Los últimos datos sobre pobreza presentados por el Indec merecen una consideración seria y no el exitismo oficial.
En primer lugar, el descenso en el número de pobres presentado por el oficialismo surge de comparar la última medición (del 25,7%) con el 32,2% del segundo trimestre del año 2016 y con el 30% del segundo semestre de ese mismo año.
El punto a destacar es que la baja es respecto a la escalada que la pobreza tuvo a consecuencia del golpe inflacionario (del 40%) que la política de Mauricio Macri produjo en el inicio de su gobierno y después, a lo largo de 2016.
En segundo lugar, no existe aún, en base a los datos disponibles, ninguna tendencia clara hacia la baja de la pobreza.
El 25,7% del segundo semestre de 2017 es resultado de un promedio entre la pobreza del tercer trimestre de 2017, que fue del 25%, y la del cuarto trimestre, que fue del 26,4 por ciento.
Es decir que bajó y volvió a subir. Más aun, podemos afirmar que al día de hoy, dada la devaluación desde diciembre, el aumento de las tarifas de los servicios públicos, las prepagas y los combustibles, y un primer trimestre de precios que superan el 6%, la pobreza está arriba del 26,4% del último trimestre del año pasado.
En suma, no hay tendencia a la baja. Lo que ocurrió es simple: en un 2017 tamizado por las elecciones, el gobierno hizo tiempismo con el ajuste, frenó los tarifazos e impulsó la obra pública. En ese marco hay 60 mil puestos de trabajo más que en 2016. En suma, con la pobreza pasa lo mismo que con el crecimiento y la inflación. El gobierno dice que crecimos en 2017 comparando con la recesión que él mismo produjo en 2016. Dice que bajó la inflación comparando con el golpe inflacionario que él mismo desató en 2016 con sus políticas y ahora saluda la baja en la pobreza que él mismo ayudó a escalar.
Mientras tanto, nada cambió demasiado y los pobres siguen esperando cuando la solución está al alcance de la mano.
Los ingresos necesarios para que ningún hogar esté bajo la línea de pobreza equivalen al 2,4% del Producto Bruto Interno (PBI) e implicarían una inversión del 6% del gasto público total (incluidos la Nación, las provincias y los municipios).
En la Argentina no hay una campaña nacional para erradicar la pobreza porque falten los recursos (que sí están). Es una decisión política asociada al régimen de desigualdades que hoy gobierna la Argentina. «