voy a contar desde ese punto de vista, que tenía más que ver con las sensaciones que nos generaba ese encierro obligado, no tanto con la pandemia en sí, o con la problemática que estaba acarreando a nivel mundial. Contar lo que nos pasaba a casi el 80% de la población mundial, que de golpe y porrazo teníamos que quedarnos encerrados durante tanto tiempo. Por eso la película bucea en esas atmósferas y en esas sensaciones.”
Entonces las imágenes “robadas” a la realidad del aislamiento se volvieron tan valiosas como problemáticas: había que pedir consentimiento a varios y varias de las registradas para formar parte del documental. “Creo que fue la parte más difícil de todas”, ríe hoy González, que tuvo que rastrear sin “saber a veces en qué departamento vivía quien estaba en la terraza, si el balcón era frente o contrafrente”, y otros detalles que llevaron a una tarea casi detectivesca. “Varios pidieron ver mis otras películas para dar el permiso.”
Pero en ese mirar (y escuchar) voyeurista, tan característico del origen del cine, González también descubrió cosas no deseadas. “Vivo en Monserrat, tal vez el lugar más ruidoso del planeta. Y en ese silencio absoluto de esos días, de repente escuchás a las parejas discutir y escenas de violencia. Y eso es un momento de mucha angustia: por un lado se genera esa situación de cuando se cae alguien, entonces lo filmás pero no lo ayudás, y por otro, tampoco podía localizar de dónde venía, y no podía hacer la denuncia. Así que no lo podía dejar en el registro, no lograba nada con eso.”
Pero sí consigue mostrar la trama social que representó el delivery. “La clase media antes de bajar a la calle prefería poner en riesgo a los pibes que venían en moto o en bici, y la realidad es que los chicos no tenían ni dónde arreglar sus motos cuando se les rompía. Y ahí está el taller callejero que se arma enfrente, una necesidad social, porque no había forma de responder de otro modo”. Los pibes laburan de mecánicos de sus vehículos hasta de noche, pero alguien llama a la policía: la situación no pasa a mayores, pero deja en evidencia lo áspero de la situación social que se vivió.
“Nunca me propuse juzgar qué es lo que está bien o qué mal, me gusta dejarle la incógnita al espectador. Todo esto que me pasó es lo que me llamó la atención a mí”, define. Y específica sobre esos días que dieron vuelta a una sociedad que parecía tenerlo todo planificado: “Transformó algo en mí que va a hacer que mis próximas películas tengan otra mirada, otros tamices. En el sentido de que hay un montón de cosas que se pueden contar desde otro lado, hasta el mismo vínculo con las herramientas de trabajo. Hasta el momento de la pandemia nunca había abierto la cámara simplemente para jugar o experimentar. Había sido un elemento de trabajo y lo cuidaba para el momento del rodaje. Pero no el hecho de pensar ‘a ver, tengo todo el tiempo del mundo y qué hago con esto’. Y eso se lo agradezco de este tiempo también, poder contar a través de otras herramientas. ¿Qué es documental, qué es puesta en escena? Bueno, en esta película creo que justamente esas dos preguntas están expuestas: hasta qué punto uno puede usar el testimonio del otro que llega a través de un WhatsApp, hasta qué punto puede filmarlo. Es como que cuestiona también al mismo género”.
Así, Apuntes desde el encierro se convierte en eso que asomó ensayísticamente: la posibilidad de exponer hipótesis múltiples sobre un fenómeno único y en común; una especie de dime desde dónde lo viviste, y te diré que te pasó. “La película tiene la validez de haber sido hecha en el mismo momento, no hice una lectura posterior y corregí desde una mirada más alejada. Y creo que eso es lo que vale. Dentro de 20 años va a ser un mero registro de esos días, no una lectura posterior”.
Apuntes desde el encierro Ensayo documental con guión, dirección y producción de Franca González. Fotografía, cámara y montaje: Franca González. Música Original: Laura Basombrío. Funciones: jueves 16 , sábado 18, viernes 24 y domingo 26 de junio a las 19, en el Cultural San Martín, Sarmiento 1551. Del jueves 16 al miércoles 23 de junio a las 19.30, en Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635. Desde el 16 de junio, disponible en Cine.ar Estrenos.