Parte de una religión surge de una idea de Santiago Gobernori y Mariano Rosales, quienes durante la pandemia, llamaron a sus amigos para producir un proyecto audiovisual con ese espíritu independiente con el que desde hace años hacen teatro. Se sumaron entonces Alan Sabbagh, Valeria Lois, Julián Doregger, Malena Medici, Julián Lucero, y Nicolás García Hume. Un equipo ideal que completó Lucía Valdemoros en dirección, para una comedia ácida, que narra las vivencias de una serie de personajes entrelazados por los complejos vínculos afectivos y familiares, mientras se juega el absurdo de las relaciones humanas durante un evento social, por ejemplo, un asado entre amigos.
La comedia compuesta por 3 episodios, que fue un furor el año pasado en Internet (se la pudo ver con entrada virtual y a partir de un boca en boca imparable), acaba de sumarse al catálogo de Flow. Entre sus personajes hay una pareja que pelea todo el tiempo, un cura, dos actores de teatro, un repartidor de delivery y otro amigo del grupo que tiene un vínculo demasiado fraterno con su media hermana. “Ya habíamos hecho juntos teatro (se refiere a Carlos en el centro, dirigida por Lucero Malena Medici y protagonizada por parte del elenco de la serie) y estábamos muy cebados, nos llevamos bárbaro y fue una etapa dura para nosotros la cuarentena: no había nada para hacer”, cuenta Alan Sabbagh. “Los chicos cranearon la idea en la época donde no había ningún tipo de protocolo y no sabíamos si la íbamos poder hacer. Yo tenía una película que se había parado, por lo que me sume a último momento, ya cuando se confirmó que íbamos filmar”. La película que habla el actor es El método Keops, de Nicolás Goldbart, donde protagoniza junto a Daniel Hendler y participan Rodrigo Noya, Gastón Cocchiarale, Violeta Urtizberea, y Esteban Lamothe en roles secundarios. “Pero por suerte pudimos hacer lugar en la agenda y nos juntamos a hacer Parte de una religión. Apenas se pudo salir a laburar, lo hicimos. No me lo podía perder: confío ciegamente en el humor que manejan y la fuerza que le ponen los chicos para producir, entonces era tirarse a una pileta con agua tibia; era diversión asegurada, puro juego, y me pareció un proyecto divino para hacer”.
En esta miniserie se bromea sobre la amistad, la fe, el éxito profesional, el sexo, el amor entre hermanos, la muerte y hasta la vida extraterrestre. “Es loco que funcione o que hayamos podido hacerlo. Pero cuando algo está bueno, se dan las cosas. Hay una química y una puesta muy teatral. Es una historia que busca incomodar para generar impacto y risas. Por ejemplo, con mi personaje, hablo de los actores y la búsqueda de prestigio o de algo que no se sabe qué es pero que siempre está ahí, en el estereotipo del que hace teatro. Y así con cada uno de los personajes que aparecen.” También hay burlas, con artimañas bien sutiles pero efectivas, de cómo son las dinámicas de los grupos en esas reuniones. “Sobre todo porque en la época en que se pensaron las escenas, eso de juntarse era algo que extrañábamos. Hay una mirada ácida sobre todo lo hablamos, en cada línea y en cada expresión. Todo con un ritmo súper atractivo”, dice el actor y destaca la fuerza de las subtramas que, según él, atraen como un imán las miradas y la atención de los espectadores.
Experiencias, expectativas y aprendizajes
En el último tiempo, Alan Sabbagh fue parte de División Palermo, pero su trayectoria incluye también tiras, entre otras, como Locas de amor, Socias, Los exitosos Pells, Graduados y series como El jardín de bronce o Pequeña Victoria. El año pasado se lo pudo ver en El encargado. En cine también tiene un recorrido extenso: debutó en Luna de Avellaneda, de Juan José Campanella; con Ariel Winograd hizo Mi primera boda, Vino para robar, Permitidos. También se puso bajo las órdenes de Sebastián De Caro (20.000 besos), Daniel Burman (El rey del Once), y Marcos Carnevale (Corazón loco). “Yo trato de estar activo. Los papeles a veces te caen justo y otras veces, si no tenés nada, agarrás lo que venga. El sueño de un actor siempre es hacer lo que más nos gusta, pero no siempre se puede. Últimamente estoy tratando de tener un criterio para elegir. Estoy contento por cómo viene mi trabajo y creo que me va bien, después se ve si la gente le gusta o no; eso depende de mil factores, yo sólo pongo todo desde lo que me toca”, cuenta el actor.
“Tengo mi registro y a veces me buscan por eso: no le doy muchas vueltas a los personajes. Sí trato de imaginar cómo piensan, cómo reaccionarían ante tal o cual situación. Suelo partir desde ahí, viendo el proyecto y tratando de entender qué se espera de mí. Creo mucho en la musicalidad de los personajes y trato de encajar en el tono de comedia o lo que me toque” admite Sabbagh, que reconoce ser de los que se apoyan mucho en los compañeros, observándolos y viendo qué pared puede tirar con ellos. “Siempre busco que tengamos todos los personajes un código en común. Por suerte tuve buenos directores que siempre me guiaron, que me fueron limpiando: es decir, que me enseñaron que a veces no hay que hacer tanto, que con una mirada se puede decir más que con mucha gestualidad”.
Parte de una religión
Una miniserie de comedia de tres episodios protagonizada por Alan Sabbagh, Valeria Lois, Julián Doregger, Malena Medici, Julián Lucero, y Nicolás García Hume. Disponible en Flow.