Argentina puede beneficiarse de la transición hacia un mundo bajo en carbono mediante la transformación de los sectores energéticos y agrícolas y crecer casi un 3% anual su Producto Bruto Interno (PBI) en ocho años, según el Informe sobre Clima y Desarrollo que el Grupo Banco Mundial lanzó este jueves, con especial énfasis en el desarrollo de la infraestructura hídrica.
El reporte revela que la expansión de las inversiones en los sectores de agua, agricultura y energía son una prioridad para reducir la vulnerabilidad del país al cambio climático y potenciar el crecimiento económico, que en esta temporada enfrenta una situación crítica por la sequía: el 25% de la cosecha de trigo ya está perdida.
«El PBI anual podría aumentar un 2,7% para 2030 si se realizan inversiones en infraestructura hídrica para evitar escenarios de escasez de agua y dificultades en el acceso», precisó el organismo internacional.
El informe también recomienda la implementación de técnicas para reducir la deforestación e impulsar la competitividad agrícola del país.
Emisiones agrícolas y descarbonización
Y advirtió que «si Argentina no toma acciones para reducir las emisiones del sector agropecuario, el 4% de sus exportaciones podría verse afectado por las regulaciones climáticas de otros países, lo que perjudicaría principalmente a los productores que no implementan prácticas sostenibles», expresó el texto.
“Argentina está comprometida en aumentar sus compromisos climáticos y en liderar la transición hacia una economía baja en carbono. Al hacerlo, puede aumentar significativamente su crecimiento económico y el bienestar de su gente”, afirmó Jordan Schwartz, director del Banco Mundial para la Argentina, Paraguay y Uruguay.
Schwartz agregó que «el Banco Mundial apoya los esfuerzos de Argentina por profundizar su conocimiento del impacto del riesgo climático, mejorar la resiliencia de los más vulnerables e identificar oportunidades para la descarbonización».
Asimismo, el informe analiza los impactos que la Argentina ya está sufriendo por el cambio climático, principalmente las pérdidas provocadas por sequías e inundaciones.
En este sentido, «para 2050 se podría perder hasta un 4% del PBI debido a sequías. Además, las inundaciones provocan pérdidas anuales de hasta US$ 1.400 millones en activos y de unos US$ 4.000 millones en pérdidas de bienestar», se estimó.
De esta forma, Julie Rozenberg, economista senior y co-autora del informe, consideró que “incorporar la visión climática en el diseño de políticas de desarrollo es urgente para poder minimizar el impacto, reducir pérdidas y estar preparado para un futuro carbono-neutral”.
El texto destacó que desde 2010, en línea con el compromiso de la Argentina de alcanzar un desarrollo neutral en carbono en 2050, el país ha logrado comenzar a reducir sus emisiones, principalmente a través de una baja en la deforestación.
El informe plantea una posible hoja de ruta en la que el país podría disminuir un 16% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) al 2030 y un 64% al 2050, tomando como línea de base el 2018.
Según el Banco Mundial, el sector energético, liderado por combustibles fósiles, contribuye con el 37% de las emisiones de GEI, por lo que «será importante continuar desarrollando el gran potencial para las energías renovables e invertir en eficiencia energética», advirtieron.
Por otro lado, el litio argentino podría cubrir casi el 20% de la demanda global en 2030 y convertir al país en un actor relevante en la transición energética, lo que significaría también importantes beneficios económicos, sobre todo para las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca, en el norte de la Argentina, destacaron desde el Banco.
En tanto, incluir al transporte en la estrategia de descarbonización y avanzar hacia la electromovilidad podría crear 21.000 nuevos empleos en los sectores de baterías y vehículos, señaló el organismo
Por último, David Tinel, gerente regional para el Cono Sur de la Corporación Financiera Internacional (CFI), el brazo de préstamos al sector privado del organismo, afirmó que “el sector privado argentino está llamado a jugar un papel decisivo en la transición hacia una economía baja en carbono y resiliente al cambio climático”.
“A través de inversiones que permitan innovar en agricultura climáticamente inteligente, las energías renovables y el hidrógeno verde, el desarrollo de la cadena de valor del litio y el desarrollo de mecanismos de financiación verdes, como los bonos y los préstamos vinculados a la sostenibilidad”, indicó Tinel.