Después del gran suceso de Jessico, los Babasónicos coronaban en 2003 poco más de una década de trayectoria con una de sus apuestas más celebradas hasta ahora: Infame. Un álbum que daba un paso más allá en la experimentación musical que desde el vamos distinguió al combo, con arreglos exquisitos, grooves que invitaban a sacudir el cuerpo, y letras que podían ser tan irreverentes como sutiles. El séptimo disco del grupo que marcó el Nuevo Rock Argentino en los ‘90, ahora reafirmaba con creces su lugar preponderante en la la escena nacional y latinoamericana. 

La banda que hoy conforman Adrián Dárgelos en voz, Mariano Roger en guitarra, Diego Rodríguez en guitarra, teclados y voz; Diego Tuñón en teclados, y Diego Castellano en batería (hasta 2008 estuvo en ese puesto el recordado Gabriel “Gabo” Manelli, quien falleció ese año), había roto primero los esquemas en la década del grunge y el revival del rock de los ’70, y a principios del nuevo siglo, supo conjugar ese bagaje con un desfachatado, personal y muy atractivo guiño a los sonidos y a la estética de masas. Un signo de la época y uno de esos contrastes que Babasónicos supo explotar con singularidad. Así, consiguieron convertir “¿Y qué?”, joya bailable y pegadiza, o “Irresponsables”, un rock para galopar el desenfreno, por nombrar sólo dos de los 14 temas, en verdaderos clásicos del rock en castellano.

Entre todas las canciones del disco, el que escucha puede pasear además por temáticas que van de la arenga (sexual, bravucona, o las dos cosas) a una poesía brillante y melancólica, como en “Gratis” y su suave melodía: “Me viajé, sin humildad, al corazón de la basura. Lo hice por mí, como me sobra reparto, no me guardo el secreto y te convido con palabras, las mil maravillas”

Infame arrasó en los Premios Gardel, donde obtuvo el Gardel de Oro, y puso al grupo en uno de los niveles más altos de la industria. Con ese background a cuestas, Babasónicos nunca perdió la manía de romper moldes. Veinte años después del disco que marcó un antes y un después en su carrera, todavía pueden darse ese lujo