Urgido por la necesidad de financiamiento, el gobierno salió a montar un operativo de seducción para convencer a los mercados de que pueden seguir comprando bonos de deuda en pesos sin riesgos. En paralelo, armó un minicanje para descomprimir la masa de obligaciones a cubrir el jueves 30 y que parecía difícil de sortear en medio del clima de nerviosismo de las últimas jornadas.
La operación armada por la Secretaría de Finanzas permitió rescatar letras por $ 358 mil millones que se debían pagar a fin de mes y cambiarlas por otras con vencimientos escalonados entre agosto de este año y enero de 2023. La participación de entidades oficiales, principalmente el Banco Central, aseguró el éxito. Aun así queda un remanente de $ 248 mil millones: para obtener el dinero que permita afrontarlos, se armó una licitación para el día martes en las que se ofrecerán letras a descuento y ajustadas por el índice CER, con vencimientos escalonados hasta fin de año, más bonos dollar-linked (atados a la evolución de la divisa estadounidense) con vencimientos en abril de 2023 y 2024.
Resta por ver la respuesta de los inversores en una plaza financiera escaldada por el derrumbe de las cotizaciones de las últimas dos semanas. El viernes los bonos en pesos bajaron hasta 7,5% en el mercado secundario y eso ayudó a que el riesgo país se disparara a 2.356 puntos.
Más exámenes
El examen de esta semana es uno de los tantos que deberá rendir el gobierno en los próximos meses. Según datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso, las letras en pesos a cancelar a fines de julio rondan los $ 480 mil millones. Puesto en valor, equivalen a los U$S 4000 millones que girará el FMI en estos días (ver aparte).
De acuerdo a sus números, en todo el segundo semestre los vencimientos pactados por títulos públicos en moneda local rondan los $ 4,2 billones, de los cuales algo más de la mitad ($ 2,2 billones) están en manos del sector privado, lo que dificulta prever su predisposición hacia futuras renovaciones.
Por esa razón, Martín Guzmán mantuvo esta semana reuniones con ABA y ADEBA, las dos entidades donde se agrupan los bancos con capitales internacionales y de origen local, respectivamente. La apuesta oficial es captar la liquidez de las entidades financieras para redireccionarlas hacia el Tesoro y llevarle oxígeno.
Apuesta a los bancos
En esa dirección, el Banco Central pisó las tasas de las Leliq y por primera vez las dejó bajo el nivel de los rendimientos de los plazos fijos, invitando a los bancos a prestar dinero al Tesoro para no ir a pérdida con los pagos a sus clientes. Sin embargo, el convite no pareció de su interés: el último martes, la primera jornada en que se pudo suscribir Leliq a la nueva tasa del 52% anual, las entidades renovaron todo su stock y además pidieron $ 229 mil millones más, manteniendo su preferencia por esas letras del BCRA por sobre las del Tesoro, en una implícita señal de desconfianza.
El mensaje que intentó llevar tranquilidad también fue bajado a otros sectores, como a las empresas que producen bienes de consumo masivo. El viernes el secretario de Comercio Interior, Guillermo Hang, se reunió con directivos de firmas como Mastellone, Unilever, Molinos, Arcor, Coca-Cola, Quilmes y P&G, entre otras. Se suponía que el tema relevante iba a ser el futuro del programa Precios Cuidados. Sin embargo, al lado de Hang se sentaron Guzmán y el presidente del BCRA, Miguel Pesce. Ante la mirada de los empresarios, el ministro bajó la línea (luego difundida públicamente por su equipo de prensa) del “compromiso pleno de fortalecer el mercado de deuda pública en pesos, que es un ancla para el desarrollo del mercado de capitales que la Argentina necesita para que haya más financiamiento para la inversión”.
A su turno, Pesce dijo que “vamos a defender la curva de precios de los títulos públicos en pesos y llevaremos a cabo todas las acciones con ese propósito”, en lo que se consideró un blanqueo de las operaciones de compra de bonos que estuvo realizando el Banco Central en las últimas semanas, según se afirma en la City.
Un ojo en el déficit
Para el gobierno es vital mantener en movimiento el giro de esa rueda de financiamiento porque se convirtió en la vía principal para pagar las deudas ya contraídas y también para enjugar el déficit fiscal que todavía se mantiene en cifras muy elevadas: sólo en mayo fue de $ 162 mil millones, según se informó esta semana. Las transferencias del Banco Central, el otro recurso que se utilizó en los últimos años para cubrir las necesidades del Tesoro, están severamente limitadas por el acuerdo del Fondo Monetario Internacional, que tiene la lupa puesta en esa asistencia.
Aun bajo el riesgo de no ser originales, en el Palacio de Hacienda se escudan en las necesidades que está imponiendo el nuevo escenario global configurado por la guerra en Ucrania, que alteró todos los cálculos previos. Según un informe del Ministerio de Economía, se alteró drásticamente «la estacionalidad en el flujo de importaciones y exportaciones», y se destacó «el fuerte crecimiento del valor de las importaciones de energía, que pasaron a US$ 4641 millones en los primeros cinco meses 2022 frente a los US$ 1520 millones de igual periodo de 2021. Esto acentuó las necesidades de administración del comercio exterior», marcaron desde Hacienda mediante un comunicado de prensa. «
El Fondo gira plata y advierte
El directorio del Fondo Monetario Internacional dio por aprobadas las metas establecidas para el primer trimestre de 2022 en el acuerdo con el gobierno argentino y habilitó el desembolso de otros U$S 4000 millones. Sin embargo, también advirtió sobre la volatilidad financiera.
En ese sentido, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, dijo que «los esfuerzos para fortalecer y profundizar el mercado de deuda en pesos, que es un pilar esencial del acuerdo de facilidades extendidas de 30 meses, siguen siendo críticos, junto con la implementación firme de los objetivos fiscales».
También urgió a organismos multilaterales a apurar los créditos ya pactados: «Garantizar la entrega oportuna de los compromisos financieros de los socios internacionales de Argentina es vital para ayudar a impulsar las reservas y respaldar los esfuerzos de reforma».