Un salario registrado equivale a un alquiler. La incidencia del valor de los alquileres en los ingresos de la población es «la más alta de la historia» y no hay elementos para pensar que la tendencia vaya a modificarse en el corto plazo.
Según el sitio especializado ZonaProp, alquilar un departamento de tres ambientes en la Ciudad de Buenos Aires cuesta, en promedio, 44.100 pesos por mes. En tanto, uno de dos ambientes promedia los 31.800 pesos.
El viernes último, el Ministerio de Trabajo actualizó la evolución de los salarios a noviembre de 2020. Según el reporte oficial, la mediana salarial neta de un trabajador registrado se ubicó en 44.772 pesos.
Si bien el informe de Trabajo tiene dos meses de retraso con respecto al de ZonaProp, difícilmente la evolución del salario marque un salto descomunal en los futuros reportes de diciembre y enero. Por tanto, se puede estimar que un salario completo de un trabajador registrado se destina en el alquiler de un departamento de tres ambientes.
Con respecto al precio estimado por ZonaProp, cabe aclarar que es el resultado de un promedio entre el valor más alto y el más bajo, con lo cual la valoración puede estar un tanto distorsionada hacia arriba, producto de los valores de zonas muy caras como Puerto Madero.
¿Y el resto de los gastos?
Con todo, si se toman los valores del sitio web especializado, en un hogar compuesto por dos adultos y dos menores, siendo los primeros empleados registrados, la mitad de los ingresos se debe destinar a la vivienda.
Ahora bien, eso no es todo. Hay que asumir que ese hogar paga tarifas de luz, gas, agua, cable, Internet y telefonía móvil, además de expensas, se deberían sumar a la cuenta entre 10 y 15 mil pesos. Con los 30 mil restantes, esta familia debe ir al supermercado, vestirse, cuidar la salud de todos sus integrantes y afrontar todos los demás gastos corrientes. Todo sin contar la posible posesión de un vehículo.
Cabe destacar que en Argentina, los asalariados registrados son 9,5 millones (datos de SIPA-AFIP), sobre una población activa de 19 millones (42% del total, según el Indec). La otra mitad se divide entre trabajadores precarizados, en negro, obligados a figurar como monotributistas, subocupados, desempleados, cooperativistas y emprendedores independientes.
En líneas generales, se puede considerar que el hogar con dos adultos y ambos con empleo registrado está por estos días en situación casi de privilegio.
Incidencia e historia
Fernando Muñoz es autor del libro La desigualdad bajo techo; más de cien años de alquiler, que repasa la problemática de los inquilinos a lo largo de la historia argentina. Muñoz explicó a Tiempo que «históricamente, la incidencia fue menor al 25% de los ingresos», mientras que hoy «está por arriba del 50 por ciento».
En los primeros dos mandatos de Juan Domingo Perón (1946-1955), «la incidencia fue menor al 10 por ciento porque el alquiler estuvo congelado y los salarios, en alza», apuntó Muñoz y agregó: «Fue también la época en la que más se accedió a la vivienda propia porque, además, los créditos hipotecarios cubrían el 100% de la compra y se pagaban a 30 años, con intereses menores a la inflación». De esta forma, «en la Capital Federal se pasó del 17% de propietarios en 1943, al 45% de propietarios en 1960, cuando se hizo el censo».
Otro punto bajo de la incidencia de los alquileres en el salario fue durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen. «Con la Primera Guerra Mundial, hubo un pico muy alto, casi del 40 por ciento de incidencia. Entonces, Yrigoyen congeló los precios por cuatro años, con la primera Ley de Alquileres, en 1921, hace justo cien años. Esa ley incluso los congeló de forma retroactiva, a 18 meses antes, para evitar las especulaciones del mercado», repasó Muñoz.
Más tarde, con la Década Infame (1930-1943) llegó «otro pico cercano al 40 por ciento de incidencia», pero luego «se mantuvo siempre cerca del 25% porque además la legislación no permitía que se supere ese porcentaje».
En 1976, el dictador Jorge Rafael Videla junto con su ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, decretaron la liberación de los precios de contratos de alquiler. «Esto hizo que paulatinamente el precio del alquiler se fuera comiendo cada vez más al salario hasta llegar a la situación de hoy», analizó el especialista.
Muñoz concluyó: «Hay cada vez más inquilinos, menos propietarios y alquileres más altos porque el acceso a la vivienda es casi imposible y no hay referencia de precios por parte del Estado. La historia nos demuestra que si no regula el Estado, gobierna el mercado». «