Ocupar, resistir, producir se ha convertido en un nuevo método de lucha de la clase trabajadora argentina. Es el mayor aporte que le hicimos los trabajadores de IMPA y el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER). Cuando hoy una empresa cierra o deja de pagar salarios, los trabajadores saben y empiezan a discutir la posibilidad de recuperar la empresa. Saben que pueden enfrentar el destino de ser desocupados que les quieren imponer.
Lo que en principio fue un método de lucha defensivo, lo transformamos en una iniciativa ofensiva con la autogestión. Porque atacamos los símbolos máximos del sistema postulando al trabajo como un valor más importante que el capital, porque elegimos trabajar sin patrón, y demostramos que la cooperación supera a la competencia. A los poderosos y a los estados capitalistas lo que más les molesta no es la lucha por recuperar la empresa, sino la ruptura de sus símbolos. Por eso también estamos solos en esta lucha. ¿Cómo se entiende sino que en un mundo donde el bien más escaso es el trabajo, el Estado no tenga ninguna política pública hacia el sector? Por el contrario, hay una asimetría de recursos enorme respecto de los subsidios directos e indirectos que da a las grandes empresas y su autorización a los grandes monopolios como Techint, Aluar, Molinos o Danone para estafar con los precios al conjunto del pueblo, vendiendo en el mercado interno más caro que en el internacional.
¿Cómo es posible que después de 20 años de haber recuperado IMPA no hayan querido tratar nunca la Ley de Expropiaciones de Unidades Productivas que presentamos todos los años en el Congreso? No se creó el fondo para el capital de trabajo inicial de las empresas, ni el de reconversión tecnológica. Tampoco se ha reconocido la figura del trabajador autogestionado para contar con los mismos beneficios que los trabajadores en relación de dependencia.
Hoy la situación de las empresas recuperadas es todavía más difícil a partir del ajuste del gobierno de Macri, la devaluación, el tarifazo, la apertura de importaciones y la recesión, que han convertido a nuestras empresas en anticompetitivas igual que a todas las pymes.
Ya no alcanza con el sacrificio ni con la autoexplotación, con meros reclamos reivindicativos ni leyes de emergencia. No hay salida si los trabajadores no elevamos nuestra conciencia, poniendo la mira en nuestro enemigo: el poder internacional y sus lacayos de los gobiernos locales. Nosotros debemos trabajar para la unidad, pero la unidad en la lucha tras un programa mínimo consensuado con todos los sectores del campo popular para salir de la crisis.
Quizás sea el momento de ocupar las calles, resistir la represión, producir la revolución.
*Miembro del Mov. Nacional de Empresas Recuperadas y del Observatorio de la Riqueza Padre Arrupe.