“Mi nombre es Cintia Amorela Bertolino y tomé mi segundo nombre como una forma también de redimir la creación personal”, explica sin saber que resume muy bien el espíritu de su Fábula blanca, el disco de belleza frugal y espíritu lúdico que es su debut como solista, y que presenta en noviembre próximo en Buenos Aires. “Es un nombre que siempre me gustó, algunos me llaman Amorela como más íntimo, en la familia, pero después socialmente siempre fui Cintia o Cintia Bertolino. Además Amorela es un nombre que me remite al juego, a esa identidad más escénica o de niña (ríe). Y me animé a usarlo porque me gusta mucho aunque tampoco quiero dejar atrás mi primer nombre por el que me conocen y llaman muchos amigos y amigas. Era una forma de reunir ese costado mío personal, de mis propias canciones, porque siempre estuve escondida detrás de grupos, como invitada o cantante, y ahora es como una forma de hacerme cargo de mis propias canciones (ríe).”

Quien escuche Fábula blanca podrá decir sin vergüenza quién no querría hacerse cargo de esas once canciones. Pero Cintia Amorela aún conserva ese pudor de las infancias al hablar, mientras en su música vuela (como las infancias juegan). Fue una experiencia de grabación en vivo, eso también fue como una gema: así como lo veníamos ensayando más de un año y medio puertas adentro, así lo grabamos en tres días en vivo: el sueño Beatle”, suelta risas. En formación de quinteto (Amorela en voz, Franco Bongioanni en arreglos, guitarra, programación y coros, Jorge Mockert en batería, percusión y coros, Luciano Stizzoli en piano, sintetizadores y coros y Pilar Ferrando en violoncello, bajo eléctrico y coros), Fábula blanca consigue una amalgama y sentido de sonidos que no es frecuente en la música popular, siquiera en toda la música. “Los arreglos a cargo de Franco están también pensados de acuerdo a lo que cada canción proponía. Sí tenía un espíritu de juego más lúdico, más fantasioso o en otros momentos más introspectivo. En ese sentido la tímbrica también está pensada para potenciar eso. Ya de por sí la canción viene con ese halo con ese aura, más allá de que haya sido pensada así o no. Porque para mí las canciones tienen vida propia, lo que hace ser una herramienta y ayuda esos estímulos propios para que otra persona la sienta como propia: eso es lo más hermoso que puede pasar. Por eso la canción tiene esa potencia de representar partes de nuestra vida.”

Más como Cintia, Bertolino tiene formación en canto lírico, ha interpretado jazz, rock y música popular brasileña, y editó ya cuatro discos -con otros grupos propios- con su compañero Franco Bongioanni: Meteorológico (2014) y Canciones como flores (2021); y Paquito: Paquito y sus viajes por la tierra y la luna (2014) y Aventuras en canciones Vol.1 (2023). Y siempre según cuentan los que la conocen de hace tiempo, aborda la canción como un territorio en el que pueden convivir los lenguajes sonoros, los géneros musicales, la experimentación instrumental. Pero la convivencia no siempre es convivencia armoniosa. Y ese chiste de sueño Beatle tiene en Fábula blanca bastante más que una grabación en vivo del disco. “Si bien los timbres vocales son únicos e irrepetibles -y esa es la maravilla de la voz, que como las personas son únicas e irrepetibles- también habita otros timbres de las músicas que escuchamos. Y esto también es algo que en este proyecto se va potenciando. Como una síntesis de todas esas músicas que siempre me gustaron, me atravesaron, como la música popular brasileña, el rock nacional, el jazz, también mi formación académica en el canto lírico, está todo ahí presente. Y parecían irreconciliables. Pero otra vez, para mi sorpresa, la canción puede conciliar todas esas músicas que nos gustan: gracias a los arreglos podemos conciliar esos mundos. Además que le dan esa tridimensionalidad a la canción que en estado puro costaba mucho verlo, porque una cosa es en estado puro y luego con los arreglos se potencia todo ese universo fabuloso que nos lleva hacia esa otra dimensión.”

De ahí que el link con Marisa Monte no sea caprichoso, y menos responde a problemas auditivos. “(ríe) Me gusta mucho ella y también muchas cantoras brasileñas. Muchos años tuvimos en una rueda de samba acá en Santa Fe, y muchos años cantamos música popular brasilera en general. De ahí todo ese Corpus (risas) que me fascina al día de hoy.” 

Así que, si como dice “todo sirve para algo, experiencias que necesitaba explorar -y sigo explorando, porque seguimos teniendo proyectos-, son escuela para después hacer alguna cosa nueva”, entonces puede arriesgarse la hipótesis de que no podía ser de otro modo que con una fábula hiciera su aparición estelar Amorela, dejando por un ratito detrás de ella a Cintia. “Tomamos la fábula porque puede ser una forma de escribir las canciones y nos puede llevar a reflejar un momento, un sueño de la vida; puede ser también una ofrenda, una forma de explorar el misterio de la vida y la muerte. Lo que siempre está presente y es algo que me convoca es el juego. El juego ya en sí mismo es una posibilidad. Y en el juego aparece la palabra fábula, porque la canción nos permite todas estas posibilidades de reunir la poesía, la melodía, la instrumentación, siempre a favor en cada canción en función del mensaje poético. Eso es lo que a mí me conmueve la canción, que también de alguna manera es la fantasía para explicarnos un poco la realidad. La fábula como pieza literaria tiene esa finalidad, y a mí la lectura de literatura fantástica me da muchas ganas de jugar con eso.”

Amorela lanzó su primer disco solista.

Amorela

Fábula blanca. Todos los temas, letra y música por Cintia Amorela Bertolino. Presentación en Buenos Aires, sábado 18 de noviembre, a las 20:30 en Circe Fábrica de Arte (Manuel Rodríguez 1559).