La liberación por parte del Banco Central del cepo que le impedía intervenir en el mercado cambiario (una imposición del Fondo Monetario Internacional) dio sus frutos, al menos en la primera jornada. El anuncio hizo retroceder el dólar mayorista a $ 44,32, con una caída del 3,6% con relación a la cotización del viernes. El promedio del precio de venta al público también bajó a $ 45,60, lo que significó una disminución del 1%.
El cambio de postura del BCRA menguó el ímpetu alcista que venía mostrando la divisa en las últimas semanas. El COPOM (Comité de Política Monetaria, integrado por las máximas autoridades de la entidad) dispuso habilitar su participación en la operatoria de compra y venta, prescindiendo de la zona de no intervención dentro de la cual se había comprometido a mantenerse al margen. La decisión se tomó “dado el aumento de la volatilidad cambiaria observado en los últimos días” con la finalidad de “reducir más agresivamente la cantidad de pesos” y reforzar el carácter contractivo de la política monetaria.
En los hechos, el Central ignorará el sistema de franjas cambiarias vigente hasta el viernes, que lo obligaba a esperar que el dólar superara el techo de $ 51,45. Esto garantizaba un amplio camino de suba sin intervención posible. Ahora tendrá libertad para vender reservas sin esperar ese momento, en un monto y frecuencia que dependerá de la dinámica del mercado, según reza el comunicado. Además, en el caso de que la cotización sobrepase ese tope, el Central ampliará su cupo para vender a U$S 250 millones por día (antes era de U$S 150 millones) y “podrá determinar la realización de intervenciones adicionales para contrarrestar episodios de excesiva volatilidad si lo considerase necesario”.
El nuevo mecanismo implica el adiós a la política de libre flotación del tipo de cambio exigida por el FMI para frenar la fuga de divisas y equilibrar las cuentas con el exterior. Con la llegada de Guido Sandleris como presidente, el Central se había guardado un espacio para el caso de que la devaluación se tornase imparable. Con ese fin en septiembre del año pasado creó la zona de no intervención, actualizable por inflación para evitar un eventual retraso cambiario. Pronto se dio cuenta de que eso no alcanzaba para frenar la volatilidad. Hace un par de semanas decidió congelar los límites y ahora anunció que no los tendrá en cuenta a la hora de intervenir.
En una implícita admisión de que sus dogmas doctrinarios se están revelando incapaces de frenar la debacle económica en que cayó el gobierno, el Fondo salió a avalar los anuncios. “Apoyamos estas medidas, que están adecuadamente calibradas para los desafíos que enfrenta la Argentina”, afirmó Gerry Rice, vocero del organismo.