El presidente de la Fundación Pro Tejer, Yeal Kim, admitió que en su sector “se vienen más despidos, más suspensiones y un aumento del desempleo” como consecuencia directa de una economía que genera expectativa para 2019 a partir de la devaluación y el encarecimiento de las importaciones pero que aun así “está lejos de solucionar los problemas de fondo”.
El aviso de los textiles viene en línea con las advertencias que esta última semana lanzaron importantes sectores de la industria nacional de todo el país.
En una conferencia de prensa en la previa de la convención Pro Textil 2018 el dirigente de origen coreano lamentó que “no hay indicios de mejora si no resolvemos esos problemas de fondo”.
Del encuentro participaron otros dirigentes de la entidad que representa a toda la cadena de valor de esa actividad, que tiene una pata en el sector agropecuario y llega hasta el rubro de la confección.
El crudo anticipo de Kim fue contrapesado por otros de los presentes, que hicieron moderados votos de confianza para el camino que se abriría a partir del segundo trimestre del año que viene, cuando calculan que se empezarán a sentir los efectos de la caída de las importaciones y podría repuntar la incidencia de la producción nacional en el mercado interno.
Sin embargo, cuando profundizaban el análisis sobre la situación de la economía los textiles recargaban las críticas a la orientación económica del gobierno de Cambiemos.
El vicepresidente de la entidad Jorge Sorabilla cuestionó la falta de un diagnóstico “claro” por parte de la administración nacional y “el relato oficial” que sostiene la implementación de una estrategia gradualista como un valor de la gestión.
“Hoy con este dólar somos competitivos pero si el gobierno no mejora la tasa de interés, el costo de la energía, los impuestos de mano de obra, y los gravámenes nacionales, provinciales y municipales, además de los procesos administrativos en general todo lo que podamos hacer los industriales irá a parar al Estado”, argumentó el referente de la hilandera TN Platex.
Los textiles minimizaron la importancia de los cambios políticos y económicos de los últimos años y derivaron la responsabilidad de los problemas a la vereda de Cambiemos. En ese sentido, indicaron que los textiles sufrieron el impacto de las políticas oficiales desde 2016 y compararon que “lo que nos pasaba a nosotros en ese momento hoy le pasa a todos los sectores de la industria”.
La mirada crítica alcanzó al secretario de Comercio Miguel Braun, quien aseveró que sectores como el textil son “inviables” en la economía local.
El dirigente Pedro Bergaglio, de la Cámara del Sweater cuestionó la “ignorancia” de esa definición y prometió revelar “datos incontrastables para contrarrestar el relato” del gobierno durante el desarrollo de la convención Pro Textil.
Los dirigentes insistieron en que las empresas locales están en condiciones de competir en precio incluso contra la industria china pero condicionaron el éxito de la iniciativa a la implementación de un plan político. En las condiciones actuales, advirtió Kim, “en cinco años no va a haber ninguna industria viable”.
Por su parte, el director Ejecutivo de Pro Tejer, Ariel Schale, informó que la industria cayó 26% comparada contra 2015 y adelantó que este año va a caer otro 9% comparada con 2017. “Es un sector en retroceso con una fuerte presión impositiva en la confección”.
Para las ventas también se espera una caída que ubicaron en el orden del 0,5%, en coincidencia con el número que propuso el gobierno para la economía en general.
El último trimestre del año, agregó Schale, se destacará por la “destrucción del empleo” y el rubro más afectado será justamente el de la confección de prendas, donde se perdieron 30 mil puestos desde que asumió Mauricio Macri en diciembre de 2015.
La exportación
Los textiles también cuestionaron el impulso oficial a las exportaciones. Luciano Galfione, secretario de Pro Tejer, señaló que un proyecto exportador lleva al menos dos año “siempre y cuando se mantengan estables las condiciones” como el tipo de cambio.
A su vez cuestionó la viabilidad del tipo de cambio en una industria con insumos fuertemente dolarizados. También las objetó como una contradicción de un gobierno que llama a exportar y al mismo tiempo grava las exportaciones con retenciones.