En plena campaña electoral, Alberto Fernández dijo que entre los jubilados y los bancos se quedaba con los jubilados. A más de tres años de gobierno demuestra, como tantas cosas que dijo, que eso no es cierto.
A los jubilados, les ajusta por un sistema que contempla solamente dos factores: los ingresos del ANSES y el salario promedio (RIPTE, medido por el Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social de la Nación). Ambos han ido muy por debajo de la inflación en estos más de tres años de gobierno. La inflación medida por el IPC (Indec) fue más de un 350 por ciento desde el 10 de diciembre de 2019 hasta el último dato oficial conocido al 28 de febrero de del año 2022. El aumento de los jubilados y pensionados y de todos los gastos que realiza el ANSES no llegan al 300 por ciento; o sea hay una quita muy fuerte en el poder adquisitivo de los jubilados y pensionados y de todos lo que reciben asistencia por parte de la ANSES; esto es Asignación Universal por Hijo, asignaciones familiares, pensiones no contributivas, etcétera.
En este marco, vamos a dar un ejemplo concreto y flagrante de cómo se beneficia los bancos: la Argentina endeudada por Mauricio Macri en más de 100 mil millones de dólares (deuda que ni siquiera significó la compra de un ladrillo y que se tomó para ser fugada por una minoría que es la dueña del país; cien empresas compraron 24.679 millones de dólares y ninguna puede mostrar a través de sus balances de dónde sacó los recursos para comprarlos) impidió cualquier posibilidad de toma de deuda por parte de este gobierno. Entonces, lo que hizo este gobierno fue colocar títulos de deuda en pesos en el mercado interno. Según la Secretaría de Finanzas de la Nación a diciembre del 2022, el total de esa deuda colocada en pesos asciende a 17 billones de pesos, de los cuales vencen entre marzo y junio 6,8 billones de pesos; o sea, hay un fuerte vencimiento en la primera parte del año 2023 porque los tenedores de esos títulos, básicamente bancos, fondos comunes de inversión y aseguradoras, no querían correr el riesgo de un cambio de gobierno y lo prestaron con vencimiento de muy corto plazo.
El gobierno logra el 9 de marzo hacer un canje del 64% de esos títulos de deuda en pesos, pero para canjearlo debió ofrecer una prebenda a los bancos que es inadmisible: por un lado, permite a los encajes no remunerados una tasa del 100% anual porque se ajustan por inflación, más un 9% en premios; o sea, no pierden plata ni siquiera por las inmovilizaciones porque parte de su encaje lo constituyen con esos títulos y los mismos le pagan o una tasa de inflación más 9% y/o en los bonos dual por ajuste del tipo de cambio oficial más un 4% a gusto del tomador de crédito.
El segundo comunicado permite distribuir un 40% de las utilidades que tiene el banco en seis meses. La pregunta obligada es si con estas utilidades los bancos van a comprar dólares.