En medio de la ebullición de discursos y prácticas antidemocráticas, y ante el notable crecimiento de sectores de extrema derecha, un informe de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA revela otro enfoque. En el marco de las celebraciones por el cuadragésimo aniversario de la recuperación democrática, el Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales (COPES) realizó un relevamiento de 655 casos en el que evalúa el funcionamiento de la democracia actual, las demandas de representación, el interés político y los discursos de odio.
Confeccionado un mes antes de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), el informe expone que más del 70% de los encuestados prefiere el sistema democrático por sobre cualquier otra forma de gobierno. Según relata el informe, esta inclinación “se encuentra entre los mayores de 60 años, mientras que la mayor decepción se observa en los sectores juveniles”. En detalle, la encuesta advierte que esta tendencia se acentúa a medida que desciende el nivel educativo.
La democracia de las juventudes
El sociólogo y responsable del sondeo, Carlos De Angelis, expone: “La preferencia por los sistemas democráticos que tienen ciertos sectores de la juventud se explica porque no estuvieron atravesados por la dictadura y no sienten cercanas, por ejemplo, las desapariciones forzadas a manos del Estado. Además, son generaciones muy resultadistas. La democracia que se construyó en los últimos diez años demostró no poder solucionar los índices de pobreza e inflación y, por el contrario, genera una situación constante de angustia por falta de mejoras reales”.
En profundidad, el informe destaca que la polarización se entromete en la evaluación sobre el funcionamiento del sistema. Según los sondeos, cerca del 60% de los encuestados cree que funciona ‘mal’ o ‘muy mal’, contra el 40% que sostiene que funciona ‘bien’ o ‘muy bien’. Además, es posible visualizar el crecimiento en la preferencia de un gobierno autoritario por parte de quienes se encuentran más desencantados con el funcionamiento actual de la democracia».
Algunos de los déficits que la gran mayoría de los encuestados le atribuye al sistema es la imposibilidad de mejorar el orden jurídico y desarrollo económico. En ambos ítems, el 83,7% y el 89% cree que se avanzó poco o nada en ambos temas.
Al respecto, De Angelis reflexiona: “En el imaginario colectivo, las palabras fundacionales de la democracia las hizo Raúl Alfonsín, al decir que con la democracia se come, se educa y se cura. A cuarenta años de este hecho, gran parte de la población entiende que esta premisa no se cumplió, puesto que las herramientas que maneja el estado en su conjunto -como el funcionamiento de la justicia, la economía e incluso la salud- no atraviesan su mejor momento.”
Ausentismo electoral y brecha de género
A pesar de ser una encuesta local, el analista y docente explica que este fenómeno se visualiza en toda la región. “En los últimos diez años se registró una caída en toda América Latina de la evaluación del sistema democrático. Si bien todavía se mantiene un acuerdo tácito de cuidar a las democracias formales, puesto que no se encontró un sistema mejor, existen corrientes que apuestan por discutir nuevos modelos, sin que necesariamente esto se traduzca en querer un gobierno militar.”
En consecuencia, y tomando por sorpresa a los propios encuestadores, el informe destaca que 8 de cada 10 personas ejercerían el deber cívico de ir a votar, incluso si el mismo no fuese obligatorio. Ante estos resultados, y articulando con la participación electoral en las PASO, De Angelis advierte que este índice sirve para reinterpretar los votos. “Quien no va a votar, lo hace por convicción y no porque no tiene ganas”, cierra.
Otro de los datos llamativos de la encuesta es la valoración de la agenda de igualdad entre hombres y mujeres. El 67,6% de los encuestados considera que se avanzó ‘mucho’ o ‘bastante’. No obstante, son los hombres quienes en su mayoría creen que mejoró esta brecha (71%), mientras que sólo el 64% de las mujeres está plenamente conforme con la gestión en materia de género. De esta forma, queda nuevamente expuesto el déficit del sistema político, democrático y estatal frente a la resolución de estas diferencias.