Pocos artistas pueden permanecer en la memoria popular con el paso de las décadas. Que a 30 años de la muerte de Alberto Olmedo todavía se lo celebre, recuerde e imite habla de una vigencia que borra el concepto de desaparición física.
La muerte del Negro sorprendió a todos en la mañana del sábado 5 de marzo de 1988, mientras coqueteaba con la felicidad por la llegada de un nuevo hijo y los excesos sobre el balcón del piso 11 de Maral 39, el edificio desde donde cayó al vació para transformarse en mito.
Tenía 54 años y murió en el mejor momento de su carrera, siendo el cómico número uno del país con una temporada en Mar del Plata con días de tickets agotados más el plus de contar con No toca botón, el programa más visto de la televisión argentina. Pensar en él es también hacerlo desde la memoria de personajes que siguen ahí, desafiando al tiempo y llegando con fuerza a nuevas generaciones que vía YouTube se encuentran con criaturas como Chiquito Reyes, Borges o Rogelio Roldán, todos parte de un engranaje actoral que encontró su despegue con el Capitán Piluso, su personaje para niños que dejó una marca imborrable en la década del sesenta.
«Soy ‘olmedista’ de la primera hora. En serio. A inicios de los años ’60 ya éramos unos grandulones y cada mañana con mis compañeros de colegio le dedicábamos un rato a repasar e imitar los chascarrillos y equívocos del día anterior entre el Capitán Piluso y su compinche, Coquito. Me gustaba mucho ese antihéroe flaco, torpe, pícaro y bonachón. Desde entonces se transformó en un artista que nunca salió de mi radar de intereses y elecciones artísticas», confiesa Carlos Ulanovsky, que como periodista tuvo varios encuentros con Olmedo. Para Silvia Pérez, quien compartió múltiples instancias televisivas y personales con el Negro, «fue un tipo que podría haber sido un Chaplin de haber nacido en otro lugar del mundo. Decididamente fue alguien incomparable».
Origen humilde
Nació en Rosario, en el barrio de Pichincha, un espacio humilde desde donde aprendió a gambetear a la pobreza trabajando desde muy chico como verdulero y luego ayudando a un carnicero. Fue en esa época que sus ganas y simpatía lo empujaron hacia el teatro, para más tarde integrar la troupe de La juventud Asturiana desde donde saldría el dúo cómico Toño & Olmedo. Dejando su ciudad, amigos y familia, desembarcar en Buenos Aires fue la obsesión que cumplió en 1955. Cinco años más tarde y después del éxito de El Capitán Piluso, el vértigo entró en su vida: el cine, la radio y el teatro también cayeron rendidos ante la estirpe del que sería una figura única del humor argentino.
Su incorporación en la galaxia del espectáculo local impuso modismos de la calle que jugaban con el saber de los espectadores. Para Florencia Peña, «más allá de la influencia que generó en muchos, creo que dejó una huella como capocómico y eso es indudable. Es más que obvio que Olmedo es recordado por su capacidad actoral». Ulanovsky: «Él admitió que le robó muchos tonos a Fidel Pintos. Pero creó un estilo único y muchos de sus colegas y conductores bebieron de su capital expresivo y de su natural y desenfrenada gama de recursos. Palabras suyas como «rucucu» de la que más tarde se confirmó que no tenía significado alguno salidas de su boca alcanzaban una dimensión única, lo mismo que ese formidable repertorio de movimiento de manos y brazos. Por suerte ahora Martín Bossi y Carna tomaron el legado de Borges y Álvarez».
Un verdadero caballero
Como parte de un ascenso constante, en los ’70 fue ampliamente reconocido por sus trabajos junto a Jorge Porcel, con quien formó una dupla cómica emblemática de amplio desarrollo en cine con resultados artísticos pobres y teatro. No fue menos notorio el póquer cinematográfico que ambos formaron con Moria Casán y Susana Giménez. Silvia Pérez reflexiona: «Es cierto que en esa época sobre los escenarios nos colocaban a las mujeres en espacios en los que hoy luchamos por no estar, pero eso se tomaba con naturalidad porque la historia exhibía ese contexto social. Sin embargo, y pese a todo, el Negro era un verdadero caballero, muy respetuoso de la mujer y el más cuidadoso. Personalmente, puedo decirte que me cuidó muchísimo a mí y a sus compañeras. Era un tipo que nos cuidaba como mujeres, personas y artistas. De eso tengo hechos muy concretos, pero a tanto tiempo transcurrido, creo que es muy lindo que se pueda destacar esa faceta del Negro». Florencia Peña sostiene que lo que pasa en el ambiente del espectáculo siempre se sabe: «De él siempre se dijo que era el más respetuoso, alegre en cámara y fuera de ella. Algo que siempre sucede es que los capocómicos no son divertidos, o más bien son amargos en la vida real. Bueno, muchos, muchos me contaron que Olmedo no era así».
Ya en los ’80 su popularidad explotó. Durante sus últimos años supo tener como gran partenaire a Javier Portales. Ambos le dieron vida a Borges y Álvarez, una dupla considerada entre los grandes hitos de la historia de la televisión del país, que tiene su homenaje en plena Av. Corrientes y Uruguay. «Pasó tanto tiempo desde que se fue que parece una vida, sin embargo para muchos sigue estando presente. Fue un tipo determinante en mi vida y en lo profesional. A lo largo de los años, todo lo que aprendí y pasé con él sigue vibrando en mí. Fue un tipo que siempre remarcó la importancia del amor y los valores en esta vida. Hoy debemos capitalizar eso que nos decía sobre el amor y la importancia del ser humano en su figura», resume Silvia Pérez sensiblemente emocionada. Para Ulanovsky, «Olmedo y la tele crecieron juntos, para bien y para mal. No sólo por todo lo que hizo, que fue muchísimo y valioso, sino por todo lo que no pudo hacer».
Mañana se cumplirán 30 años de su imprudente última noche y el Negro sigue recibiendo merecidos homenajes. Es justo que así sea. «
El capitán Piluso
Personaje con el que llegó a los niños primero y a los grandes más tarde. Se trataba de un superhéroe atípico, torpe pero muy humano, cuya única arma consistía en una honda. Fue clave para varias generaciones de chicos, inclusive hasta el rock le dedicó canciones por medio de Fito Paéz («Tema de Piluso») o Luis Alberto Spinetta («Piluso y Coquito»).
Rucucu
Nació y se desarrolló en el programa Operación ja-ja. Fue uno de los personajes más celebrados de la amplia galería que encarnó el comediante. En un hecho inédito en nuestra televisión, Olmedo «mató» a este personaje en cámara el 16 de mayo de 1985, para no volver a interpretarlo jamás.
Borges
Formaba dupla con Álvarez (Javier Portales). Juntos disparaban gags e improvisaciones hilarantes en una sala de espera en la que el tiempo parecía no transcurrir. Cualquier tema de conversación se transformaba en una sucesión de enredos y cataratas de risas. Fue uno de sus últimos personajes y uno de los más recordados.
Rogelio Roldán
Olmedo tomó el nombre para este personaje de un amigo entrañable con quien compartía su amor por Rosario Central. En la ficción, Roldán encarnaba a un empleado administrativo endeble y sumiso, que era acosado por la esposa del dueño de una multinacional que interpretaba Susana Romero.