El 13 de julio de 1973, luego de más de dos años de acumular experiencia en los circuitos de clubes de Londres y sus alrededores, Queen lanzaba su homónimo disco debut, una producción que no logró posicionar a ninguna de sus canciones como un clásico de la banda y que tuvo un moderado éxito, pero que sin embargo comenzó a mostrar muchas de las virtudes que convertirían al grupo en uno de los imprescindibles en la historia del rock.
En realidad, el álbum “Queen” era un gran trabajo que se movía entre el hard rock, la música progresiva y cierto espíritu glam que atravesaba al movimiento en esos años; capaz de dialogar de igual a igual con cualquiera de los grandes números de la época; sin embargo, el registro no permitía todavía definir con claridad el perfil del cuarteto conformado por Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon.
Es que si bien había un barroquismo, que más adelante iba a ser característico del grupo, respondía más a esta particularidad de anclarse en una etapa en la que algunas sonoridades de esa índole marcaban el pulso, que al perfil marcadamente operístico que, fundamentalmente de la mano de Mercury, iba a ser el gran rasgo distintivo de Queen.
Por ese motivo, en la placa abundan las referencias a Led Zeppelin, Jethro Tull, Deep Purple, Black Sabbath y el glam de Moot the Hoople y un David Bowie, que apenas unos días atrás había “asesinado” en escena a Ziggy Stardust, su criatura más recordada que se había erigido como la figura estelar de esta escena.
“Queen” contenía diez cortes, con “Keep Yourself Alive”, el primero de ellos, como tema de difusión, el cual iba a ser un hit obligado en los conciertos de la primera época del grupo pero iría perdiendo terreno con la aparición de nuevos álbumes y éxitos descomunales.
Delicada balada
El resto de la placa incluía “Doing it Alright”, una delicada balada de Smile, la formación de May y Taylor que fue el germen de Queen; temas como “Great King Rat”, “My Fairy King” o “Liar”, que presentaban temáticas fantásticas sobre pesados riff de guitarras y cambios de ritmos que lo acercaban tanto al hard rock de Led Zeppelin como al progresismo de bandas como Yes o Genesis.
“The Night Comes Down” cargaba con toques de folk; con “Modern Times Rock and Roll” Roger Taylor anotaba una pieza emparentada con los altos tempos de Deep Purple; mientras que “Son and Daughter” se iba hacia el otro extremo para destacar con un arrastrado riff que lo dejaba en la misma vereda que Black Sabbath.
En definitiva, a lo largo del disco que completaba la grandilocuente “Jesus” y una versión instrumental de “Seven Seas Of Rhye” –la cual iba a aparecer completa en su segundo disco- no se vislumbraba con claridad aún el carácter operístico que iba a distinguir al grupo y, a la vez, le permitiría diferenciarse de sus notables influencias.
Justamente, “Queen” había tenido su origen el año anterior cuando la banda ingresó al estudio De Lane Lean para registrar “Keep Yourself Alive”, “The Night Comes Down”, “Great King Rat”, “Jesus” y “Liar”; pero no le resultó fácil lograr que algún productor se interesara en ellas, quienes en general no encontraban grandes diferencias respecto a otros grupos ya establecidos en la escena.
Quienes sí vieron el potencial del cuarteto fueron los productores Roy Thomas Baker y John Anthony, que recomendaron el grupo a los propietarios de Trident Studios, los hermanos Barry y Norman Sheffield. Ellos accedieron a que Queen grabara allí su disco debut pero en los horarios en los que el estudio no estaba ocupado, es decir en el marginal espacio que iba entre la última hora de la tarde hasta entrada la madrugada.
Lo cierto es que para entonces, más allá de la novedad que suponía el trabajo de estudio y el tiempo que le iba a llevar acomodarse a esta nueva modalidad, el grupo ya contaba con un pulido show en vivo, a partir de la intensa agenda que mantenía desde 1971, cuando la formación se había constituido definitivamente con el ingreso de John Deacon.
De hecho, en estas sesiones, la banda también grabó varias canciones que formaban parte de sus conciertos pero no llegaron a ser editadas, del mismo modo que se habían rescatado creaciones de Smile, el trío que conformaban previamente May y Taylor junto a un bajista y cantante llamado Tim Staffell.
“El primer disco para mí es un claro punto de partida, la columna vertebral donde después ellos crearían las demás estructuras y detalles del `cuerpo de la bestia Queen´. Quizás me confunda, pero creo poca gente se habrá dado cuenta en ese momento de que ése disco era el primer paso de una banda que hacía un crecimiento y mutación musical, y terminaría siendo una de las cinco formaciones más importantes de la historia de la música”, sentenció a pedido de Télam Mariano Zito, quien encarna a Freddie Mercury en la banda tributo local Experiencia Queen.
“Es una genialidad como primer disco y el mejor puntapié que podría dar una banda. Tiene una canción mejor que la otra, y no lo digo de fanático”, señaló, por su parte, Diego Gil, quien también asume el rol del famoso frontman aunque en el proyecto Queendom.
Melodía y explosión
Gil destacó del disco “los matices entre las melodías suaves, livianas y la combinación con la explosión”. “Viene con un fraseo muy tranquilo y luego explota, eso es lo que caracteriza al disco a mi entender”, apuntó el vocalista, mientras hacía sonar de fondo en su equipo musical “Liar” a modo de ejemplo.
“Es muy interesante ver cómo este disco es claramente la semilla de todo lo que desarrollarían después –advirtió, en tanto, Zito-, agregando más pianos, mucho más presente en sus posteriores discos y consolidando su estilo difícil de categorizar.
“O sutiles y no tan sutiles pistas que se pueden apreciar sobre el estilo de composición de Freddie en algunas canciones de este primer disco, en cuanto a la complejidad, cambios de dinámica y el feeling épico, que termina logrando de manera absoluta en `Bohemian Rhapsody´”, amplió el cantante de Experiencia Queen. La foto de la portada del álbum “Queen” muestra de manera difusa y de lejos a un apoteótico Mercury sobre el escenario, otro presagio de lo que eran los shows del grupo y el rol del vocalista en los años siguientes.
Queen iba a registrar en agosto de ese mismo año su segundo disco, que vería la luz en marzo de 1974 bajo el nombre “Queen II”, una producción que ajustaría un poco las piezas pero seguiría en la misma tesitura que su ópera prima. Sin embargo, la foto de portada tomada por Mick Rock iba a constituirse como una icónica imagen de la banda, con los cuatro en penumbras ubicados en forma de rombo que se haría famosa en el video de la canción “Bohemian Rhapsody”.
1974 sería también el año de la llegada de los primeros grandes hits con “Killer Queen” y “Now I’m Here”, de su tercer disco “Sheer Heart Attack”; y 1975, el de la consagración definitiva con “A Night at the Opera”, a partir de sus clásicos “Bohemian Rhapsody”, “Love of my Life” y “You’re my Best Friend”, entre otros.
* Télam