El PBI durante el tercer trimestre de este año se incrementó un 5,9% en relación al mismo período del año anterior. Ese fuerte crecimiento es el que explica la creación de 978 mil puestos de trabajo asalariados en el último año que llevaron al desempleo hasta el 7,1%. De ese total que se ha creado en términos netos, el sector privado explica 902 mil empleos asalariados.
Ese crecimiento, sin embargo, no se tradujo en una mejora en las condiciones de vida de la clase trabajadora. Es que, según el último informe de la Cuenta de Ingresos e Insumo de mano de Obra (CGII) que publica el Indec en forma trimestral, la participación de los salarios en el valor agregado de la economía sufrió un nuevo retroceso con relación al mismo trimestre del año pasado.
Las remuneraciones al trabajo asalariado explicaron en el tercer trimestre de 2022 el 43,6% del PBI cuando, un año atrás, llegaban al 43,8% y hace apenas seis años alcanzaban el 51,2%. En el tercer trimestre de 2019, antes de la disrupción que implicó la pandemia y las restricciones sanitarias en la economía local y mundial, los salarios explicaban el 45,7% del valor agregado bruto.
Del otro lado, se incrementó sensiblemente el excedente de explotación bruto equivalente a las ganancias empresarias que pasaron del 42% en el tercer trimestre de 2016 al 46,1% en la última medición.
Esa distribución funcional del ingreso regresiva no se explica apenas por la caída de los salarios de los trabajadores registrados que, entre septiembre de 2021 y el mismo mes de 2022, quedaron 3,5 puntos detrás del IPC sino especialmente por el retroceso del salario de los trabajadores no registrados que resultaron precisamente el segmento que se incrementó en mayor proporción a partir de la recuperación del empleo posterior a la pandemia.
En el último año, de los 902 mil empleos asalariados creados por el sector privado, 605 mil no fueron registrados por sus patrones y no gozan de aportes previsionales ni acceso a cobertura de las obras sociales. Dicho de otra forma, siete de cada diez nuevos puestos de trabajo revisten en la informalidad.
Además, el 20% de los 373 mil empleos registrados que se han creado en el último año corresponden al sector público. Esa proporción escala hasta el 55% si la comparación se realizara desde 2019.
Así las cosas, la recuperación económica posterior a la pandemia se fundamentó especialmente en la creación de empleo precario. De hecho, si bien los niveles de empleo ya superan los de 2019, el saldo positivo entre el tercer trimestre de ese año y el de 2022 muestra que, en ese período de tres años, el 80% de los empleos creados en términos netos resultan informales y, de 2020, a esta parte el 74%.
La destrucción de empleo provocada durante la pandemia y su posterior recuperación se tradujo en una reconversión laboral que dio lugar a una profunda reforma laboral por la vía de los hechos. Según el informe, el porcentaje de trabajadores asalariados no registrados llegó al 42% del total de los empleados por el sector privado cuando, en 2019, esa relación llegaba al 40%.
Sector por sector
De cualquier forma la precarización del empleo no resulta homogénea en todos los sectores como tampoco ocurre con el proceso de precarización del último año.
El sector agropecuario, por ejemplo, ostenta niveles de empleo informal del 64%. En el último año, a diferencia de la mayoría de los sectores, verificó un proceso de destrucción de empleo en el que se perdieron 10 mil empleos registrados y dos mil informales.
Las trabajadoras de casas particulares, cuya informalidad llega al 68%, profundizaron esa precariedad toda vez que, mientras se perdieron 3 mil puestos de trabajo registrado, se crearon 69 mil puestos no registrados.
En la industria manufacturera que exhibe «apenas» un 32% de empleo no registrado, sin embargo, el 65% de los más de 150 mil puestos de trabajo creados en términos netos en el último año resulta informal. En la Construcción, el 60% de los 142 mil nuevos puestos tampoco fueron formalizados. Algo similar ocurrió con el Comercio donde el 64% de los 177 mil nuevos empleos todavía no fueron blanqueados en un sector en el que el fenómeno afecta al 39,5% de la fuerza laboral. En el Transporte esa reconversión resulta patente toda vez que, a la vez que se dieron de baja 4 mil empleos formales, emergieron 8 mil nuevos puestos informales. En la Sanidad el 98% de los 64 mil nuevos puestos no gozan de aportes patronales.
La responsabilidad del proceso recae en primer lugar en la clase empresaria que, mientras atraviesa un período de crecientes ganancias y mayor participación en el valor agregado, avanza en los hechos con la reducción de los salarios y los derechos de sus trabajadores pero también en el Estado que es responsable del cumplimiento de la normativa laboral y de la preservación del sistema previsional cuya sustentabilidad, con un 42% de fuerza laboral sin aportes, resulta una quimera. Los afectados son los trabajadores activos pero también los pasivos cuyos haberes retroceden sin pausa. «
Primeras paritarias 2023
Mientras siguen su curso algunas negociaciones para los ajustes del último tramo de las paritarias 2022 como es el caso del reciente acuerdo de Comercio o las negociaciones de los empleados públicos nacionales, ya comenzaron las primeras negociaciones para el próximo período 2023.
Allí se alistan, como es tradición, los bancarios que, como otros años, buscarán sellar una suma puente hasta marzo para luego negociar el período anual hasta diciembre.
La Federación aceitera se adelantó para sellar un acuerdo por una mejora equivalente al 41% para el primer semestre así como los visitadores médicos liderados por Ricardo Peidró que acordaron una suba del 92% para todo 2023.
Los acuerdos que ya se sellaron van a contramano de la intención del gobierno de establecer un tope del orden del 60% anual con acuerdos semestrales del 30% en sintonía con la suba de precios que presupuestaron. Para los funcionarios de lo que se trata es de desalentar la inflación por expectativas anclando los salarios. Ese objetivo no va a resultar sencillo y ya fue rechazado por dirigentes afines de la CGT como Gerardo Martínez que adelantó que no aceptará «ningún techo ni intromisión de la política».